10 de enero de 2020

Se ha cumplido todo

Lc 4, 14-22
"Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la región. Iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:

'El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.'

Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

COMENTARIO

Ya podemos imaginar que cuando el Hijo de Dios iba a su tierra, a Galilea, sería recibido con admiración porque uno de los suyos había alcanzado justa fama con aquello que hacía y decía. Por eso esperaban algo de sus palabras.
Jesucristo acude a la sinagoga que era un lugar más que apropiado para enseñar. Y, como harían otros muchos, lee la Sagrada Escritura judía y la comenta. Lo que pasa es que lo que le había tocado leer apuntaba directamente hacia su persona.
Cuando Jesucristo admite que lo que ha leído se ha cumplido en este momento quería decir que sí, que había llegado el Mesías, que era Él el Ungido de Dios y, en fin, que había venido a cumplir su misión. Y nos dice el texto bíblico que todos expresaban su aprobación aunque sabemos, por lo que luego pasó, que no todos acabaron de entender lo que quería decir...

JESÚS, gracias por ser tan franco y directo con tus palabras.

Eleuterio Fernández Guzmán

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