30 de marzo de 2018

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo



COMENTARIO

El Hijo de Dios, a lo largo de aquellos días previos al Viernes Santo, manifestó que había llegado su hora. Entonces sí había llegado la hora de Quien se iba a entregar por sus hermanos los hombres como aún no había llegado (Cristo dixit) su hora en la boda de Caná. Ahora sí era el momento.

Lo que ocurre entonces, en aquella primera Semana Santa, ha quedado escrito para la historia de la salvación, como esencial y como aquello que Dios quería. Es difícil y resulta dificultoso aceptar una muerte como la que sufrió y padeció Jesucristo. Sin embargo, lo hacemos porque sabemos que es lo que nuestro Creador quiere que aceptemos.

Jesucristo sufrió lo indecible. Eso lo sabe todo aquel que tenga conocimiento de las Sagradas Escrituras y medite, aunque sea algo, acerca de aquellas últimas horas de la vida del Santo por excelencia, del único que, de verdad, lo es según Dios entiende que debe serlo.

JESÚS,  gracias por haber dado tu vida para que se puedan abrir las puertas del Cielo y la salvación eterna no sea un sueño sino una realidad gratuita por parte de Dios hacia quien quiera salvarse.

Eleuterio Fernández Guzmán


29 de marzo de 2018

Servir y saber servir



Jn 13, 1-15

“1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, 3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, 4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: ‘Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?’7 Jesús le respondió: ‘Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.’8 Le dice Pedro: ‘No me lavarás los pies jamás.’Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no tienes parte conmigo.’9 Le dice Simón Pedro: ‘Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.’10 Jesús le dice: ‘El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.’11 Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: ‘No estáis limpios todos.’
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa,
y les dijo: ‘¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13 Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.  15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.”


COMENTARIO

Cuando llega el momento de que el Hijo de Dios entregue su vida, ha de celebrar la Pascua con sus más allegados. Y en el Cenáculo cambian muchas cosas porque era necesario que cambiaran.

Cuando Jesús se pone a lavar los pies a los Apóstoles está haciendo algo que, además, era una enseñanza que debían aprender sin dilación porque era muy importante que supiesen que debían servir.

Jesús dice que se ha de servir. Es más, alguna vez dijo que él no había venido a ser servido sino a servir. La enseñanza acerca de que debían servirse unos a otros era el germen del amor que, también, fue enseñado en aquel momento.


JESÚS, ayúdanos a servir y a no ser egoístas.

Eleuterio Fernández Guzmán

28 de marzo de 2018

Judas


Mt 26, 14-25

“14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, 15 y les dijo: ‘¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?’ Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. 17 El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?’ 18 El les dijo: ‘Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.”‘ 19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. 20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. 21 Y mientras comían, dijo: ‘Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.’ 22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ‘¿Acaso soy yo, Señor?’ 23 El respondió: ‘El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!’ 25 Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ‘¿Soy yo acaso, Rabbí?’ Dícele: ‘Sí, tú lo has dicho.’”


COMENTARIO

Este texto del Evangelio de San Mateo empieza y termina con una persona que, a pesar de ser amado por Jesucristo, traiciona al Maestro por el vil metal del dinero. Judas es de quien hablamos.

Seguramente, aquel hombre no había cubierto sus expectativas humanas con la llegada del Mesías. Y es que no veía avance alguno en contra de la dominación romana y eso, creyendo que el Enviado de Dios sería guerrero y sangriento, no entraba en sus ideas sobre el futuro.

Jesús sabe, de todas formas, que Judas lo va a traicionar. Sin embargo, quizá espera de aquel avaricioso hombre que se arrepienta de su inicial idea. En realidad, todo estaba escrito y eso no iba a pasar.


JESÚS, ayúdanos a no ser como Judas.

Eleuterio Fernández Guzmán

27 de marzo de 2018




Jn 13,21-33.36-38

En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: ‘En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará’. Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: ‘Pregúntale de quién está hablando’. Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: ‘Señor, ¿quién es?’. Le responde Jesús: ‘Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar’. Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: ‘Lo que vas a hacer, hazlo pronto’. Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: ‘Compra lo que nos hace falta para la fiesta’, o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. 
Cuando salió, dice Jesús: ‘Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros’. Simón Pedro le dice: ‘Señor, ¿a dónde vas?’. Jesús le respondió: ‘Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde’. Pedro le dice: ‘¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti’. Le responde Jesús: ‘¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces’”.


COMENTARIO

La historia de la salvación se estaba cumpliendo paso a paso. Todo lo escrito se iba a llevar a cabo. Y el momento de la Última Cena era crucial porque mucho de lo malo se iba a revelar.

Aquel que iba a entregar a Cristo había llegado a la culminación de su ruindad espiritual. Había decidido entregar al Hijo del hombre de una forma bárbara y muy alejada de lo que debía ser el comportamiento de un discípulo del Maestro. Todo, sin embargo, se estaba cumpliendo.

Jesús les dice lo que va a pasar. Es más, a Pedro le dice que, en efecto, irá donde Él va a ir pero no en tal momento sino más tarde. Y es que Jesucristo conoce la historia de la humanidad en su totalidad. No profetiza sino que afirma con rotundidad lo que va a pasar.


JESÚS, ayúdanos a no traicionarte.

Eleuterio Fernández Guzmán

26 de marzo de 2018

El Mal parece vencer

Mc 15, 1-39

1 Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. 2 Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.» 3 Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. 4 Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.» 5 Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.

6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. 7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. 8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder. 9 Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?» 10 (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.) 11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás. 12 Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?» 13 La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!» 14 Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»

15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado. 16 Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. 17 Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. 18 Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. 20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. 21 Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. 22 Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. 23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. 24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.


25 Era la hora tercia cuando le crucificaron. 26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»

27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. 29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, 30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» 31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. 32 ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le  injuriaban los que con él estaban crucificados. 33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. 34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: = «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - = «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» = 35 Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.» 36 Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.» 37 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

38 Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.  39 Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»


COMENTARIO

La Semana Santa tiene todo que ver con la salvación del hombre. Por eso tiene que pasar lo que estaba escrito acerca y con relación con el Cordero de Dios.

El juicio de Jesucristo fue ilegal. Eso es una realidad insoslayable. Cumplió, sin embargo, con la voluntad de Dios que, conocedor de la naturaleza humana, quiso que las cosas siguieran lo que estaba establecido.

La Pasión, aquella muerte injusta, sirvió para que muchos se salvaran y para que Dios comprobase que el ser humano, hecho a su imagen y semejanza, era como debía ser.


JESÚS,  gracias por morir por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

25 de marzo de 2018

Domingo, 25 de marzo de 2018 - Murió por nuestra salvación


Mc 15, 1-39

Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. Pilato le preguntaba: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ Él le respondió: ‘Sí, tú lo dices.’ Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. Pilato volvió a preguntarle: ‘¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.’ Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.

Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.  Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.  Pilato les contestó: ‘¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?’  (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)  Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás.  Pero Pilato les decía otra vez: ‘Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?’ La gente volvió a gritar: ‘¡Crucifícale!’  Pilato les decía: ‘Pero ¿qué mal ha hecho?’ Pero ellos gritaron con más fuerza: ‘Crucifícale!’

Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.  Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: ‘¡Salve, Rey de los judíos!’ Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.  Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.


Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: ‘El Rey de los judíos.’ Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: ‘¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,  ‘¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!’ 31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: ‘A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.’ También le  injuriaban los que con él estaban crucificados. Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: = ‘Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?’, - que quiere decir - = ‘¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?’ = Al oír esto algunos de los presentes decían: ‘Mira, llama a Elías.’ Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: ‘Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.’ Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.  Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: ‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.

COMENTARIO


Todo el recorrido de la Pasión de Nuestro Señor está trufado de momentos cruciales para la salvación de la humanidad. Desde los interrogatorios infames e ilegales hasta su propia muerte todo es verdad porque todo es de Dios.

Jesús sabe que nada de lo que diga va a dejar de precipitar su muerte. Por eso actúa como sabemos que actuó ante aquellos que le preguntaban. Sufrió todo lo sufrible, y más, porque era lo que estaba escrito. Él sabía que estaba escrito porque era el protagonista principal de aquel drama de salvación.

Había quienes se daban cuenta de lo que estaba pasando. Incluso algún pagano, como aquel centurión que allí estaba, creyó cuando se apreció que lo que estaba pasando sólo era posible si aquel hombre al que habían matado era el Hijo de Dios. Y así lo afirma.



JESÚS, en estos momentos de dolor pero de esperanza eterna… ¡Alabado seas!

Eleuterio Fernández Guzmán