Martes III
de Adviento
Mt 21,28-32
“En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos
sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ‘¿Qué os parece? Un hombre tenía dos
hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’.
Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al
segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. ¿Cuál de los
dos hizo la voluntad del padre?’. ‘El primero’, le dicen. Díceles Jesús: ‘En
verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al
Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no
creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y
vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él’”.
COMENTARIO
Los que no querían a Jesús le buscaban para hablar con Él y tratar de
engañarlo a base de trampas de la palabra. Pero Jesús siempre les salía al
encuentro y, por decirlo así, salía muy vencedor de tales batallas
espirituales.
El caso es que les plantea lo que es ya muy conocido por todos nosotros:
los hijos de aquel que los envió a trabajar. Uno y otro adoptaron una posición
distinta ante la propuesta del padre. Sólo uno hizo lo que quería el Padre que
hiciera aunque no actuando correctamente. Debía, simplemente, haber dicho que
sí e ir a trabajar.
Jesús sabe que los que le preguntan no actúan de buena fe. Dios les
envió a Juan el Bautista para que se convirtieran pero lo mataron y no creyeron
en él. Sin embargo, los más apartados de la sociedad por las conveniencias
sociales sí creyeron en él. Y eso, en verdad, era muy grave decírselo a los
poderosos.
JESÚS, ayúdanos a creer en ti y a tener por bueno y
verdadero lo que nos dices.
Eleuterio Fernández Guzmán
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