3 de noviembre de 2014

Los amados por Dios


 Lunes XXXI del tiempo ordinario



Lc 14,12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos’”.


COMENTARIO

Muchos de los que invitaban a Jesús a comer lo hacían porque querían tener a su mesa a un Maestro famoso. Seguramente n o creían en lo que decía pero, de aquella forma equivocada de ver las cosas, querían hacerse los importantes entre los suyos.

Jesús, sin embargo, no desaprovechaba ocasión para enseñar lo que era importante para todos. Y lo relacionado con los pobres tenía una importancia total porque aquellos que le invitaban a comer, los ricos, no solían tenerlos en cuenta.

Lo que, en este caso dice Jesús tiene que ver con la voluntad, con la verdadera voluntad de Dios. Resulta que para el Creador es importante aquello que, muchas veces, no lo es para nosotros. Sólo quien no puede corresponder a lo que haces porque no tiene medios para hacerlo es importante para nosotros.



JESÚS, ayúdanos a comprender lo que es verdaderamente importante en nuestra vida.



Eleuterio Fernández Guzmán




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