19 de abril de 2012

Ser del mundo o del cielo



Jueves II de Pascua

Jn 3, 31-36

“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: ‘El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él’".

COMENTARIO

La conversación que Jesús mantiene con Nicodemo resulta esencial para cada uno de los que nos consideramos hijos de Dios. Él es el Enviado de Dios y, por eso mismo, tiene conocimiento directo de lo que es el más allá. Eso se lo dice a Nicodemo para que crea.

Jesús, sin embargo, se da cuenta de que poca gente hace caso a lo que dice siendo tan importante lo que dice. Es, por eso, muy grave, que quien viene de parte de Dios (siendo, además, Dios mismo) sea escuchado porque de tal escucha se deriva lo que todos están queriendo alcanzar.

El Hijo de Dios da la vida eterna. Nos conviene, aunque sea por egoísmo, creer en Él porque creyendo en quien el Creador envió aceptamos su voluntad y, por lo tanto, no rehusamos lo que quiere para nuestra vida que es, siempre, lo mejor.


JESÚS,  eres tú el Reino de Dios y la misma vida eterna. Por eso creer en Ti no es algo que no valga la pena porque suponga un cambio notable en nuestra vida sino que es, al contrario, lo único que debemos hacer para demostrar nuestra filiación divina.



Eleuterio Fernández Guzmán

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