Mc 1, 7-11
“Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’
Y
sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue
bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los
cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y
se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti
me complazco.’”
COMENTARIO
Digamos
que este episodio del bautizo del Hijo de Dios por Juan el Bautista era
el principio de todo. Es decir, Aquel que había sido enviado mundo para
el mundo fuera salvado estaba dando los primeros pasos de lo que sería
su predicación, vida y muerte en la Cruz. Pero aquel momento era
importante aunque, como podemos imaginar, no tenía pecado alguno que
perdonar por el bautizo de Juan.
Juan
sabía, al menos eso le habían dicho, que cuando se posase una paloma
sobre el Hijo de Dios sabría que Aquel era el Enviado de Dios. Y cuando
eso pasó no tuvo la más mínima duda de lo que estaba pasando.
Y no es
poco que en aquel momento, se escuchase aquella voz de Dios diciendo
que Aquel que había sido bautizado y sobre el que se había posado el
Espíritu Santo en forma de paloma era, precisamente, Su Hijo. Y que se
complacía en Él era, sencillamente, de creer.
JESÚS, gracias por cumplir con tu misión paso a paso.
Eleuterio Fernández Guzmá
No hay comentarios:
Publicar un comentario