29 de julio de 2017

Confiar en el poder de Dios


Lc 10,38-42

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. 20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.  21 Dijo Marta a Jesús: 'Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.' 23 Le dice Jesús: 'Tu hermano resucitará.' 24 Le respondió Marta: 'Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.' 25 Jesús le respondió: 'Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?' 27 Le dice ella: 'Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.'”


COMENTARIO

Que Marta y María estaban tristes por la muerte de su hermano Lázaro era cosa natural. Que también lo estuviera su amigo Jesús era lo más normal del mundo. Pero que pasara lo que iba a pasar en pocos minutos no lo era tanto pues era cosa de Dios.

Marta, aquella joven que había dicho, en una ocasión a Jesús que estaba algo enfadada por la actitud de María, su hermana, de no trabajar para escucharlo, tuvo que volver a escuchar a Jesús lo que era importante: confiar en su persona.

El Hijo de Dios lo dice con toda claridad: es la resurrección y quien confía en esto y cree en él tendrá la vida eterna. Por eso, aunque esto no conste en el texto traído hoy aquí, Lázaro volverá a la vida en cuanto se lo pida a Dios Quien es Dios hecho hombre.

JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán


28 de julio de 2017

Una parábola para bien entender


 Mt 13,18-23

18 'Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. 19 Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. 20 El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; 21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida. 22 El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. 23 Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.'”


COMENTARIO

Que Jesús hable en parábolas es debido a lo que, aquellos que le escuchan, no acabarían de entender con un lenguaje más profundo. Por eso la que es del sembrador plantea diversas situaciones de quien recibe la Palabra y la Ley de Dios.

El sembrador es Dios que, con una santa y misericordiosa voluntad, quiere que sus hijos los hombres conozcan lo que es importante que conozcan.  Y siembra. El Todopoderoso siembra en el corazón de sus hijos lo que sabe que es importante. Otra cosa es como se recibida tal siembra.

La Palabra de Dios puede caer, en el corazón, de muchas formas. Las hay de todas formas y colores. Así, por ejemplo, desde quien todo lo recibe con gran ansia pero pronto la pierde hasta quien la recibe muy bien y produce mucho. Y tal es la situación, la última, que quiere Dios de nosotros, sus hijos.


JESÚS, ayúdanos a ser terreno fértil donde la siembra de Dios fructifique.

Eleuterio Fernández Guzmán


27 de julio de 2017

Poder entender a Dios

Mt 13, 10-17

10 Y acercándose los discípulos le dijeron: '¿Por qué les hablas en parábolas?' 11 El les respondió: 'Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. 12 Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 13 Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. 14 En ellos se cumple la profecía de Isaías: = Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. = 15 = Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane. = 16 '¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! 17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. 18 'Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.”


COMENTARIO

Como sabemos, el Hijo de Dios sabía que no todos los que le escuchaban podían entender lo que les decía. Por eso les habla de forma que, al menos los escogidos por Él, sus Apóstoles, pueden entender.

En realidad, todo eso ya había sido escrito en las Sagradas Escrituras judías. Es decir, nada nuevo estaba sucediendo porque todo estaba en el corazón de Dios. Muchos, claro, no sabían a lo que se refería Jesucristo, aquel Maestro que enseñaba con autoridad. Otros, sin embargo, sí.

Lo bien cierto es que aquellos que, siglos atrás, habían querido ver el momento del Mesías, habían muerto sin verlo. Y ellos, aquellos doce que había escogido Jesucristo tenían el privilegio de ver, escuchar y comer con Aquel que había sido enviado por Dios.



JESÚS, ayúdanos a entender tus santas Palabras.


Eleuterio Fernández Guzmán

26 de julio de 2017

La semilla del sembrador

Mt 13,1-9

En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: ‘Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga’”.


COMENTARIO

Muchos querían escuchar a Jesucristo. Esto quería decir que, entre los corazones de su tiempo, los había que habían aceptado lo que decía. Por eso esperaban sus palabras.

La parábola del sembrador es una que lo es importante porque muestra hasta dónde puede llegar la Palabra de Dios o cómo en los corazones se asienta. Y la pone sobre la mesa para que todos entiendan o, al menos, para que alguno entienda.

La semilla que el sembrador, Dios, echa en el campo del corazón del hombre puede fructificar más o menos. Depende de las características de cada cual que la misma se asiente más o menos.

JESÚS,  ayúdanos a ser buenos campos donde fructifique tu semilla.


Eleuterio Fernández Guzmán


25 de julio de 2017

Lo que ha de quedar claro


Santiago apóstol, patrón de España

Mt 20,20-28


En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: ‘¿Qué quieres?’. Dícele ella: ‘Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino’. Replicó Jesús: ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?’. Dícenle: ‘Sí, podemos’. Díceles: ‘Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: ‘Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos’”.


COMENTARIO

No era nada extraño que los Apóstoles de Jesús tuvieran ambiciones. Unos más y otros menos podían pensar qué sería de sus vidas a lo largo de aquellos años, que hasta dónde iban a ir a parar con aquel Maestro. Y los Zebedeos no se quedaban atrás.

Jesucristo lo dice con toda claridad. Y es que ellos quieren los mejores puestos y hasta darían la vida por su Señor. Y, en efecto, eso es lo que harán a lo largo de los años. Sin embargo, es Dios quien decide el destino de cada ser humano.

Sin embargo, parece que hay algo que es muy importante y que nadie debía olvidar: servir. Sí, el servicio al prójimo es el mensaje que Jesucristo les deja a aquellos dos que quieren ser más que los demás.

JESÚS,  ayúdanos a servir.


Eleuterio Fernández Guzmán

24 de julio de 2017

No necesitar señal alguna


  
Lunes XVI del tiempo ordinario
Mt 12,38-42


En aquel tiempo, le interpelaron algunos escribas y fariseos: ‘Maestro, queremos ver una señal hecha por ti’. Mas Él les respondió: ‘¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.’”

COMENTARIO

Al parecer, al Hijo de Dios, no le importaba lo más mínimo decir las cosas como eran. Es decir, por muchos poderosos que tuviera delante no podía, sino, cumplir con la misión que tenía asignada y llamaba a las cosas por su nombre.

Aquellos allí presentes le pedían una señal. Es decir, no creían en sus palabras y, al parecer, tenían que ver algo que hiciera para convencerse de que era el Enviado de Dios. Pero Jesucristo, que conoce sus corazones, no puede satisfacer tal curiosidad insana.

Pero hay algo más. Y es que Jesucristo sabe que ha de llegar un día en el que habrá un Juicio Final. También sabe que Dios es muy bueno pero tiene muy buena memoria y no olvida ciertas actuaciones. ¿Es que necesita el Todopoderoso dar señales de su poder pudiendo mirar a nuestro alrededor?

JESÚS,  ayúdanos a no ser necios ante lo que vemos.

Eleuterio Fernández Guzmán


23 de julio de 2017

Domingo, 23 de julio de 2017 – Parábolas de la Verdad





Domingo XVI (A) del tiempo ordinario
Mt 13,24-43

En aquel tiempo, Jesús propuso a las gentes otra parábola, diciendo: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. 

Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’. Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero’’. 

Otra parábola les propuso: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas’.

Les dijo otra parábola: ‘El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo’. 

Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’. 

Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: ‘Explícanos la parábola de la cizaña del campo’. Él respondió: ‘El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’”.

COMENTARIO

No podemos negar que Jesús lo dice todo con una claridad meridiana. Y en este texto del Evangelio de San Mateo se refiere, más que nada, a la vida tras la muerte y a qué sucederá cuando vuelva al mundo a juzgar a vivos y a muertos.  

Las parábolas del Hijo de Dios nos sirven mucho para comprender la voluntad de Dios. Y es que en ellas se refleja qué es lo que, para el Todopoderoso, debemos tener en cuenta y no olvidar nunca porque proviene, lo bueno, de su santa voluntad y de su corazón santo.

Semillas y levadura. Ambas del mundo de la naturaleza y que nos dicen mucho si las relacionamos con el Reino de Dios. Ahora bien, las debemos tomar más que en serio porque, de otra forma, nos equivocaremos más de una vez y más de dos.

JESÚS,  ayúdanos a comprender la voluntad de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán