Viernes VI del tiempo
ordinario
Mc 8,34-9,1
“En aquel tiempo, Jesús llamando a la gente a la vez que a sus
discípulos, les dijo: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué
le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues, ¿qué puede
dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se
avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles’.
Les decía también: ‘Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que
no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios’”.
COMENTARIO
Negarse a sí mismo
Jesús
sabía que, para seguirle, había que dejar mucho atrás. Por ejemplo, todo
aquello que supusiera un obstáculo para admitir, en el corazón de quien
quisiera hacerlo, el Reino de Dios, debía ser eliminado.
Ganar la vida eterna
Jesús
quería atraer a todos hacia Dios. Por eso, como sabía que la vida eterna se
gana como hay que ganarla, recomendaba preferir la eternidad a este mundo donde
todo lo corroe la polilla y donde todo acaba muriendo.
Negar a Cristo
Jesús
tiene en cuenta que negarlo a Él es hacer lo mismo, exactamente lo mismo, con
Dios. Por eso avisa acerca de que no se le puede negar (ocultando la fe, por
ejemplo) porque Dios, que todo lo ve, no puede admitir que se niegue al Creador
de uno mismo.
JESÚS, quieres
que todos los hijos de Dios estén con el Padre. Por eso recomiendas lo mejor
para nuestra existencia. Ayúdanos a no olvidar lo que, de verdad, nos conviene.
Eleuterio Fernández Guzmán
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