7 de junio de 2013

Ovejas perdidas a veces somos




Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Lc 15,3-7

“En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a los fariseos y maestros de la Ley: ‘¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, contento, la pone sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión’”.

COMENTARIO

Jesús se dirigía en parábolas a sus oyentes porque era la mejor manera de que llegase a su corazón el mensaje que quería darles. Ellos escuchaban con gusto porque, para la mentalidad de entonces, era una buena forma de enseñar y de aprender.

La que corresponde a la oveja que se pierde tiene mucha relación con aquellos mismos que escuchaban entonces a Jesús. Ellos se creían en la seguridad de estar en la Ley de Dios pero, en realidad, estaban en la ley que ellos habían hecho con la del Creador. En realidad, estaban perdidos y Jesús había venido a llevarlos, de nuevo, al redil verdadero de Dios.

Dice Jesús que el cielo, Dios, se alegra mucho porque un pecador se convierta. En realidad se lo dice para que comprendan que deben convertirse y no creerse tan justos como ellos se creían que eran.


JESÚS, aquellos que te escuchaban decirles la parábola de la oveja perdida, estaban en la seguridad de que eran justos y que poco o nada podían aprende de Ti. Y eso es, justamente, lo mismo que en demasiadas ocasiones nos pasa a nosotros.





Eleuterio Fernández Guzmán


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