Autor: José Antonio Ullate Fabo
Editorial: Gaudete
Páginas: 288
Precio aprox.: 14 €
ISBN: 978-84-936787-4-6
Año edición: 2011
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Guía católica para el Camino de Santiago (José Antonio Ullate Fabo)
Resulta sintomático que un libro sobre el Camino de Santiago se califique como “católico”. ¿Es la Ruta Jacobea lo que fue?
A esta pregunta responde, con su libro, José Antonio Ullate Fabo. También cuando dice que “El Camino ha sido dado por muerto en muchas ocasiones y para asombro de racionalistas y de algunos espirituales, ha permanecedlo inalterable en su identidad original” (p. 45) responde, en cierto modo, a la misma.
La “Guía católica para el Camino de Santiago” que he leído con gusto y gozo pues se lee de forma muy amena es, exactamente lo que dice, ca-tó-li-ca en el exacto sentido del término. Además, físicamente es muy manejable, de manera que puede ser llevada por el peregrino sin aumento excesivo de peso ni molestia por sus dimensiones. Es, por ello, un libro de bolsillo físico pero también de bolsillo del alma, para llevarlo cerca de ella.
Leyendo el libro se siente uno como si estuviera haciendo el Camino de Santiago y si se va, además, acompañado por las narraciones que aporta en el apartado titulado “Ultreya” en las que se lee, por ejemplo, acerca del milagro El Cebrero (pág. 98) o de las perdonanzas (pág. 325), lo hacen ameno, bueno, benéfico para el alma, delicioso para el corazón y, en fin, sabroso para el intelecto, valga la expresión. Y, sin embargo, se trata, sobre todo, de una guía de carácter, digamos, espiritual y profunda donde importa lo que supone y es el camino católico que lleva hasta Santiago de Compostela y una guía para hacer lo que llama Ullate Fabo “una singular peregrinación” (p.18) en la que se ha de buscar, con franqueza, hacer el Camino en su verdadero sentido y no sólo caminar por caminar o cumplir algún tipo de apuesta personal. Al fin y al cabo, la “parte mejor” del Camino es su “ordenación sobrenatural” (p. 19) que, muchas veces, se deja de lado.
No podemos olvidar, tampoco, la presencia de la Virgen. Dice el autor del libro que “sin María no hay Camino y para hacer el Camino hay que arrimarse a María” (p. 155). Por eso, “el peregrino tiene la hermosa ocasión de saludar de seguido a la Virgen en sus populares efigies, en las iglesias y en los cruceros, rememorando las piadosas manos que tallaron las amorosas imágenes, hermanándose con las generaciones pretéritas de devotos que han hecho un alto en el Camino para entretenerse con su madre” (p. 159)
No puedo dejar de mencionar, por supuesto, los cuatro apéndices, cuatro, que acompañan al libro de Ullate Fabo. Así, la Bula Deus Omnipotens a través de la cual el papa León XIII confirma que los restos encontrados son los del Apóstol Santiago y sus dos discípulos o el referido a lasGracias Pontificias a favor de los peregrinos o el relativo a Algunas devociones para el Camino o, por terminar, el que se refiere a la Liturgia en el Camino y, en concreto, al Misal de Vic de 1038 en el que se pueden encontrar bastantes oraciones en, digamos, beneficio de aquellos que hacen el Camino de Santiago. Todo ello muy recomendable y muy católico o, mejor, al revés.
Y ya para terminar, cuando se lee un libro con intención de decir algo sobre el mismo, se debe hacer una recomendación de a qué tipo de personas puede ir dirigido. En este caso particular deberían ser las siguientes:
-Para aquellos caminantes que quieran comprender el significado del Camino de Santiago.
-Para aquellos caminantes que traten de hacer un Camino de Santiago conforme a su verdadero sentido.
-Para aquellos creyentes católicos que no sepan, con exactitud, el fundamental espiritual del Camino de Santiago.
-Para aquellos creyentes cristianos que quieren acoger en su corazón el sentido católico del Camino de Santiago.
-Para toda aquella persona que quiera, con franqueza, caminar hacia Santiago de Compostela de forma libremente correcta.
Me gustaría terminar con una frase que dice mucho de lo que este libro significa. Lo escribe su autor muy pronto (p. 22) y es que “Ésta es una herramienta para retirar la herrumbre y el polvo que ocultan el genio y el carácter del Camino, algo que favorecerá que cada caminante se entretenga en sus propios pensamientos jacobeos, sin copiar los de nadie, tampoco los míos, al mismo tiempo que se deja “hacer” por el propio Camino”.
Eleuterio Fernández Guzmán
Yo hice el camino de Santiago hace 5 años. Pero, según parece, no era como yo pensaba que tenía que ser. Siempre hay personas que van por pasear o por hacer amigos pero la fe... no parece que mueva a muchas personas.
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