Miércoles XXIX del
tiempo Ordinario
Dijo Pedro: ‘Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?’. Respondió el Señor:’«¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
‘Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más’.
Estar atentos a la llegada de Cristo
En muchas ocasiones
Jesús nos hace ver que es muy importante tener en cuenta que Él ha de volver y
que, entonces, seremos juzgados.
Descuidarse en asuntos espirituales
Es posible que no nos
interese estar siempre pendientes de cuál es la voluntad de Dios. Miraremos
para otro lado y no atenderemos lo único
que nos importa que es, precisamente, nuestra salvación eterna.
Consecuencias de lo que hacemos
Jesús lo dice con toda
claridad: lo que hagamos tiene consecuencias para la eternidad: si hacemos
bien, seremos recompensados; si hacemos mal, nos espera el llanto y el rechinar
de dientes.
Eleuterio Fernández
Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario