11 de marzo de 2014

Padre nuestro






Martes I de Cuaresma

Mt 6,7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. 
‘Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.’”

COMENTARIO



Jesús sabía que era muy importante que aquellos que le seguían más de cerca (sus apóstoles) aprendiesen algo que era muy importante: dirigirse a Dios para pedir había que hacerlo como Dios quería. Y Dios, que ve en lo secreto de nuestro corazón no quería grandilocuencias hipócritas.

Jesús enseña la oración perfecta, aquella en la que pedimos a Dios por lo que, de verdad, es importante. Cada una de las peticiones que hacemos en el Padre nuestro contiene principios esenciales para un hijo del Creador y, por eso mismo, es la oración que a Dios le gusta escuchar.

Pero Jesús les explica, nos explica, que es muy importante perdonar a los que nos hayan ofendido de alguna manera. Si queremos que Dios haga lo mismo con nosotros debemos responder de tal forma: con amor al prójimo.





JESÚS, lo que nos enseñas siempre es bueno y nos viene muy bien para cumplir, para saber cumplir, la voluntad de Dios. Ayúdanos a no hacer, nunca, oídos sordos a tus santas palabras.





Eleuterio Fernández Guzmán


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