11 de enero de 2020

La fe mueve el corazón de Dios

Lc 5, 12-16
"Estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra y le rogó diciendo: 'Señor, si quieres, puedes limpiarme.' Él extendió la  mano, le tocó y dijo: 'Quiero, queda limpio.' Y al instante le desapareció la lepra. Le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: 'Vete, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.'
Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba."

COMENTARIO

Ya podemos imaginar que aquel hombre, que era leproso, no llevaba una vida demasiado buena. Y es que aquella enfermedad era socialmente incapacitante porque apartaba a la persona que la padecía no sólo de los núcleos de población sino de mucho más.
Aquel hombre confiaba en el Maestro del que, seguramente, había escuchado mucho y bueno. Y se dirige a su persona porque sabe que, si quiere, puede curarlo. Y eso, precisamente, le salva.
Aquel “Si quieres” dice mucho de lo que supone tener fe en Quien ha venido al mundo para traer la Buena Noticia. Y por eso Jesús le quita aquella enfermedad aunque creemos que lo hubiera hecho de todas formas… la fe ayudó más que mucho a aquel hombre leproso.

JESÚS, gracias por tener un corazón tan misericordioso.

Eleuterio Fernández Guzmán

10 de enero de 2020

Se ha cumplido todo

Lc 4, 14-22
"Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la región. Iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:

'El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.'

Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

COMENTARIO

Ya podemos imaginar que cuando el Hijo de Dios iba a su tierra, a Galilea, sería recibido con admiración porque uno de los suyos había alcanzado justa fama con aquello que hacía y decía. Por eso esperaban algo de sus palabras.
Jesucristo acude a la sinagoga que era un lugar más que apropiado para enseñar. Y, como harían otros muchos, lee la Sagrada Escritura judía y la comenta. Lo que pasa es que lo que le había tocado leer apuntaba directamente hacia su persona.
Cuando Jesucristo admite que lo que ha leído se ha cumplido en este momento quería decir que sí, que había llegado el Mesías, que era Él el Ungido de Dios y, en fin, que había venido a cumplir su misión. Y nos dice el texto bíblico que todos expresaban su aprobación aunque sabemos, por lo que luego pasó, que no todos acabaron de entender lo que quería decir...

JESÚS, gracias por ser tan franco y directo con tus palabras.

Eleuterio Fernández Guzmán

9 de enero de 2020

No tengamos la mente embotada

Mc 6, 45-52
"Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.

Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos, viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: '¡Ánimo!, que soy yo, no temáis.' Subió entonces junto a ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada."

COMENTARIO

Hay textos bíblicos que, como este de hoy, nos muestran a la perfección hasta dónde podemos llegar o, mejor, hasta donde no podemos negar. Y es que, una cosa es lo que decimos creer y otra muy distinta lo que, de verdad, creemos.
Aquellos hombres conocían a Jesús perfectamente. Es decir, a la altura en la que se encontraban de su relación con el Hijo de Dios, nadie podía sostener que no lo conocían. Sin embargo, en el episodio de andar sobre las aguas muchos de ellos, seguramente todos, dudaron de lo que veían sus ojos. Incluso después de haber visto la multiplicación de los panes y los peces no acababan de creer.
Es síntoma de fe corta o escasa cuando no se cree, siquiera, lo que ven los ojos.

JESÚS, gracias por mostrar hasta qué punto podemos llegar a no tener fe y a no confiar en Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán

8 de enero de 2020

Pronunció la bendición

Mc 6, 34-44
"Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: 'El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.' Él les contestó: 'Dadles vosotros de comer.' Ellos le dicen: '¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?' Él les dice: ''¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.' Después de haberse cerciorado, le dicen: 'Cinco, y dos peces.' Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres."
COMENTARIO

Es bien cierto que este milagro suscita no pocas controvertidas versiones. Y es que hay quien no cree que, en realidad, lo fuera sino que, simplemente, como muchos de los allí presentes vieron que había quien repartía lo suyo… ellos hicieron lo mismo.
Es de pensar que aquella multitud no se había llevado comida ni nada por el estilo para seguir a su Maestro. Simplemente… lo seguían. Y por eso mismo el Hijo de Dios sintió lástima de tantos que le seguían y no tenían qué comer.
Entonces pronunció la bendición. Es decir, antes de dar de comer a miles de personas se dirigió a Dios, su Padre y el nuestro, para que hiciera posible aquello. Y, pese a quien pese, fue capaz de hacer lo que hizo Él y sólo Él.

JESÚS, gracias por ser misericordioso.

Eleuterio Fernández Guzmán

7 de enero de 2020

Convertirse


Mt 4, 12-17.23-25

"12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: 15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: 'Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado'. 23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. 25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.”


COMENTARIO

Jesucristo, que sabía más que bien que era el Mesías por mucho que haya quien dude sobre eso, sabe que, cuando llegue el momento oportuno, sabrá que debe dar comienzo su misión predicadora.

La misma llega cuando conoce que su primo Juan, llamado Bautista porque tal era su misión, había sido apresado porque sabe que su futuro no puede ser muy alentador al haber caído en manos de un pecador. Y comienza a predicar la conversión porque es bien cierto que tiene conocimiento perfecto acerca de cómo se alcanza la salvación.

Y tal es la Buena Nueva, la Buena Noticia que lleva al mundo conocido entonces y, luego, a todo el Orbe. Y, por eso, no nos extraña nada de nada que hubiese un gran número de personas que, escuchando la voz y la palabra de quien enseñaba con autoridad, les prometía el Cielo a cambio de una conversión verdadera y no falsa, le siguieran.



JESÚS, gracias por predicar la necesaria conversión de los corazones.

Eleuterio Fernández Guzmán

6 de enero de 2020

Epifanía del Señor


Mt 2,1-12

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: ‘En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’’. 

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: ‘Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle’. 

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino
”.


COMENTARIO

Aquellos hombres sabios que habían recorrido un gran trecho desde sus tierras hasta Belén habían ido tras una estrella. Pero Herodes quería saber algo más acerca de quién iba a nacer. En realidad no podía admitir otro rey más que él mismo.

Los Reyes Magos acuden al lugar donde la estrella les indica. Saben el lugar exacto donde ha nacido el niño porque han sido guiados por el Espíritu Santo. Y le llevan regalos como era costumbre en aquella época cuando alguien iba de visita a la casa de alguien.

Los tres regalos que le llevan son más que conocidos: oro, incienso y mirra. Cada uno de ellos tiene un significado que es más que conocido, también. Y la actitud de Herodes, tras darse cuenta de que no sabía, tiempo después, dónde había nacido aquel rey, también la conocemos…


JESÚS, ayúdanos a regalarte aquello que tenemos y que es nuestra vida misma.

Eleuterio Fernández Guzmán

5 de enero de 2020

Llegó la Luz al mundo

Jn 1, 1-18

 “1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios. 3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8  No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el  mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.’”

COMENTARIO

Este texto del Evangelio de San Juan, el primero además, nos muestra hasta que punto llega el creer en el Mesías, Jesucristo, Hijo de Dios. Y es que nos dice, nada más y nada menos, que quien cree en el Enviado del Todopoderoso se salva y es considerado Hijo de Dios.

También nos dice algo terrible Juan: hay quien, al llegar la luz del mundo al mundo no la recibió. Y eso nos dice que no todos quisieron seguir a la luz y se perdieron en el abismo de los tiempos.

El caso es que Juan Bautista da testimonio de la Verdad y nos presenta al Cordero de Dios. Aquel hombre, que vestía con piel de camello, anunció a Quien había de venir a salvar al mundo y muchos, ciertamente, miraron para otro lado.

JESÚS,  gracias por cumplir la Misión para la que fuiste enviado.


Eleuterio Fernández Guzmán