Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Lc 15,3-7
“En aquel tiempo, Jesús dijo esta
parábola a los fariseos y maestros de la Ley: ‘¿Quién de vosotros que tiene
cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el
desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la
encuentra, contento, la pone sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a
los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja
que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el
cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que
no tengan necesidad de conversión’”.
COMENTARIO
Jesús se dirigía en parábolas a sus
oyentes porque era la mejor manera de que llegase a su corazón el mensaje que
quería darles. Ellos escuchaban con gusto porque, para la mentalidad de
entonces, era una buena forma de enseñar y de aprender.
La que corresponde a la oveja que se
pierde tiene mucha relación con aquellos mismos que escuchaban entonces a Jesús.
Ellos se creían en la seguridad de estar en la Ley de Dios pero, en realidad,
estaban en la ley que ellos habían hecho con la del Creador. En realidad,
estaban perdidos y Jesús había venido a llevarlos, de nuevo, al redil verdadero
de Dios.
Dice Jesús que el cielo, Dios, se
alegra mucho porque un pecador se convierta. En realidad se lo dice para que
comprendan que deben convertirse y no creerse tan justos como ellos se creían
que eran.
JESÚS, aquellos que te escuchaban decirles la parábola de la oveja
perdida, estaban en la seguridad de que eran justos y que poco o nada podían
aprende de Ti. Y eso es, justamente, lo mismo que en demasiadas ocasiones nos pasa
a nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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