29 de enero de 2013

Cumplir con la voluntad de Dios



Martes III del tiempo ordinario

Mc 3, 31-35

“En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan’. Él les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’. Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’”.

COMENTARIO

Aquellos que escuchaban a Jesús en sus predicaciones seguramente tenían muy en cuenta aquello que les decía. En muchas ocasiones habían dicho de Él que era un Maestro que enseñaba con más autoridad que los demás. Y eso, para ellos, era muy importante.

Van a buscar a Jesús porque es probable que quisieran que descansara un poco de tanto agobio como tenía que soportar. Aunque Él lo soportaba con gozo y alegría, no todos los suyos, a lo mejor, pensaban lo mismo al respecto de tanta entrega.

Jesús tiene una respuesta muy clara: con hermanos suyos aquellos que cumplen con la voluntad de Dios. Sólo así podían considerarse hermanos suyos. Sólo así y no sólo escuchándolo.



JESÚS, aquellos que te escuchaban podían hacer dos cosas: cumplir con lo que les decías o no cumplir con tu predicación. Nosotros, en demasiadas ocasiones, optamos por mirar para otro lado.






Eleuterio Fernández Guzmán


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