17 de noviembre de 2018

Importantes cosas de parte de Cristo




Lc 18,1-8

En aquel tiempo, Jesús les propuso una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’”. 

Dijo, pues, el Señor: ‘Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?
’”.


COMENTARIO

Orar. Dirigirse a Dios sin importar en qué momento del día estamos y teniendo en cuenta que siempre nos escucha… Tal realidad e instrumento espiritual lo defiende Cristo porque sabe que es una forma formidable y gozosa de estar con el Padre.

Jesús pone un ejemplo que nos da  entender que, pese a lo que nos pueda pesar, debemos orar con perseverancia. No pensemos que Dios nos escuchará, sin más, a la primera. A lo mejor lo hace pero resulta más conveniente insistir en algo que, a lo mejor, hasta ni nos conviene…

El caso es que Jesús, viendo el panorama que había en su tiempo, se pregunta si cuando vuelva Él podrá encontrar algo de fe sobre la tierra. El caso es que según veía el Hijo de Dios los menos, entonces, habrán alcanzado el estado de fe y creencia conveniente.



JESÚS, ayúdanos a hacer que nuestra fe crezca y se fortalezca.

Eleuterio Fernández Guzmán


16 de noviembre de 2018



Lc 17,26-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. 

‘Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: ‘¿Dónde, Señor?’. Él les respondió: Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres
’”.



COMENTARIO

Jesús continua advirtiendo acerca de cómo será el día en el que vuelva el Hijo del Hombre o, lo que es lo mismo, Él. Y dice que será como en tiempo de Noé. Nos quiere decir que las cosas seguirán, más o menos lo mismo: los hombres estarán a las cosas del mundo.

Todo, pues, será igual. Esto ha de querer decir que cuando llegue Cristo en su Parusía también sucederán cosas terribles como sucedió en tiempos de Lot y muchos morirán a fuego como pasó entonces.

Sin embargo, Cristo nos avisa de qué podremos hacer: no debemos mirar atrás sino, sólo, hacia donde mira el Hijo: el definitivo Reino de Dios. Por eso dice Jesús que muchos serán arrebatados para ir al Cielo y otros no lo serán.



JESÚS, ayúdanos a estar preparados para cuando vengas.

Eleuterio Fernández Guzmán


15 de noviembre de 2018

El Reino de Dios ya está aquí




Lc 17,20-25

En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: ‘El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros’. 

Dijo a sus discípulos: ‘Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación
’”.



COMENTARIO

La llega del Reino de Dios era esperada por el pueblo escogido por el Creador con ansia y esperanza. En realidad, era lo que lo había sostenido desde que Abrahán dejó la tierra donde vivía para seguir a Quien le había dicho que lo siguiera.

La cosa, sin embargo, no iba a ser tan fácil. Muchos iban a arrogarse el papel de Mesías y de Enviado de Dios y, así, traer su Reino. Sin embargo deberían tener cuidado, y ahora también, ante tamañas pretensiones.

Lo que quiere decir Jesús a sus discípulos es que el Reino de Dios está, ya, entre ellos. Y es así porque Cristo es el Reino que tanto habían esperado aquellos que, entonces, le escuchaban.
  


JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de que Tú eres el Reino de Dios y que no debemos esperar más.

Eleuterio Fernández Guzmán


14 de noviembre de 2018

Siempre dar gracias a Dios




Lc 17,11-19

"Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’. Al verlos, les dijo: 'Id y presentaos a los sacerdotes'.

Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: '¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?'. Y le dijo: 'Levántate y vete; tu fe te ha salvado
'".


COMENTARIO

Jesús curaba a los necesitados de curación porque tal era la misión para la que había sido enviado por Dios. Y el leproso, la persona que padecía una tan terrible enfermedad era una que lo era y estaba necesitada de algo más que de compasión.

Ellos confían en Jesús. Le llaman Maestro porque han escuchado de sus grandes obras y palabras. Por eso se dirigen al Hijo de Dios. Esperan, de verdad lo esperan, que haga algo bueno por ellos.

Y los cura. Sin embargo no todos son agradecidos. Creían que debían ser curados. Pero uno, al menos uno, vuelve donde está Jesús para darle las gracias. Sabe que Aquel no es un maestro cualquiera sino un Maestro con mayúsculas. Y es que, como le dice Jesús, su fe le ha salvado.


JESÚS, ayúdanos a reconocer tu bondad y tu misericordia para con nosotros.


Eleuterio Fernández Guzmán


13 de noviembre de 2018

Saber qué somos


Lc 17,7-10


"En aquel tiempo, el Señor dijo: '¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’".


COMENTARIO

Para el ser humano, digamos, sin fe, la posición que ocupa en el mundo tiene mucho que ver con lo que es y lo que se dice de él que es. Poco tiene que ver su relación con Dios en quien no cree.

Jesús, sin embargo, sabe que el ser humano, más aún el judío de su tiempo, tiene una estrecha relación con Dios. Sabe, por tanto, que todo lo que tenga que ver con el Creador le sirve y le viene muy bien para situarse en el mundo.

Jesús también sabe, sin embargo, que nada somos ante Dios y que, como hijos suyos, le debemos respeto y tener en cuenta lo que eso significa con relación a nuestra vida ordinaria. Y nos llama siervos inútiles… ¡y lo somos!

JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de que somos, en efecto, siervos inútiles.



Eleuterio Fernández Guzmán


12 de noviembre de 2018

Fe pequeña pero franca y verdadera

Lc 17, 1-6

“1 Dijo a sus discípulos: ‘Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. 3 Cuidaos de vosotros mismos. ‘Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. 4 Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás’.5 Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe’. 6 El Señor dijo: ‘Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido’”.


COMENTARIO

No podemos negar que el Hijo de Dios tiene muy claro lo que supone la fe. Por eso pone ejemplos de qué supone la misma y lo hace para que todos sepan a qué atenerse. El caso es que resulta más que complicado atenerse a lo que nos dice porque, de hacerlo, a lo mejor, no nos atenemos a lo nuestro…

Quiere, también, Jesucristo, que perdonemos. Él lo haría, como sabemos, en un momento muy importante y crucial de su vida. Por eso no atiende a límite de veces que se ha de perdonar. Al contrario, de ha de perdonar siempre y eso, como sabemos es no atenernos nunca lo nuestro y no suele ser de nuestro gusto.

Tener fe. Tal consideración tiene de la confianza en Dios nuestro hermano Jesucristo que dice eso de que, de tenerla tan pequeña como un grano de mostaza (y es muy pequeño) haríamos cosas que nos parecen imposibles. A lo mejor porque nuestra fe ni siquiera es como tal grano…


JESÚS,  ayúdanos a tener fe como el grano de mostaza. Al menos, como el mismo.

Eleuterio Fernández Guzmán

11 de noviembre de 2018

Cómo se da y qué se da



Mc 12, 38-44


Decía también en su instrucción: ‘Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa. Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos  echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: ‘Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.”


COMENTARIO

El Hijo de Dios hace advertencias que tienen que ver con lo que pueden resultar, sólo, apariencias pero no realidades. Y eso hace en el caso de los escribas que, al parecer, eran los dueños del querer aparentar lo que, en el fondo, no eran.

Lo que dice Jesucristo es más que grave. Y es que, al hablar del comportamiento de los escribas, no dice algo así como, por ejemplo, “no os preocupéis, basta no ser como ellos”. No. Lo que dice el Maestro es que tales personas (y, entendamos, las demás que actúen así) tendrán un juicio, de parte de Dios, más riguroso porque, pudiendo hacer lo bueno prefirieron lo malo.

Es más. Pon un ejemplo de lo que no son apariencias. Aquella viuda hecha en el arca de Tesoro unas pocas monedas, de poco valor. Eso, sin embargo, la apariencia de pobreza, era en este caso la pura realidad: puso todo lo que tenía. Ni más ni menos.


JESÚS, ayúdanos a comprender la Voluntad de tu Padre.

Eleuterio Fernández Guzmán