Mt
16, 24-28
COMENTARIO
Todo, en
este texto del Evangelio de San Mateo, tiene que ver con la salvación eterna.
Vamos, con lo que nos conviene saber si es que queremos salvarnos. Y es que el
Hijo de Dios vino al mundo a eso: a que nos salváramos. Por eso nos habla de
que debemos seguirlo… cargando con nuestra propia cruz… o cruces.
Lo que
importa bien que lo sabe Jesucristo: no vale el mundo ni lo que, en él, podamos
atesorar. Lo único que debemos tener en cuenta es que, al final de la vida,
seremos examinados en el amor y que arruinar, ahora, nuestra alma, no vale más
que para atraernos la desgracia eterna.
El caso es
que no se guarda nada Jesucristo. Lo dice todo. Y, sobre todo, aquello que es
más importante para nosotros, simples mortales que, un día, seremos juzgados
por Dios: eso, el Todopoderoso nos pagará según haya sido nuestra conducta
material y espiritual en vida. Por eso debemos negarnos a ser nosotros para
seguir a Jesucristo.
JESÚS, ayúdanos a ser capaces de seguirte y a
negarnos a nosotros mismos sin soberbia alguna.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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