Lc 14, 12-14
“12
Dijo también al que le había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no
llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos
ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. 13
Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los
ciegos; 14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te
recompensará en la resurrección de los justos”.
COMENTARIO
Podemos
imaginar y creer que, quien invita a otros a comer, es que tiene un corazón generoso.
Pero la generosidad la entiende Cristo de forma muy diferente. Y es que no es
lo mismo el corazón de Dios que el de los hombres.
Está
bien ser generoso pero debemos saber con quién podemos y deberlo serlo. Y en
esto, el Hijo de Dios lo deja todo dicho de una forma que no se pueda entender
otra cosa. Debemos tener cuidado con tener en cuenta, en nuestra vida, sólo a
los que nos son conocidos.
¿Es
que no es importante agasajar a los nuestros? Sí. Sin duda lo es pero lo es más
aún tener en cuenta a los necesitados y a los que, por decirlo así, no va a devolverte
el regalo porque sólo esos son los Dios mira con ojos buenos y magníficos.
JESÚS, ayúdanos a devolver bien por bien.
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