16 de marzo de 2013

Salir en defensa del Nombre de Cristo y de Cristo mismo



Sábado IV de Cuaresma

Jn 7,40-53

“En aquel tiempo, muchos entre la gente, que habían escuchado a Jesús, decían: ‘Éste es verdaderamente el profeta’. Otros decían: ‘Éste es el Cristo’. Pero otros replicaban: ‘¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?’.

Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de Él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: ‘¿Por qué no le habéis traído?’. Respondieron los guardias: ‘Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre’. Los fariseos les respondieron: ‘¿Vosotros también os habéis dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en Él algún magistrado o algún fariseo? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos’.

Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús: ‘¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?’. Ellos le respondieron: ‘¿También tú eres de Galilea? Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta’. Y se volvieron cada uno a su casa".


COMENTARIO

Se está fraguando la detención de Jesús para acusarle de todo lo que se le podía acusar aunque fueran falsas las acusaciones y los testigos. Unos creen que, en efecto, es el Mesías y otros, los poderosos que quieren acabar con Él, que no es recomendable.

Algunos de los que tenían que detenerlo se habían dado cuenta de que aquel hombre no era un maestro como los demás sino que era un verdadero Maestro. No se atreven a prenderlo porque temían una mala reacción del pueblo.

Nicodemo, discípulo en secreto de Jesús, sabe que es el Hijo de Dios y sale en su defensa. No puede soportar, aquel hombre sabio del pueblo judío, que sus compañeros quieren hacer lo que quieren hacer con el Cristo.



JESÚS, muchos te querían mal pero habían otros muchos que querían defenderte de la muerte que te estaban procurando. Nosotros, hoy mismo, hoy día, no salimos siempre en tu defensa.




Eleuterio Fernández Guzmán


15 de marzo de 2013

Matar a Cristo es lo que quieren






Viernes IV de Cuaresma

Jn 7,1-2.10.14.25-30

“En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.

Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: ‘¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es’. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: ‘Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado’. Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora".


COMENTARIO

¡Qué terrible es lo que dice el Evangelio! Buscaban a Jesús para matarle. No es que quisieran entablar con Él una controversia para ver si daban solución a determinado problema espiritual. No. Lo estaban buscando para matarle.

Otros, seguramente no poderosos, se extrañaban de que a quien querían matar, pudiera predicar con total tranquilidad. Ciertamente aún es más terrible no que algunos quisieran matarle sino que fuera de conocimiento general tal intención.

Pero Jesús no se viene abajo ni se desdice de cumplir la misión que tiene que cumplir. Se define como Hijo de Dios y eso no puede ocultarlo ni quiere ni le la da santa gana hacer tal cosa. Sabe a qué se expone y, además, es consciente de lo que le va a pasar.



JESÚS, te perseguían para matarte en tu tiempo y, ahora mismo, hacen lo mismo muchos que te ignoran o de odian y nosotros no siempre hacemos lo que debemos hacer para que comprendan que eso no está ni medianamente bien.




Eleuterio Fernández Guzmán


14 de marzo de 2013

¡Habemus Papam!


Francisco I
“El cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.J., arzobispo de Buenos Aires (Argentina), ordinario para los fieles de rito oriental residentes en la Argentina que no disponen de ordinario de rito propio, nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936…”

Así empieza, y puede empezar, cualquier biografía del Papa Francisco que fue elegido el miércoles, 13 de marzo del presente año de Nuestro Señor de 2013.

El caso, y lo que importa, es que la Iglesia católica tiene nuevo sucesor de Pedro y ahora empieza para el Santo Padre un trabajo, seguramente, duro y esforzado. Está claro que para llevarlo a cabo ha de contar, y contará, con aquellos colaboradores de los que se rodee y con los que en el Vaticano están siempre al servicio del Vicario de Cristo sea quien sea éste.

¿Qué decir?

Como católico, el que esto escribe, goza al saber que la Esposa de Cristo vive un tiempo en el que cuando sopla el Espíritu Santo aquellas personas que tienen que escuchar sus mociones hacen lo propio y no miran para otro lado.

Esta elección ha sido bastante rápida pues no se puede decir que un Cónclave que empieza el 12 de marzo y al día siguiente por la tarde es elegido el Papa haya tardado mucho ni más de la cuenta. Además, a mi modesto parecer era importante que el nuevo sucesor de Pedro estuviera ya elegido para cuando de comienzo la Semana Santa el próximo 24 de marzo.

En fin… ahora hay poco más que decir si no es recordar a los que ya están malmetiendo en contra del nuevo Santo Padre que sería mejor que, llevados por Satanás, se dedicaran a otra cosa porque deberían saber, ya es hora de que se den cuenta, de que la Iglesia de Cristo siempre prevalecerá frente Mal. Habrá, pues, que rezar, por tales personas para ver si les viene al corazón alguna ráfaga de entendimiento que sepan aceptar.

¡Viva, pues, el Papa! y, luego, Dios dirá lo que tendrá que ser. Al fin y al cabo, dependemos de su Providencia y a ella deberíamos someternos.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Soto de la Marina

Jesús es el Enviado de Dios






Jueves IV de Cuaresma

Jn 5, 31-47

“En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: ‘Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado.

‘Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.

‘Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?’”.



COMENTARIO

Jesús sabía que muchos de los que constituían el pueblo elegido por Dios no seguían los caminos del Creador y que estaban andando, directamente, hacia la fosa de la que ya no se sale nunca. Por eso les advierte acerca de su propia persona.

A Jesús lo ha enviado Dios y quien cree a Jesús cree, también, a Dios. Por eso era tan importante que dejasen sus cosas mundanas, aquellos que le escuchaban, y estuviesen más a las cosas de Dios, a las oraciones dichas con corazón de carne y a lo que el Creador quería de cada uno de ellos.

Jesús daba testimonio de que era el Enviado de Dios por lo que hacía. Y Dios daba testimonio de su Hijo porque lo había enviado. Sin embargo, muchos de las personas a las que se dirigía no querían la gloria de Dios sino, precisamente, la de los hombres.


JESÚS, eres el Hijo de Dios y, como tal, hiciste lo que nadie podía hacer. Eras el Mesías y muchos no te creyeron y no te siguieron. Eso es lo que, demasiadas veces, nos pasa a nosotros.




Eleuterio Fernández Guzmán


13 de marzo de 2013

En torno al Cónclave




Pablo Cabellos Llorente








Los diversos tipos de conducta influyen más en los pueblos -afirma Yepes- que muchos saberes teóricos, aunque sea cierto que esos comportamientos influyentes tengan mucho que ver con doctrinas o ideologías al uso. Nadie duda, por ejemplo, que una buena novela puede tener un gran impacto por los arquetipos que crea. Lo mismo se puede decir de una película, una obra de teatro, etc. Y también persuaden eficazmente las personas que,  destacan en muy variados campos: desde el deporte al actor de cine, cantante de moda... El modelo aparece como un ídolo o héroe.

Todo eso no supone olvidar que los espejos más mirados e imitados suelen ser los propios familiares, comenzando por los padres o profesores, en la medida en que sean observados como personas admirables porque atesoran valores -mejor, virtudes- verdaderamente atrayentes.

Situado en una órbita más parecida a la familiar, pero también con un peculiar liderazgo, está el Romano Pontífice. Lo hemos podido comprobar con los últimos. Nadie duda sobre el valor de referente para el mundo del que ocupa la sede de Pedro. Es muy claro para los católicos que viven de fe, porque esa misma virtud les hace ver en el Papa la cabeza visible de Cristo en la tierra con un Magisterio que, aunque habitualmente sea ordinario, goza de una infalibilidad de conjunto. O por decirlo de otro modo:  indica la dirección para que la fe se haga vida de Cristo.

La apasionante aventura del cristiano está muy bien condensada por san Pablo. Escribe a los filipenses: mi vivir es Cristo. Eso es la existencia del cristiano. Y si tal afirmación debería poder hacerse de cada bautizado, aunque sea radical la igualdad de todos, no hay duda de que el vice-Cristo en la tierra goza de una fuerza espiritual sobre todos, es pastor, maestro y sacerdote en grado sumo para todo el Pueblo de Dios. Ha de trasparentar a Cristo especialmente.

 Escribió san Josemaría Escrivá que "ninguna vida humana es una vida aislada, sino que se entrelaza con otras vidas. Ninguna persona es un verso suelto, sino que formamos todos parte de un mismo poema divino" Y en otro lugar: "Si dejamos que Cristo reine en nuestras almas, no nos convertiremos en dominadores, seremos servidores de todos los hombres". Esas realidades surgen de compartir una misma naturaleza con todo el género humano, pero es el reinado de Cristo en cada uno el seguro más fuerte del servicio a todos. Y cuando no es así, bien puede suceder -como dijo el pasado concilio- que a la génesis del ateísmo hayan podido contribuir los creyentes por no haber manifestado adecuadamente el rostro de Dios.

En este contexto, los papas vienen siendo un referente moral  del mundo. Lo son por su propio cometido, no por su talento, idiomas que hablan y aún podríamos añadir que ni siquiera por la santidad de su vida. Es notable observar en la historia de la Iglesia la existencia de pontífices con vidas nada modélicas sin que la doctrina se haya resentido lo más mínimo. Pero también es obvio que la santidad arrastra incluso a los  no creyentes. Por tal motivo, sin negar  que las buenas cualidades humanas sean importantes, lo que principalmente necesitamos es un Papa santo porque, además de ser mejor Pastor de su grey, puede ser ese referente mundial tan necesario, quizá hoy más que nunca por la simple razón de su ausencia.

 En su "Ética a Nicómaco", decía Aristóteles que el bien del hombre es una cierta actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta. Los cristianos sabemos bien -cosa distinta es si lo vivimos así- que la virtud más perfecta es la caridad, don de Dios que consiste en amarle sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, con un amor que Él mismo pone en cada corazón. A la cabeza de los que así pueden y deben amar está el Romano Pontífice. Con esa Fe que se hace vida por un comportamiento ejemplar, el Papa se convierte en referente moral del mundo. Pero, sin duda alguna, con la ayuda de todo el Cuerpo Místico, cuya cabeza es el mismo Cristo.


En ese clima de santidad está -contando también con las fuerzas que ya no tenía Benedicto XVI- el humus que puede cambiar la curia romana tanto en estructuras como en personas, en el que se puede  forjar la unidad en la normal disparidad de criterios opinables, se ha de buscar un ecumenismo verdadero, se debe ordenar el pueblo cristiano hacia su fin sanando o cortando las ramas  podridas y revalorizando la oración y la vida sacramental, se vivirá la transparencia imprescindible en lo económico y en todo; sin clericalismos, ha de quedar bien claro que el papel de los laicos en la Iglesia es fundamentalmente desempeñar honradamente sus tareas en el mundo. Fe y Razón continuarán su diálogo... La Iglesia podrá ser Luz del Mundo, como titulaba Peter Seewald el libro-entrevista con Benedicto XVI.

P. Pablo Cabellos Llorente


Publicado en Las Provincias


La Verdad, simplemente dicha





Miércoles IV de Cuaresma

Jn 5, 17-30

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo’ Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.

Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: ‘En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

‘En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado’".

COMENTARIO

Jesús decía la verdad y no mentía: era Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre. Eso no gustaba a muchos de los más poderosos de su tiempo porque pudiera parecer que ellos no eran queridos por Dios como hijos. Pero Jesús sabe que sí lo son; a ellos les puede el egoísmo.

Jesús cumple la voluntad del Padre. Eso no es del gusto de todos los que le escuchan porque les dice, al igual que muchos profetas hicieron, lo que no quieren escuchar y que no es otra cosa que la verdad misma. Pero Él sólo hace lo que tiene que hacer.

Les habla, también, del porvenir, del tiempo en el que la resurrección de la carne se hará realidad. Entonces muchos comprenderán pero entonces será, seguramente, demasiado tarde.


JESÚS, por mucho que adviertes lo que puede, nos puede, pasar, no te hacen mucho caso todos los que entonces te escuchaban. Eso es, exactamente, lo mismo que muchas veces nos pasa a nosotros.






Eleuterio Fernández Guzmán


12 de marzo de 2013

La confianza que salva



  
Martes IV de Cuaresma

Jn 5,1-3.5-16

“Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: ‘¿Quieres curarte?’. Le respondió el enfermo: ‘Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo’. Jesús le dice: ‘Levántate, toma tu camilla y anda’. Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: ‘Es sábado y no te está permitido llevar la camilla’. Él le respondió: ‘El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’’. Ellos le preguntaron: ‘¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’’. Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: ‘Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor’. El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado".

COMENTARIO

Cuando no se tiene un concepto demasiado adecuado de la Ley de Dios es más que posible que se pueda tergiversar la misma en atención a humanos intereses. Eso les pasa a los que ven que Jesús ha curado en un día, el sábado, en el que no estaba permito hacer ni eso ni otras muchas cosas.

Jesús sabe, al contrario de lo que piensan tales personas que el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado o, lo que es lo mismo, que hay que tener en cuenta otras realidades espirituales que tienen poco que ver con aquella manifestación de corazón de piedra.

Jesús cura a la persona enferma porque sabe que lo necesita y que sin su ayuda iba a estar muchos años más para entrar en la piscina. Nadie le ayudaba porque el corazón de los que lo veían no era de carne y sólo miraban  por sus egoístas intereses. A Jesús, además, le importó poco que fuera sábado.


JESÚS, cuando curas a la persona que lo necesita sólo haces frente a la necesidad y le haces frente con la Misericordia y el Amor infinitos que Tú tienes. Nosotros, sin embargo, parece que no nos demos cuenta de lo que, en verdad, importa.






Eleuterio Fernández Guzmán


11 de marzo de 2013

La fe siempre salva


Lunes IV de Cuaresma

Jn 4,43-54

“En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.



Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: ‘Si no veis señales y prodigios, no creéis’. Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive’.



Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: ‘Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre’. El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: ‘Tu hijo vive’, y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea".


COMENTARIO

Muchos buscaban a Jesús porque sabían que hacía cosas extraordinarias y podía llegar donde ningún otro hombre había podido llegar. Lo querían, muchas veces, para servirse de su bondad y su misericordia.

Jesús tiene unas entrañas que son las de Dios. Por lo tanto, la misericordia es lo que ocupa todo su corazón. No puede, por lo tanto, dejar que alguien se vaya creyendo que no le ha hecho caso el Hijo del hombre.

Aunque el Hijo de Dios sabe que muchas personas necesitan de signos para creer también sabe que el amor ha de primar sobre otro tipo de consideraciones. Cura, por eso, al hijo de aquel hombre porque para eso había venido al mundo.

JESÚS,  todos aquellos que te siguen saben que puedes hacer lo que para el resto de la humanidad es imposible. Nosotros, sin embargo, a pesar de eso y de conocer, a lo mejor, mejor, no actuamos como tú quieres que actuemos y también te pedimos signos.



Eleuterio Fernández Guzmán



10 de marzo de 2013

Querer, de verdad, a Dios






Domingo IV (C) de Cuaresma

Lc 15,1-3.11-32

“En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos’. Entonces les dijo esta parábola. ‘Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.



‘Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.



‘Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’’”.



COMENTARIO

Muchas veces podemos estar en la seguridad de que amamos a Dios cuando, en realidad, no tenemos un conocimiento muy acertado de su propio corazón. Algo así le pasa al hijo que se queda en casa con su padre mientras su hermano se marcha a dilapidar su fortuna.

Quien se va reconoce que se ha equivocado y vuelve con su padre. Seguramente no lo hace, en un principio por arrepentimiento pero su corazón se acerca a quien tanto lo ayudó mientras vivía con él y, al fin y al cabo, vuelve con él. En cierta manera se ha convertido.

El otro hijo, al parecer, quiere mucho a su padre. Sin embargo, puede dar la impresión, que seguramente es correcta, que más que quererlo lo tiene como alguien que le soluciona la papeleta de su vida y de quien puede echar mano cuando lo necesite. Tampoco muestra mucho amor por el hermano que ha vuelto.

JESÚS, aquellos hermanos no querían, en el fondo, mucho a su padre sino que uno por otro lo único que deseaban de él era su fortuna. Algo así nos pasa a nosotros porque, con relación a Dios Padre en demasiadas ocasiones sólo lo buscamos cuando lo necesitamos.



Eleuterio Fernández Guzmán