19 de octubre de 2019

No negar nunca a Cristo



Lc 12, 8-12

“8 'Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. 9 Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios'. 10 'A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. 11 Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, 12 porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir'”.


COMENTARIO

Debemos confiar en Dios y en su santa Providencia. Eso es lo que podemos deducir de las palabras santas de Jesucristo en este texto del Evangelio de San Lucas. Y es que es la única manera que puede conducirse un hijo del Creador.

Sabe, por otra parte, Jesucristo, que habrá muchos discípulos suyos que, en momentos de tribulación, no van a alejarse de Quien los estaba amando tanto. Esos serán defendidos por el Hijo ante el Padre.

Pero, tristemente, también habrá que se aleje de Jesucristo por miedo o por conveniencia o por cualquier otra excusa. Y tales discípulos no pueden ser tenidos en cuenta ante Dios porque han defraudado la confianza que había puesto en ellos.


JESÚS, ayúdanos a nunca negarte ante los hombres.

Eleuterio Fernández Guzmán


17 de octubre de 2019

La Verdad en boca de Jesucristo

Lc 11, 47-54
"¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros erigís monumentos.
'Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan a esta generación cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. '¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido.'

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca."

COMENTARIO

Es cierto y verdad que el Hijo de Dios, como se dice popularmente, sabía que debía leer la cartilla a más de uno de sus contemporáneos aunque, en realidad, la gran mayoría de aquellos que le escuchaban debían aprender más que mucho de su Palabra. Por eso sigue poniendo las cartas sobre la mesa a los que le escuchan. Y muchos de ellos son, por decirlo así, sabios y poderosos en su tiempo o, al menos, los primeros son considerados así. Y es a ellos a quienes les hace ver que no actúan conforme a la Voluntad de Dios.
El caso es que aquellos que se sentían más “ofendidos” por las palabras de Jesucristo son los que, no por casualidad, buscan cogerlo en un renuncio espiritual. Y es que quieren que el pueblo se dé cuenta de que aquel Maestro se equivoca y así, quitarse algo de la culpa que se les ha caído encima.
Sabemos, de todas formas, que Cristo no se equivocaba, para nada, en cuanto decía. Y menos, seguramente, en esto.

JESÚS, gracias por decir siempre la verdad, la Verdad.

Eleuterio Fernández Guzmán

16 de octubre de 2019

La Verdad es siempre la Verdad


Lc 11, 42-46

"'Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la  ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin omitir aquello.¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!' Uno de los legistas le respondió: '¡Maestro, diciendo estas cosas también nos injurias a nosotros!' Pero él dijo: '¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!'"
COMENTARIO

Ciertamente, en tiempos del Hijo de Dios, en los Últimos Tiempos llegados entonces, había quien no quería, para nada, a Jesucristo. Y queremos decir con esto, como es conocido por todos, que lo único que querían era, sencillamente, matarlo. Por eso no es nada extraño que Jesucristo les llamara la atención y que fuera tal llamada de atención lo que más los enfadara. Y es que no les decía palabras bonitas ni gratas de escuchar sino, por decirlo así, la pura y exacta verdad.
Aquellas personas, fariseos y maestros de la Ley, no querían saber nada de quien les decía que no hacían bien las cosas sino que no seguían la Voluntad de Dios, Aquel a quienes todos, al parecer y según decían, amaban cuando, en realidad, no seguían sino, en todo caso, disimulando.
Jesucristo, no lo podemos negar, se arriesgó mucho diciendo lo que les decía pero es más que cierto que donde era sí, Él debía decir sí y donde era no, no. Y bien que lo hacía.

JESÚS, gracias por ser tan franco y tan valiente.

Eleuterio Fernández Guzmán

15 de octubre de 2019

Descansar el corazón en Jesucristo

Mt 11, 25-30
"En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: 'Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu  beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.'"

COMENTARIO

No podemos negar que el Hijo de Dios cumplió más que bien la misión que le había encargado su Padre, Dios Todopoderoso. Y es quería que sus hermanos los hombres conocieran que era posible refugiarse en su corazón y seguir, además, aquello que les decía y que, desde entonces, nos ha dicho a todos sus hermanos.
Sabe Jesucristo que Dios ocultó aquello que era importante a los que eran considerados como “sabios” pero, en realidad, poco conocían o parecían conocer de la verdadera Voluntad de Dios. Y, al contrario, todo lo mejor se lo hizo ver a los que tenían el corazón dispuesto a aceptarla.
Jesucristo quiere, ansía, que vayamos a Él. Y quiere eso, primero, porque nos quiere y, luego, porque sabe que acudiendo a su corazón nuestra vida encontrará el camino hacia el definitivo Reino de Dios y descansaremos en Él.


JESÚS, gracias por tu bondad y tu misericordia.

Eleuterio Fernández Guzmán

14 de octubre de 2019

Convertirse a Dios Todopoderoso


Lc 11, 29-32

"Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: 'Esta generación es una generación malvada; pide un signo, pero no se le dará otro signo que el signo de Jonás. Porque así como Jonás fue signo para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.'"


COMENTARIO

Como es bien sabido, el pueblo judío de tiempos de Jesucristo estaba necesitado de signos. Por eso quería que, cuando el Hijo de Dios sostenía algo espiritual lo corroborara con algo que mostrara que era, en verdad, Quien decía que era. Querían, por tanto, un signo.

Jesucristo, sin embargo, sabía que no necesitaba más signo que él mismo. Y diera la impresión de que se enfada porque se da cuenta de que aquellos que le escuchan nada de nada de lo que dice.

Aquellos que, en fin, quieran convertirse a Dios Todopoderoso deben darse cuenta de que quien importa es, precisamente, Dios mismo y su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo.


JESÚS, gracias por advertirnos de la necesidad de conversión.

Eleuterio Fernández Guzmán