Miércoles
XVI del tiempo ordinario
Mt 13,1-9
“En aquel tiempo, salió
Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él,
que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la
ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: ‘Una vez salió un
sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino;
vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían
mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en
cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras
cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en
tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que
tenga oídos, que oiga’”.
COMENTARIO
Había
muchos que querían saber lo que Jesús decía. Por eso, en muchos textos del
Nuevo Testamento se refleja la circunstancia de que eran, en efecto, muchos los
que le seguían. Allí donde estuviese otros lo buscaban.
En
esta ocasión les hace espiritual frente con la parábola del sembrador. En este
caso es Dios quien sale a sembrar su voluntad y su ley. Y hay quienes la acogen
de forma impetuosa pero, luego, la olvidan. Y hay quienes, así, la acogen mejor
o peor e, incluso, quienes la acogen perfectamente y dan mucho fruto.
Ante
aquello que decía, el Maestro hace uso de una expresión que utiliza otras
muchas veces. Y es que decir que quien tenga oídos que oiga es lo mismo que
manifestar que todo el mundo puede hacer lo posible para aceptar aquello que
les está diciendo.
JESÚS, ayúdanos a aceptar tu santa Palabra.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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