Viernes
XXVI del tiempo ordinario
Lc 10,13-16
“En aquel tiempo, Jesús
dijo: ‘¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se
hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que,
sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá
menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el
cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os
escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y
quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado’”.
COMENTARIO
La intención del ser
humano no siempre es la adecuada. No siempre atendemos lo que nos conviene sino
lo que nuestros particulares gustos egoístas nos dicen que debemos. Por eso
Jesucristo nos aconseja lo que, en verdad, nos conviene.
El Hijo de Dios quiere
nuestro bien. Lo quiere porque es hermano nuestro y porque fue enviado al mundo
a predicar la Buena Noticia de la salvación eterna de quien quiere salvarse.
Por eso se entristece cuando alguien no sigue el camino que traza.
El caso es que rechazar a
Jesús no es hacer eso con un hombre (aunque lo fuera). Y no les porque, además,
era Dios hecho hombre. Rechazarlo, pues, a Él es hacer lo propio con el Creador
y Todopoderoso Señor.
JESÚS,
ayúdanos
a no rechazar nunca la Voluntad de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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