20 de septiembre de 2024

Servir

Lc 8, 1-3


"Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes."

COMENTARIO 

Como podemos imaginar, cuando el Hijo de Dios andaba por aquellos caminos de Israel no iba solo sino que era acompañado, digamos, por aquellos que había escogido porque quiso escogerlos. Y Los Apóstoles lo acompañaban porque ellos mismos también habían escogido seguirlo cuando Jesucristo los señaló por encima de todos aquellos que podían haber sido elegidos. Pero fueron ellos y por eso los Doce fueron los que más cercan estaban del Maestro.

Sin embargo, no sólo eran hombres los que acompañaban a Jesucristo sino que también algunas mujeres, que habían sido beneficiadas por la Misericordia de Cristo, lo acompañaban por intención de servicio a Quien las había salvado. Y es que servir, para ellas, era algo natural. 

JESÚS, gracias por dejarte acompañar. 

Eleuterio Fernández Guzmán

19 de septiembre de 2024

Lo que puede la fe

Lc 7, 36-50


"Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.

Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: 'Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!'.

Pero Jesús le dijo: 'Simón, tengo algo que decirte'. 'Di, Maestro', respondió él. 'Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?'.

Simón contestó: 'Pienso que aquel a quien perdonó más'. Jesús le dijo: 'Has juzgado bien'. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: '¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.

Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor'. Después dijo a la mujer: 'Tus pecados te son perdonados'.

Los invitados pensaron: '¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?'. Pero Jesús dijo a la mujer: 'Tu fe te ha salvado, vete en paz'."

COMENTARIO

Como tantas veces le pasó al Hijo de Dios va a verse sorprendido por aquellos que sí, lo quieren conocer pero, en el fondo, no gusta para nada ni de lo que dice ni de lo que hace. 

Aquella mujer, seguramente, había sido limpiada su alma por acción de Jesucristo. Y por eso hacía lo que hacía en aquella cosa donde habían invitado al Maestro para tener allí a alguien, digamos, famoso. 

El Hijo de Dios es Dios hecho hombre y por eso puede perdonar pecados que era algo impensable para muchos... quizá para todos los presentes. 

JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso. 

Eleuterio Fernández Guzmán

17 de septiembre de 2024

Un Amor como el de Dios

LC 7, 11-17


"Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: “No llores”. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: “Joven, yo te lo ordeno, levántate”. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo”. El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina"

COMENTARIO 

No podemos negar que ver resucitar a un muerto no debía ser cosa común ni en tiempos de la primera venida al mundo del Hijo de Dios ni hoy mismo. Y eso es lo que pasó en Naím.

Jesucristo, que debía conocer muy bien la situación en la que iba a quedar aquella mujer viuda y, además, sin el hijo que la pudiera ayudar, no pudo resistirse a poner remedio a aquella situación. Y resucita al hijo...

Es fácil imaginar que quienes vieron aquello se dieron cuenta de que aquel hombre que había hecho aquello no podía ser un hombre cualquiera sino que, en efecto, era Dios que había visitado a su Pueblo. Pero eso, como bien sabemos, no todos lo comprendieron. 

JESUS,  gracias por ser Bueno y Misericordioso. 

Eleuterio Fernández Guzmán

15 de septiembre de 2024

Salvarse si queremos salvarnos...

Mc 8, 27-35


“27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus  discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’ 28 Ellos le dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.’ 29 Y él les preguntaba: ‘Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?’’ Pedro le contesta: ‘Tú eres el Cristo.’ 30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. 31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. 32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.’ 34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí  mismo, tome su cruz y sígame.35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’”.


COMENTARIO 

Estamos seguros que Pedro quería lo mejor para el Hijo de Dios y para nada quería que le pasase eso de su muerte, así, tan repentina para ellos. 

También es seguro que Pedro no acababa de comprender todavía ni lo que estaba pasando con aquellos que seguían Maestro ni mucho menos lo que iba a pasar pronto. Era un hombre...

Jesucristo habla así, a veces, y nos deja perplejos pues ¿Quién va a ganar su vida perdiéndola? Pues aquel que quiera dejar atrás el hombre viejo y siga a Cristo, el hombre nuevo. 


JESÚS,  gracias por poner sobre la mesa la forma de salvarnos. 

Eleuterio Fernández Guzmán