22 de enero de 2014

Contra el bien de Dios






Miércoles II del tiempo ordinario


Mc 3,1-6

En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: ‘Levántate ahí en medio’. Y les dice: ‘¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?’. Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: ‘Extiende la mano’. Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.”


COMENTARIO

Para muchos judíos el respeto a las tradiciones legales era lo más importante que se podía hacer y llevar a cabo. Por eso, hacer algo que estaba prohibido hacer, por ejemplo, en sábado, no era muy bien visto.

Jesús, que era Dios hecho hombre, sabía que había algo más importante que el sábado y que era la misericordia. Por eso cura a la persona que tenía una mano seca. Sabía que era lo que Dios quería que hiciera y lo hizo sin preocuparse por las consecuencias mundanas que eso pudiera tener.

Muchos, sin embargo, que buscaban cogerlo en un renuncio, están seguros que aquello puede ser elemento probatorio de su mala actuación en contra de la ley. Y se confabulan, dice el texto evangélico, para acabar con Él. Nada más lógico cuando no entendía nada de lo que hacía Jesús.




JESÚS, sabes que es más importante tener piedad por quien lo necesita. Ayúdanos a no poner por encima de la voluntad de Dios lo que creemos los hombres que es más importante.





Eleuterio Fernández Guzmán



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