17 de marzo de 2016

Mantenerse en la Palabra de Dios


Jueves V de Cuaresma
Jn 8,31-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: ‘Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres’. Ellos le respondieron: ‘Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?’. Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre’.

Ellos le respondieron: ‘Nuestro padre es Abraham’. Jesús les dice: ‘Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre’. Ellos le dijeron: ‘Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios’. Jesús les respondió: ‘Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado’”.

COMENTARIO

Jesús insiste muchas veces en lo mismo porque, al parecer, hay quien no quiere entender lo que es importante. Deben escucharlo a Él y así demostrarán que son discípulos suyos. Otra forma no hay.

Ellos, además, no entienden que la peor esclavitud es la del pecado. Y ellos llevan mucho tiempo violentando la Ley que Dios les dio. Por eso deben ser libres y sólo podrán serlo si aceptan a Jesús como el Mesías.

Jesús se lo dice con toda claridad: tratan de matarlo. Por eso les dice, por activa y por pasiva, que han de seguirle a Él que ha conocido a Abrahám en el definitivo Reino de Dios, en la Casa del Padre.

JESÚS, ayúdanos a no ser tan tercos como aquellos que te perseguían.


Eleuterio Fernández Guzmán

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