11 de noviembre de 2023

Saber a Quién debemos servir

Lc 16, 9-15


"Jesús decía a sus discípulos:

“Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los recibirán en las moradas eternas.

El que es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿Quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿Quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”.

Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. Él les dijo: “Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres resulta despreciable para Dios”

COMENTARIO 

Como siempre ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad desde que se inventó el dinero como instrumento de cambio de bienes, es bien cierto que ha sido un tema muy importante. Y el Hijo de Dios lo sabía a la perfección. 

Decir eso de que no podemos ser fieles a Dios y al dinero les hacía mucha gracia a los fariseos porque ellos, muy a pesar de las apariencias, amaban más al dinero que a Dios  y es por eso por lo que se ríen de Jesucristo.

De todas formas, aquí lo dice bien claro Cristo: lo que es muy apreciado por los hombres (se entiende que de carácter material) no lo es por Dios que ha de amar, lógicamente, más el aspecto espiritual de sus hijos aunque haya quien lo entienda al revés...


JESÚS, gracias por poner las cosas en su sitio. 

Eleuterio Fernández Guzmán

9 de noviembre de 2023

Y se cumplió todo según estaba escrito


Jn 2. 13-22

"Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó las mesas y dijo a los vendedores de palomas: 'Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio'.
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: 'El celo por tu Casa me consumirá'.

Entonces los judíos le preguntaron: '¿Qué signo nos das para obrar así?'

Jesús les respondió: 'Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar'.

Los judíos le dijeron: 'Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?'

Pero Él se refería al templo de su cuerpo.

Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

COMENTARIO 

Aunque pueda parecer mentira, el Hijo de Dios también podía enfadarse. Y es que, viendo lo que se estaba haciendo en y con la casa de su Padre lo menos que pudo hacer es expulsar a los que en efecto, habían convertido el Templo en un lugar puramente material. 

Tampoco debe extrañarnos que hubiera allí quien quisiera que les explicase las razones de hacer lo que había hecho con los cambistas y demás maltratadores del templo 

Aunque, en verdad, lo verdaderamente importante aquí es lo que los discípulos de Jesucristo comprendieron cuando resucitó. Y comprendieron que todo lo que había dicho se había cumplido y era verdad. Vamos, que era la Verdad. 

JESÚS,  gracias por decir las cosas como deben ser dichas. 

7 de noviembre de 2023

Lo que de verdad nos debe importar

Lc 14, 5-24


"Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Uno de los invitados le dijo: '¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!'

Jesús le respondió: 'Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'. El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes'. Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'.

A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: 'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'.

Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'.
El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'."

COMENTARIO 

Como suele ser habitual, el Hijo de Dios habla de forma que, aunque parezca que no tiene nada que ver con sus discípulos es, justamente, todo lo contrario. Y es que, como en el caso que traemos del Evangelio de San Lucas, no es poco importante lo que nos quiere decir con eso de aquel señor que invitó a muchos y muchos no quisieron acudir.

Dice aquel señor que invitaba que ninguno de los que había sido invitado al banquete iba a probar su cena. Y eso, a nuestro entender, ha de querer decir que si somos llamados al Reino de Dios y miramos para otro lado (como aquellos que tenían otras muchas cosas que hacer antes de acudir al banquete de quien los había invitado) es seguro que no vamos a probar la cena del definitivo Reino de Dios o, lo que es lo mismo, la vida eterna se alejará de nosotros. 


JESÚS, gracias por ponernos sobre la mesa lo que, de verdad, debe interesarnos. 

Eleuterio Fernández Guzmán