Jueves XXXIII del tiempo ordinario
Lc 19, 41-44
“En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a
Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: ‘¡Si también tú conocieras
en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque
vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te
cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti
y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra,
porque no has conocido el tiempo de tu visita’”.
COMENTARIO
Jesús, en muchas ocasiones, nos avisa
acerca de lo que vendrá, de lo que tiene que venir. Y lo hace para que estemos
prevenidos y, al menos, hayamos preparado nuestro espíritu.
Nos avisa acerca de que hay realidades
que están ocultas a nuestro corazón pero que, en verdad, sucederán cuando
tengan que suceder según la voluntad de Dios. Pero no por eso podemos
descuidarnos y pensar que no hemos sido avisados.
El mal que podemos recibir no lo
recibimos sin razón ni causa alguna. Se nos propone la voluntad de Dios porque
es buena para nosotros y porque, sencillamente, tenemos la obligación de
cumplirla. De otra forma, ya sabemos lo que nos espera.
JESÚS, gracias a ti sabemos que estamos
destinados al reino definitivo de Dios pero también sabemos que es una elección
personal aceptarlo o no. Nosotros, muchas veces, puede dar la impresión de que
no entendemos lo que esto quiere decir.
Eleuterio Fernández Guzmán
Eleuterio, tu que eres hombre de fe: ¿Con que objeto crees que debe Dios querer someternos a tan duras pruebas? Ya se, ya se... Con el de saber quien es digno de entrar en su reino, pero ¿para que tanto afán examinador?, si su propia voluntad, nos convierte a todos en actores de una obra cuyo guión no podemos alterar.
ResponderEliminarFíjate; Si Jerusalén fue destruida por que era la voluntad de Dios, Tito, no hizo si no lo único que podía hacer; destruirla. Y sin embargo, aquel acto de obediencia evidente, no sirvió para ponerlo en el camino de la salvación (creo) Luego, vuelvo a preguntar ¿cual debe ser el objeto de tanta y tan dura prueba?
¡En fin! Un saludo
Sí, pero el caso es que nosotros, como no sabemos qué va a pasarnos, podemos decidir. Sólo Dios lo sabe y, porlo tanto, la dureza de las pruebas es, en muchas ocasiones, culpa nuestra.
ResponderEliminarEl caso es que yo creo que precisamente el hecho de no saber lo que va a ocurrir es lo que nos limita la capacidad de decisión.
ResponderEliminarEs de esperar que Tito en el año setenta, no estuviera al corriente de los deseos del dios de los judíos, pero aun así la ciudad había de perecer bajo la ira de sus enemigos. Dado que aquel romano era el hombre al mando del ejercito que asediaba Jerusalén, sólo él tenía capacidad para hacer que se cumpliera el deseo de Dios. Luego no es aventurado decir que no tenía más opción que desempeñar el papel que se le había asignado. De lo contrario no se habrían ejecutado los planes divinos (lo que a buen seguro juzgarás como imposible)
Es decir Eleuterio: parece demostrado que el desconocimiento de lo está decidido que sea, no nos permite ser libres y quizá sólo el conocimiento previo lo permitiría, aunque fuera a costa de desobedecer a Dios.
En todo caso, mantengo serias dudas al respecto de la porción de culpa que nos corresponde en todo esto a nosotros, pobres títeres, y de ninguna manera me hago una idea de cual puede ser la respuesta a mi pregunta anterior.