31 de diciembre de 2012

Jesús vino y muchos no le recibieron




Jn 1,1-18


“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.



Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.



La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.



Juan da testimonio de Él y clama: ‘Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.”


COMENTARIO

No resulta fácil imaginarse en acto mismo de la Creación por parte de Dios. Queda muy lejos de nuestra menguada capacidad humana llegar a una tal realidad. Algo, sin embargo, es cierto: a través de la Palabra todo se creó.

El hombre, sin embargo, no siempre está dispuesto a recibir lo que es bueno para él. Incluso se permite el lujo, imperdonable, de rechazar a Quien es la luz y es la vida eterna. Por eso la Palabra, Cristo, habitó entre nosotros y muchos, muchos, no la recibieron.

Es por Jesucristo por Quien nos ha llegado la Verdad. Vino y trajo la Verdad de Dios consigo porque era Dios hecho hombre. Sólo Él ha visto al Padre y sólo a través de Él podemos tener conocimiento de la vida eterna.


JESÚS,  es cierto que venías en nombre de Dios pero también es cierto que muchos miraron para otro lado cuando no directamente contra Ti. Nosotros, para nuestra desgracia, hacemos muchas veces lo mismo. Y es a sabiendas.



Eleuterio Fernández Guzmán


30 de diciembre de 2012

Cumplir la misión de parte de Cristo





Lc 2,41-52


“Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: ‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando’. Él les dijo: ‘Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’. Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres."


COMENTARIO

María y José cumplen con las tradiciones judías y a los 12 años de edad Jesús es llevado al Templo. Pero allí va a hacer algo más que entrar en el mismo con todo el derecho. Va a cumplir parte de su misión.

Es lógico que los padres del Hijo de Dios se preocupen porque no lo encuentra. Cuando, al fin, al buscarlo, lo encuentran en el Templo dialogando con personas sabias y entendidas en la Ley de Dios a ellos sólo les preocupa su hijo Jesús pero no lo que Él está allí haciendo.

Jesús lo dice con toda claridad: ha de ocuparse de las cosas de su Padre. Eso es lo que hace dándose a conocer como joven sabio que deja atónitos a los que con Él conversan. María actúa como madre y es natural que ni ella ni José comprendan lo que ha pasado.

JESÚS,  tus padres se preocupan por ti pero no acaban de entender qué hacías en el Templo sin estar con ellos. Algo así nos pasa a nosotros cuando no queremos entender cuál es tu misión en nosotros.



Eleuterio Fernández Guzmán


29 de diciembre de 2012

Ser fieles a Dios


Lc 2, 22-35

“Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel’.

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones’”.


COMENTARIO

José y María cumplen con la Ley. Establece la misma que el hijo primogénito ha de ser presentado en el Templo para consagrarlo al Señor. Y eso hacen aquellos que estaban destinados a ser padres del Hijo de Dios.

Simeón dice sobre lo que es y, sobre todo, sobre lo que tiene que ser. Reconoce, primero, en Jesús, al Mesías y, luego, profetiza acerca de lo que va a pasar con aquel pequeño que están llevando a la Casa de Dios. Y hay mucho bueno y, también, algo que no es tan bueno.

Por Jesús muchos cambiarán su corazón y muchos, al contrario, caerán en las profundidades del abismo al no creer en Él. Y mientras, a María, algo así como un gran dolor le ha de atravesar su corazón. Había visto, seguro, aquel anciano justo, la muerte injusta del Mesías.


JESÚS, cuando te llevaron al Templo se cumplía la voluntad de Dios. Tus padre, así, fueron fieles. Nosotros, sin embargo, nos cuesta tanto trabajo ser fieles a Dios y a su Ley…



Eleuterio  Fernández Guzmán

28 de diciembre de 2012

Inocentes, siempre inocentes









Una voz se escucha en Ramá: gemidos y llanto amargo: Raquel está llorando a sus hijos, y no se consuela, porque ya no existen” (Jr 31,15).

Siempre me he preguntado la razón por la cual el día en el que recordamos una matanza hay personas que les da por mentir y por hacer broma a costa de aquellos muertos que, no deberíamos olvidar, son tan nuestros…

A lo mejor es algún tipo de perversidad humana que gusta de disfrutar con el llanto ajeno…

Ciertamente, las personas que, en sus primeros años de vida, murieron a manos de la perversidad y el egoísmo, dieron su sangre para que se salvara la del Hijo de Dios y fueron, para los creyentes, mártires que, en su diminuta existencia, ya eran santos.

No extraña, por eso mismo, que se les llame Santos Inocentes porque eran, como santos, privilegiados desde el corazón de Dios y, como no culpables de nada, amados especialmente por el Creador tal como, luego, haría Jesucristo con los más inocentes de todos sus contemporáneos a los que tan a gusto permitía que se acercaran y a los que ponía como ejemplo del tipo de actuación que se tenía que llevar a cabo.

Ponía a los más desfavorecidos de la sociedad como espejo donde mirarse. Así era nuestro hermano en cuya persona y nombre muchos murieron.

Y, sin embargo, hoy día también hay muchos inocentes que tratan de matar a base de malas artes y de manipulaciones. Tampoco ha cambiado mucho el Mal porque sigue actuando con malas artes y aprovechándose de la inocencia de muchos de los hijos de Dios.

¿Qué cantidad de niños son abortados, al año, en nuestras “cristianas” naciones?

Bien sabemos que son muchos, demasiados y que, por eso mismo, el número de inocentes se incrementa cada día.
¿En nombre de quién son matados?

Aquel Rey que buscaba acabar con la vida de Quien, al parecer, amenazaba su reino tiene, ahora mismo, sus émulos, pues muchos son los que creen que, como aquel otro, pueden disponer de la vida ajena y hacer con ella lo que les plazca o lo que el egoísmo de otros les parezca.

A eso lo llaman progreso y a matar, derecho.

Y también estos son inocentes y, en el sentido de aquellos otros, santos también a los ojos de los que creemos que la vida es importante desde que se inicia, tras la fecundación y no después (aunque, claro, también después)

Muchos, por una parte, estarán haciendo mofa de aquellas personas que dieron su vida para que Cristo no diera la suya. Ellos no sabían nada del por qué de aquella injusta muerte pero nosotros, los que sí sabemos la sinrazón de la misma no podemos olvidar su sacrificio porque es importante y fue decisivo para la historia de la humanidad.

Sin embargo, otras personas no están a lo que hay que estar porque, ciertamente, la forma de considerar temas tan importantes como éste es, sin duda, distinta.
Depende, todo, del corazón de cada cual.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Soto de la Marina

Santos e Inocentes



  
Mt 2,13-18

“Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo’.

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: ‘Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen’".

COMENTARIO


José obedece siempre a Dios. Desde que supo que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo nada ha hecho que no sea no llevar la contraria al Creador que, ahora, a través de su Ángel, le  transmite la terrible noticia de que Herodes quiere matarlo porque teme que quiera sustituirle como Rey.

El Mal, que nunca descansa, no podía, en esta ocasión, hacer otra cosa que lo que hizo. Al pretender matar a todos los niños que, más o menos, tuvieran la edad de Jesús, aquel poderoso matarife se cavó la tumba del infierno.

Se cumple, otra vez, la Santa Escritura. Aquellas madres que lo eran de aquellos inocentes, y santos, lloran con desconsuelo la muerte injusta de sus hijos. Y Dios, desde la eternidad, acepta su llanto como una santa ofrenda de dolor.


JESÚS, aquellos que murieron por ti fueron, seguramente, los primeros mártires por tu causa. Nosotros, sin embargo, buscamos, en lo posible, eludir el dolor o cualquier realidad que nos puede afectar en forma negativa.






Eleuterio Fernández Guzmán


27 de diciembre de 2012

Respeto y libertad



Pablo Cabellos Llorente









El tema de la libertad es apasionante y suscita pasiones, tantas que,  incluso en su nombre, viene a ser maltratada por la falta de respeto a opiniones diferentes u opuestas a la propia. No es infrecuente el trato poco respetuoso, no ya con las ideas diversas, sino también con las personas que las defienden o exponen.

No sé si yo lo habré hecho siempre bien -muy probablemente, no-, pero nunca deseo insultar o descalificar a las personas. Y si alguna vez lo efectué, pido disculpas. Por muchos motivos, pero principalmente por la dignidad de la persona que tanto tiene que ver con la práctica de su libertad. El respeto es un modo de ejercer el libre albedrío. También la falta de respeto es actuación de la libertad, pero lo entiendo como  un operar fallido de esta gran potencia humana.

El hombre es dueño de sus fines porque tiene la capacidad de perfeccionarse a si mismo alcanzándolos. Entiendo que la persona es libre cuando es dueña de sus actos, de su interioridad y de la manifestación de la misma. Ése es un señor. De la posesión de una intimidad libre brotan los derechos a la libertad de expresión y de opinión, el de la libertad religiosa, el de vivir conforme a las propias convicciones. Por eso me parece que la crítica vitriólica, por irrespetuosa, puede manifestar una personalidad con un interior malogrado de algún modo, tal vez culto, pero manifestado más con las vísceras que con la razón, aunque denomine razonables sus argumentos.

Un modo de respetar a todos en su búsqueda de la verdad y el bien, que sólo libremente pueden lograrse, es la actitud que conduce a pensar "qué puedo aprender aquí", en lugar de cavilar "cómo le atizo" sin apenas raciocinio. La verdad y el bien no están dados al ser humano, ha de elegirlos. Y es muy respetable todo el que los busca honestamente.

 Los sentimientos -escribió Yepes Stork- son como los sonidos del alma y, en su música expresan de algún modo la armonía o desarmonía interior. El sentimiento del respeto es ahora menos frecuente, pero respetar es ya una forma de apreciar, de valorar al otro. Quizá hoy día aflora menos por aquello que dijo A. Camus: "el hombre es la única criatura que se niega ser lo que ella es".


P.Pablo Cabellos Llorente


Vio y creyó


  
Jn 20, 2-8

“El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.’”

COMENTARIO

Era lógico que los discípulos más allegados a Cristo tuvieran miedo cuando lo mataron de la forma que lo mataron. Sin embargo no todos lo tienen en el mismo nivel y en el mismo sentido. Por eso María Magdalena acude al sepulcro.

Cuando María Magdalena les dice a los suyos que se habían llevado el cuerpo del Maestro, algunos de ellos, llevados por el espanto, acuden rápidamente al sepulcro. Unos corren más que otros pero los que acuden tienen la suficiente fe como para ir corriendo.

Juan, el discípulo más joven de aquellos más allegados a Jesús, corre más pero tiene miedo. Ama mucho al Maestro y, por eso mismo, no se atreve a entrar y ver que no está el cuerpo. Pero luego, cuando lo hace el primero de entre ellos, Pedro, se atreve a entrar. Y dice el texto “vio y creyó” porque comprendió, en el acto, que todo lo que les había dicho Jesús, era cierto y todo se había cumplido.

JESÚS, aquellos que te seguían tenían miedo. Eran seres humanos y, aunque todos te querían, sólo algunos de ellos corren a tu sepulcro. Tuvieron mucha fe que es, justamente, lo contrario a lo que nos pasa a nosotros en demasiadas ocasiones: falta de fe.




Eleuterio Fernández Guzmán


26 de diciembre de 2012

Confiados en Dios






Mt 10, 17-22

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: ‘Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará’”.


COMENTARIO

Confiar en Cristo es un consejo que muy bien nos da, les da entonces el Maestro a sus discípulos. No se trata de actuar así por ningún tipo de seguridad vacía sino porque es más que cierto que, por ejemplo, el Espíritu Santo, siempre nos asistirá.

Jesús promete, y lo hace a conciencia de saber qué va a pasar, que sus discípulos van a ser perseguidos por el mundo. Entonces serán juzgados por una injusta justicia. Ellos, o sea, nosotros, debemos confiar en que el Espíritu Santo nos asistirá en tan mala situación.

Las persecuciones no han cesado desde entonces. Sin embargo, Jesús nos pide perseverancia que es lo mismo que decir que nos mantengamos firmes en nuestra fe. Sólo quien así actúe resultará salvado. No quien no actúe así.




JESÚS, tener en cuenta lo que puede pasarnos es una buena lección de humildad pero, sobre todo, con seguridad de lo que nos puede llegar a pasar. Sin embargo, a veces hacemos caso omiso a tus advertencias y morimos, así, por dentro.






Eleuterio Fernández Guzmán

25 de diciembre de 2012

Feliz Navidad



Deseo a todos los lectores de este blog una muy feliz Navidad y un año nuevo lleno del gozo en el Señor.









Eleuterio

24 de diciembre de 2012

 A todos los lectores de este blog les deseo una muy especial 








¡Que Dios les bendiga!






Eleuterio Fernández Guzmán

23 de diciembre de 2012

Isabel sabía que Cristo es Dios



Lc 1,39-45

“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”.


COMENTARIO

María supo encontrar en su corazón el amor suficiente como para dejarlo todo e irse con Isabel, prima suya y ya de edad avanzada pero que, por gracia de Dios, esperaba un hijo. Juan sería llamado y su misión ser quien bautizara a Cristo.

A Isabel el Espíritu Santo le sopla en su corazón. Ella acepta aquello que le dice. Va a tener un hijo por gracia de Dios. Y sabe que, cuando llega María a su casa lo hace la Madre de su Señor. Ha comprendido y ha aceptado lo comprendido.

Isabel sabe lo que María sabe. Ha habido labor intensa de parte del Ángel del Señor. Se cumplirá lo que Dios le ha prometido a María y ellas dos, primas hermanas, saben que el Creador ha hecho cosas grandes por el mundo.


JESÚS,  tu Madre y tu tía Isabel sabían que eras el Salvador del mundo. Creyeron y aceptaron. Nosotros, sin embargo, en demasiadas ocasiones parece que no lo creemos.



Eleuterio Fernández Guzmán


22 de diciembre de 2012

Magnífica María



Lc 1, 46-56

“En aquel tiempo, dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos’.

María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.”

COMENTARIO

Isabel hace mención a muchas realidades que son importantes. Pero María, su joven prima que la visita porque sabe que está embarazada, dice otras que con, incluso, más importantes porque se refieren a la intervención de Dios en la historia.

María dice grandes verdades de Dios: es misericordioso y es, además, santo. Pero dice también que aplica su justicia con rectitud. Por eso a los que atentan con su poder contra los necesitados los expulsa del poder y a los que sufren los cubre de bienes espirituales.

Como María sabía, se lo había dicho el Ángel Gabriel, que Isabel estaba embarazada de seis meses, se quedó con ella hasta que alumbró a Juan, que sería quien bautizara con agua a Jesús, hijo, a su vez, de aquella joven que acudió, solícita, en auxilio de su prima.

JESÚS, aquellas dos mujeres que conversan acerca de la gracia de tu Madre y acerca del poder de Dios, sabían a ciencia cierta que el Creador había tomado parte en sus vidas. Y tuvieron fe que es lo que, muchas veces, no tenemos nosotros.




Eleuterio Fernández Guzmán


21 de diciembre de 2012

Todas las noches son Nochebuena








Es bien cierto que los cristianos, aquí católicos, tenemos, en el 24 de diciembre un recuerdo muy especial porque traemos al hoy mismo el nacimiento del Hijo de Dios y Salvador nuestro.
Así, confirmamos nuestra fe y hacemos de tal fecha algo tierno y amoroso, llena de buenos recuerdos y pensamiento por los que nos dejaron para irse a la Casa del Padre. 

Sin embargo, quizá deberíamos traer a colación algo sin lo cual no deberíamos vivir y es el hecho de que, a diferencia de tener la Nochebuena como una que lo es, espiritualmente, perfecta para nuestro corazón, el resto de noches del año también deberían ser nochebuena.

Con eso no se quiere decir que no tengamos como importante la noche en la que recordamos el nacimiento de Cristo. Eso deber descartarse. Pero sí que deberíamos tener en cuenta, a partir del significado de tal momento que fue histórico qué representa para nosotros, los discípulos de Cristo, que viniera al mundo y que Dios se hiciera carne.

¿Qué supone al nacimiento de Jesús para los que nos consideramos hijos de Dios?

Por ejemplo, sabemos que el Creador se ha hecho hombre.

Por ejemplo, sabemos que, desde entonces, Jesús tiene hermanos que somos nosotros.

Por ejemplo, sabemos que desde entonces Dios muestra especial predilección por los pobres, por los pequeños en la fe, por los sencillos, por los limpios de corazón y, claro, por los pecadores a los que quiere sanar en su alma cual oveja perdida necesita que su pastor la devuelva al redil.
Por ejemplo, sabemos que desde entonces lo que es material ha de ceder a lo que es espiritual y que, por tanto, no importa tanto el escenario del nacimiento sino el considerar que la pobreza en la que nació Dios era la preferida por el Creador para que llegara a nuestro corazón la importancia de lo que no se compra con dinero sino que se adquiere con amor y entrega a los demás, Palabra hecha efectivo hacer.

Por ejemplo, sabemos que, desde entonces, todos los caminos han de conducirnos por la senda recta que nos lleva al definitivo reino de Dios y que todo debemos emplearlo en ser salvados por Quien crea porque también existen el purgatorio y el infierno.

Por ejemplo, no debemos olvidar que todo el género humano es creación de Dios y que debe saber que es creación de Dios. Así, la evangelización y el transmitir tal verdad han de ser el primer objetivo de nuestra vida como hijos de Dios.

Por ejemplo, por ejemplo, por ejemplo… todo aquello que, desde entonces, surgió para el mundo no puede quedar anquilosado en el recuerdo de un momento histórico sino que ha de ser llevado al cada ahora de cada día.

Y como no podemos olvidar que la creencia también es oración, del web católico de Javier tomamos la siguiente bendición de la cena de Nochebuena
“Señor, en una noche como ésta, hace ya tiempo, quisiste venir como un niño, con nombre y apellidos, en medio de los niños más pobres de la tierra. Cuando creciste, hablaste de cosas muy buenas, y dijiste que ya nadie es pobre, porque es hijo de Dios. Nosotros nos hemos reunido para cenar aquí hoy. Llevamos mezclada con nuestra alegría, los disgustos y las penas de todo el año.

Por ello queremos que bendigas nuestra mesa para que nos llenes de tu amor y de tu paz. Te pedimos hoy, que queremos que el mundo sea como una gran familia: sin guerras, sin miseria, sin drogas, sin hambre y con más justicia.
¡Jesús recién nacido!, que hoy en esta casa, acojamos tu palabra de perdón y de amor. Consérvanos unidos. Danos pan y trabajo durante todo el año. Danos fuerza y ternura para ser hombres de buena voluntad. Señor, sé bienvenido a esta casa, hoy y siempre.”

Así, hagamos siempre, extendamos a siempre lo que así se dice: recordemos que somos hijos de Dios, llevemos siempre la alegría que nos corresponde como hijos de Dios, sepamos soportar los sufrimientos que la vida nos depara, sepamos perdonar y mostrar amor por el prójimo. Además, no procuremos la separación entre los hijos de Dios sino, al contrario, procuremos la unidad que es lo que Cristo reclamaría mucho después de su nacimiento en su Última Cena sin olvidar que tenemos que aceptar a Dios en nuestra casa llamada, también, corazón.

Pues, para cuando llegue, pronto: ¡Feliz Nochebuena eterna!


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Soto de la Marina

Isabel lo supo



Lc 1,39-45

“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

COMENTARIO

María no duda ni por un instante lo que ha de hacer. En cuanto el Ángel se marcha, al poco tiempo, decide que tiene que ir a echar una mano a su prima Isabel, la esposa de Zacarías, que había quedado embarazada aunque todos la llamaban estéril.

Isabel, en cuanto se da cuenta de que María, su prima, ha venido a ayudarla, la bendice. En tal momento, el niño que lleva en su vientre, Juan que sería el Bautista, salta de alegría porque sabe que ha llegado su Señor.

Pero Isabel dice algo que es muy importante y que tiene mucha relación con la historia de la salvación: María ha creído lo que le ha dicho el Ángel y todo se cumplirá. Su fe ha podido más que su posible duda.


JESÚS, tu tía Isabel, madre de Juan el Bautista, sabe, de forma inmediata, que ha llegado quien la va a salvar. El Espíritu santo le ha soplado en el corazón y lo ha escuchado. Y eso es lo que, a veces, nosotros no hacemos. 

20 de diciembre de 2012

María, esclava de Dios



Lc 1, 26-38

“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’.

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin’.

María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’. El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios’. Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel dejándola se fue”.


COMENTARIO

Aquella joven que esperaba casarse con José llevaba una profunda vida de oración. María, con toda seguridad, no podía esperar que le Ángel del Señor se le presentara y la llamase “llena de gracia”. No debería extrañar que se conturbara bastante.

María escucha al Ángel. Es más que probable que estuviera pensando la respuesta que daría a quien se le presentaba pidiéndole algo muy importante. Y ella, en actitud orante, escucha que va a quedar embarazada y tendrá un hijo que será Rey y descendiente de David.

María acepta todo lo que le dice el Ángel Gabriel y acaba por pronunciar aquella palabra que ha facilitado la salvación de la humanidad y que ha hecho posible que la vida eterna no sea un sueño inalcanzable: fiat, hágase. Porque, además, María se llama a sí misma esclava del Señor. Y, en verdad, lo fue.


JESÚS, tu Madre, María, Virgen Inmaculada, dijo sí a tu Ángel. Desde entonces es ejemplo de mansedumbre y de humildad que es lo que, justamente, no somos, muchas veces, nosotros.




Eleuterio Fernández Guzmán


19 de diciembre de 2012

Mejor ser como Isabel



Lc 1, 5-25

“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’.

Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad’. El ángel le respondió: ‘Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo’.

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: ‘Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres’".

COMENTARIO

El origen divino de Juan, que luego sería llamado el Bautista, es, digamos, muy similar al que tendría, meses después, el mismo hijo de Dios. El Ángel del Señor se le presentó a Zacarías y le dijo qué iba a suceder con Isabel.

Zacarías, sin embargo, duda. No es capaz de entender cómo será posible que su mujer, a la que llaman estéril, vaya a concebir un hijo. Por eso el Ángel, por aquel comportamiento de falta de fe en Dios, le prescribe mudez hasta que, precisamente, nazca.

Isabel, sin embargo, entiende mejor que su marido Zacarías, lo que está pasando. Aquello no puede ser o no puede tener causa natural sino sobrenatural y procedente, directamente, de Dios. Por eso ella dice que Dios se “dignó” en premiar su existencia de fe y la dio aquel hijo.


JESÚS, tus tíos Zacarías e Isabel tenían, de la fe, un sentido muy distinto. El primero de ellos duda y se ve sometido a una gran prueba de confianza; Isabel, sin embargo, confía en Dios y obtiene el merecido premio. Nosotros, sin embargo, actuamos demasiadas veces como Zacarías.




Eleuterio Fernández Guzmán


17 de diciembre de 2012

Jesús es Hijo de Dios




Mt 1,1-17

“Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.”



COMENTARIO

Aunque el episodio de la Encarnación está mejor narrado en Lucas, Mateo hace hincapié en algo muy importante. Jesús debía de tener un padre-hombre para que fuese reconocido como tal y evitar, así, los posibles problemas que podía tener María al decir que estaba embarazada. Es seguro que había sido lapidada.

José, al que no puede reprochársele su pensamiento, tuvo alguna duda, al principio, de qué es lo que estaba pasando. Pero Dios, viendo que el fiat de María podía venirse abajo por eso, envió a su ángel a que le comunicara que todo estaba en orden, según lo establecido por Dios.


Este texto de hoy, conocido y reconocido, nos ha de traer, por fuerza y razón, a la mente, a aquella mujer que, ajena a la escena entre el ángel y José, suspiraba con su situación y tenemos, por eso, que demandar ayuda de su corazón y auxilio de su amor.


JESÚS, vienes de linaje divino y eso lo deberíamos tener muy en cuenta en nuestra vida. Pero… ¡cuántas veces lo olvidamos!



16 de diciembre de 2012

Hacer lo que Jesús dice





Lc 3, 10-18

“La gente le preguntaba: ‘Pues ¿qué debemos hacer?’ Y él les respondía: ‘El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que  haga lo mismo.’Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: ‘Maestro, ¿qué debemos hacer?’ El les dijo: ‘No exijáis más de lo que os está fijado.’ Preguntáronle también unos soldados: ‘Y nosotros ¿qué debemos hacer?’ El les dijo: ‘No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.’ Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: ‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.’”

Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva."
        

COMENTARIO

La labor de Juan el Bautista continúa en las inmediaciones del río, el Jordán, donde bautizada. Muchos le hacían preguntas porque era la forma ordinaria de aprender de los maestros o, en este caso, de los profetas.

El Bautista aconseja ser caritativo con el necesitado y, por eso recomienda repartir lo que se tiene. Pero también dice algo que es muy importante: él no es quien tiene que venir porque sólo bautiza con agua y Quien tiene que venir lo hará con Espíritu Santo.
Sabe Juan el Bautista que Cristo vendrá para que, a partir de su primera venida al mundo, muchos cambien su forma de ser pero otros, sin embargo, nada harán para cambiarla. Lo bueno irá al granero de Dios y lo malo, simplemente, será quemado.

JESÚS,  lo que dices cuando vienes por primera vez al mundo lo dices por interés nuestro y para que sepamos a qué atenernos. Sin embargo, en demasiadas ocasiones no  te prestamos la atención debida.



Eleuterio Fernández Guzmán