Mt 8, 18-22
“18
Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. 19 Y un
escriba se acercó y le dijo: ‘Maestro, te seguiré adondequiera que vayas’. 20
Dícele Jesús: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. 21 Otro de los discípulos
le dijo: ‘Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». 22 Dícele Jesús: ‘Sígueme,
y deja que los muertos entierren a sus muertos’”.
COMENTARIO
No
era extraño que, en tiempos del Hijo de Dios hubiese quien quisiera seguir al
Maestro porque muchos habían oído hablar de aquel Maestro de Nazaret que
enseñaba de forma diferente. Incluso el texto de hoy nos habla de un escriba
que debía ser persona de importancia. Y quiere seguirlo, y así se lo dice.
Las
cosas no son, como podemos imaginar, tan de color de rosa para aquel hombre que
tiene por bueno seguir a Jesucristo pero que, en realidad, poco sabe de qué
significa eso. Y es que el Hijo de Dios tiene que poner las cartas sobre la
mesa y decir, simple y llanamente, que tiene poco o, mejor, nada.
Hay,
también, quien quiere no dejar de olvidar su pasado porque, como seres humanos
que somos, eso no es siempre fácil. Pero Jesucristo sabe que quien no es capaz
de olvidar el corazón que se tenía no puede ser discípulo suyo.
JESÚS, ayúdanos
a seguirte con todas las consecuencias.
Eleuterio Fernández Guzmán
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