5 de noviembre de 2012

Lo que, verdaderamente, importa




Lunes XXXI del tiempo ordinario


Lc 14,12-14

”En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos’”.

COMENTARIO

Estar a bien con los que son familia propia aunque no siempre es fácil, es bien cierto que es la forma más “humana” de actuar. Así, sólo vemos lo que nos conviene ver y a los nuestros los tenemos como ejemplo de lo que hay que hacer.

Ser feliz con los nuestros es lo que se espera en la vida. Sin embargo, Jesús hace hincapié en lo que de bueno y magnífico tiene amar al prójimo. Como uno de los mandamientos de Dios hay que seguirlo porque daríamos cumplimiento a la voluntad del Padre.

Es cierto que aquí, en la tierra en la que peregrinamos hacia el definitivo Reino de Dios, tenemos tendencia a acumular bienes y a hacer prevaler el tener sobre el ser. Sin embargo, Jesús sabe y nos dice que es preferible acumular en riquezas del cielo o, lo que es lo mismo, en caridad y en amor.


JESÚS,  sabes que es mejor tener en cuenta a los que nos necesitan. Sin embargo, en demasiadas ocasiones miramos para otro lado y no tenemos muy en cuenta a los que, en verdad, necesitan de nosotros.



Eleuterio Fernández Guzmán


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