Lunes XXXI del tiempo ordinario
Lc 14,12-14
“En aquel tiempo, Jesús dijo también
a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: ‘Cuando des una
comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y
tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los
lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden
corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos’”.
COMENTARIO
Muchos de los que invitaban a Jesús a comer lo hacían porque querían
tener a su mesa a un Maestro famoso. Seguramente n o creían en lo que decía
pero, de aquella forma equivocada de ver las cosas, querían hacerse los
importantes entre los suyos.
Jesús, sin embargo, no desaprovechaba ocasión para enseñar lo que era
importante para todos. Y lo relacionado con los pobres tenía una importancia total
porque aquellos que le invitaban a comer, los ricos, no solían tenerlos en
cuenta.
Lo que, en este caso dice Jesús tiene que ver con la voluntad, con la
verdadera voluntad de Dios. Resulta que para el Creador es importante aquello
que, muchas veces, no lo es para nosotros. Sólo quien no puede corresponder a
lo que haces porque no tiene medios para hacerlo es importante para nosotros.
JESÚS, ayúdanos a comprender lo que es verdaderamente
importante en nuestra vida.
Eleuterio Fernández Guzmán
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