20 de enero de 2021

Ser bueno y misericordioso

Mc 3, 1-6


"Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: 'Levántate ahí en medio.' Y les dice: '¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?' Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: 'Extiende la mano.' Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle."



COMENTARIO


Ciertamente, este texto del Evangelio de San Marcos es más que terrible. Y es que muestra hasta dónde puede llegar un corazón que es de piedra y al que el prójimo le importa, exactamente, nada de nada.

Aquel hombre enfermo estamos seguros de que no lo pasaba nada bien Y es que tener la mano paralizada era una enfermedad verdaderamente incapacitante. Y eso enterneció el corazón del Hijo de Dios.

Otros, al parecer, preferían que aquel hombre siguiera enfermo pues, al parecer, no se podía curar en sábado. Y pensar de tal manera enfureció a Cristo en una de las pocas ocasiones en las que manifestó tal tipo de sentimiento y fue debido a que se dio cuenta del corazón que tenían aquellos que lo criticaban a Él y que, para colmo, se empezaron a confabular para matarlo...

JESÚS, gracias por ser misericordioso.


Eleuterio Fernández Guzmán

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