9 de agosto de 2011

Sobre niños y pastores

Martes XIX del tiempo ordinario

Mt 18,1-5.10.12-14


En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: ¡¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?¡. Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: ¡Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños".


COMENTARIO

Jesús había venido para tener en cuenta a los más desfavorecidos. Los niños no eran muy bien considerados en su tiempo porque se les tenía por poca cosa y poco útiles. Pero su inocencia y su amor incondicional hacia los padres era tenida muy en cuenta por el Maestro.


Entrar en el definitivo Reino de Dios era cuestión de mostrar la misma inocencia que los niños y, sobre todo, la misma confianza que los más pequeños demuestran con relación a sus padres.

Son, en cierto modo, como la oveja perdida, perdida por los demás, que busca el pastor. No la encuentra si no va a por ella en su busca porque le interesa devolverla a su redil. Por eso Dios no quiere que se pierda ningún pequeño… que se pierda para su Reino de Amor y de Misericordia.


JESÚS, los niños eran, seguramente, de las personas que más querías. En ellos veías la inocencia y la entrega sin condiciones a su amor infantil pero profundo. No querías que se perdieran y, por eso mismo, recomendabas ser como ellos. Sabemos, por eso mismo que estando con los niños estamos en tierra sagrada porque Dios los quiere mucho.

Eleuterio Fernández Guzmán

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