Sábado I del tiempo ordinario
Mc 2, 13-17
“En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo
por la orilla del mar, toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar,
vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: ‘Sígueme’.
Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Leví,
muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos,
pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que
comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: ‘¿Qué? ¿Es que
come con los publicanos y pecadores?’. Al oír esto Jesús, les dice: ‘No
necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores’".
COMENTARIO
Muchos de los que vivían en tiempos del
Hijo de Dios estaban muy seguros de la fe que tenían. Se permitían criticar,
por eso mismo, a quienes creían que no hacían lo que debían hacer e, incluso,
se saltaban los preceptos de Dios.
Jesús había venido a salvar a quien
necesitaba salvarse. Aquella persona que llevara una vida arreglo a la voluntad
de Dios no necesitaba salvación porque había encontrado la misma haciendo lo
que hacía. Sin embargo, no todos lo llevaban a cabo de tal forma ni actuaban
como debían actuar.
Salva el Hijo de Dios a quien está
enfermo del alma. Muchos de su tiempo reconocían que necesitaban tan especial
ayuda pero otros muchos, precisamente los más poderosos económica y espiritualmente,
creían que estaban poco necesitados de tal intervención divina. Y se
equivocaban.
JESÚS, los que te escuchaban estaban,
en muchas ocasiones, alejados de la voluntad de Dios aunque creían lo
contrario. Y eso es, justamente, lo que nos pasa, muchas veces, a nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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