29 de agosto de 2017

Lo que puede el respeto humano

Mc 6, 19.21-29

“19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía.
21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un
banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. 22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: ‘Pídeme lo que quieras y te lo daré.’ 23 Y le juró: ‘Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.’ 24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: ‘¿Qué voy a pedir?’ Y ella le dijo: ‘La cabeza de Juan el Bautista.’ 25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: ‘Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.’

26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. 27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel 28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.

29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le
dieron sepultura.”

  
COMENTARIO

Resulta curioso, aunque no imposible de entender, que haya algo llamado “respeto humano” que puede llegar a hacer tanto daño en el alma de una persona. Y es que Herodes temía más al qué dirán de sus invitados y eso le hizo perder la vida a Juan el Bautista. Y decimos que resulta curioso lo que puede hacer tal desviación de la conducta humana porque aquel mandatario corrupto de corazón y de alma sabía que el Bautista era un profeta y no le gustaba mucho la idea de matarlo. Pero pudo más la promesa mundana, sin sentido y hecha a lo loco (dar hasta la mitad de su reino por un baile demuestra que no era persona muy cabal) y por eso ordenó a un soldado que cortase la cabeza del primo de Jesús. Y el mal volvió a vencer porque el corazón podrido de Herodías y la sensiblería de su hija  pudo más que lo que hubiera sido una petición, digamos, más mundana. Y es que ella quería acallar la voz que clamaba en el desierto y ha quedado, para la historia, como una persona capaz de todo, el fin sí justificaba los medios para ella, con tal de conseguir su egoísta gusto. Y es que eso hace el respeto humano con los débiles y tibios.

JESÚS, ayúdanos a no tener respeto humano y a decir sí donde sea sí y no donde sea no.


Eleuterio Fernández Guzmán

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