Recordamos, como tantas otras veces, la muerte del Hijo de Dios.
Sabemos que murió voluntariamente y que tenía que cumplir una misión
que, con su muerte, se perfeccionaba.
Gracias Jesucristo por aceptar una muerte así,
Gracias Jesucristo por querer salvar a tus hermanos,
Gracias Jesucristo por someterte a la Voluntad de tu Padre del Cielo,
Gracias Jesucristo, hermano, por ser hermano hasta la últimas consecuencias,
Gracias Jesucristo por derramar tu santísima sangre,
Gracias Jesucristo por ayudarnos a comprender tu entrega.
Nosotros, que tan pecadores somos, sólo podemos agradecer al Hijo de Dios que fuera, exactamente, Hijo.
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