Martes VIII del tiempo ordinario
Mc 10, 28-31
“En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a
Jesús: ‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús
dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre,
padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el
ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos
y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos
primeros serán últimos y los últimos, primeros’".
COMENTARIO
Seguir a Cristo no es fácil. No lo es y por
eso mismo Él mismo se lo dijo muchas veces a sus apóstoles y, también, dándolo
a entender a todos los que le seguían.
Lo que debían, lo que debemos, dejar aquellos
que seguían y seguimos a Cristo no es poco. Aunque se refiere el Maestro a
hermanos, hermanas, madre, padre e hijos e, incluso, la paciencia, seguramente
ser refería a todo lo que pudiera atarnos. Darnos, pues, generosamente, a los
demás es la mejor manera de seguir a Cristo. Ser, así, últimos.
Sin embargo, nada de lo dicho por Jesús supone
que nada vayamos a recibir a cambio. No lo deberíamos esperar porque es
obligación nuestra actuar de tal manera. Dios, sin embargo, no se deja ganar en
generosidad y, por eso mismo, nos ofrece la vida eterna. ¡La vida eterna que
dura siempre, siempre, siempre!
JESÚS, aquellos que te seguían no tenían, del
mundo, nada que les pudiera retener en Él. Se dejaron amansar el corazón y
supieron ser humildes que es, justamente, lo contrario que muchas veces hacemos
nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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