21 de diciembre de 2013

Bendita entre las mujeres





Lc 1, 39-45

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.


COMENTARIO

Cuando el Ángel Gabriel deja a María ella sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Una vez conoce que la Encarnación se ha producido en ella sabe que su prima Isabel, allí en Aim Karem, la necesita porque va a tener un hijo y es mujer de edad avanzada. Y acude donde está.

A Isabel le debió soplar al corazón el Espíritu Santo que su prima María venía y que lo hacía acompañada, en su vientre, nada más y nada menos que por el Hijo de Dios. Muy pocas personas sabían que eso era así y una de ellas, Isabel, bien lo demuestra cuando ve llegar a María.

Cuando Isabel le dice a María que es bendita entre todas las mujeres está diciendo, de otra manera, lo mismo que dijo el Ángel a la joven judía: que estaba llena de gracia. Sabe, por eso mismo, que ha creído lo que le ha dicho dios y que, por tanto, todo se ha de cumplir según la voluntad del Creador.





JESÚS, tu Madre y tu tía Isabel saben el secreto mejor guardado de todos los tiempos: Tú vas a nacer para salvar al mundo. Ayúdanos a saber dar gracias como te mereces.





Eleuterio Fernández Guzmán


20 de diciembre de 2013

La fe de la Inmaculada



Lc 1,26-38

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. 

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin’.

María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’. El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios’. Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel dejándola se fue.

COMENTARIO

El mensaje del Ángel

Gabriel tiene que llevar un mensaje importante a la joven a la que Dios había escogido para ser su Madre. Sabe que, seguramente, se extrañará de todo aquello que le está diciendo pero cumple con una misión que era crucial para la historia de la humanidad. 

La fe de María

La joven no sabe qué le está pasando. Sin embargo, es mujer piadosa y cree, sobre todas las cosas, en Dios Todopoderoso. Por mucho que no entienda lo que le pasa sabe que debe cumplir con la voluntad de su Creador.

El Fiat

María podía haber respondido de otra forma. Sin embargo, responde "sí" a lo que le dice el Ángel enviado por Dios. Con aquel "hágase" y refiriéndose a ella misma, llamarse esclava del Señor, consigue que todo lo que Dios había dispuesto para su criatura preferida se cumpla.



JESÚS, tu Madre supo responder lo que debía responder. Era un momento importante y tuvo fe, mucha fe. Ayúdanos a imitar a María, también madre nuestra.







Eleuterio Fernández Guzmán

19 de diciembre de 2013

La voluntad de Dios siempre se cumple



Lc 1,5-25


Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. 

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’. 

Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad’. El ángel le respondió: ‘Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo’. 

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: ‘Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres’”.



COMENTARIO


Las dudas de Zacarías

Cuando el Ángel enviado por Dios comunica a Zacarías lo que va a pasar aquel hombre, importante entre los de su pueblo, no las tiene todas consigo. Duda ante la voluntad del Creador y eso le hace acreedor de un castigo: se queda mudo.


Las promesas de Dios

Lo que dice Dios se cumple porque es fiel a lo que dice. Por eso cuando llegó el momento que tenía que llegar y según había dicho el Ángel nace un niño. Le han de poner de nombre Juan. Ahora Zacarías se da cuenta, en efecto, de que no debe dudar nunca más de Dios.


El poder de Dios

Una vez más queda demostrado, demuestra el Creador, que para Él nada hay imposible. El oprobio en el que el pueblo elegido por Dios había puesto a Zacarías (por no tener hijos) queda reducido a nada: la voluntad de Dios se ha impuesto, como debe ser siempre.




JESÚS, tus tíos Zacarías e Isabel esperaron aquel hijo tan esperado por ellos. También sería esperado por el propio pueblo elegido por Dios porque era tu Precursor y quien te iba a anunciar. Ayúdanos a no dudar nunca de la voluntad de tu Padre.





Eleuterio Fernández Guzmán


18 de diciembre de 2013

La fe de José



Mt 1,18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados’. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’’. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer”.

COMENTARIO

San Mateo hace hincapié en algo muy importante: Jesús debía de tener un padre-hombre para que fuese reconocido como tal y evitar, así, los posibles problemas que podía tener María al decir que estaba embarazada. Es seguro que había sido lapidada.

Conocedor, como era, el Ángel, de lo que iba a pasar, le dice a José lo que ha de suceder, el nombre del niño que va a nacer, Jesús, apostillando, para demostrar lo que le decía, con las palabras del profeta Isaías (Isaías 7, 14) lo que acabó de convencer a José: Virgen, María, profeta, Emmnanuel-Dios con nosotros-… Todo era cierto, verdad.

La fe que tiene aquel hombre que, escuchando al enviado de Dios para consolar su corazón atribulado, no se le ocurre más que hacer lo que le dice quien era mensajero de Dios. A José otra cosa no se le pasa por la mente ni, por supuesto, por el corazón pues también debió consagrarse a Dios desde pequeño al igual que lo debió hacer la joven María, su esposa


JESÚS, tu padre adoptivo, José, el carpintero de Nazaret, tuvo una fe inquebrantable en Dios e hizo lo que dijo tu Ángel. Ayúdanos a ser fieles como el esposo de María, Madre de Dios y madre nuestra.



Eleuterio Fernández Guzmán





17 de diciembre de 2013

De quién viene Jesucristo


  

Mt 1,1-17

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. 
David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. 

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.”


COMENTARIO

Podría pensarse que la relación de antepasados de Jesús tiene poca importancia. Sin embargo, es bien cierto que la intención del evangelista que fuera recaudador de impuestos es mostrarnos que el Hijo de Dios, Jesús, es Hombre. Es más, que es verdadero Hombre.

Jesús, pues, es hombre porque así lo quiso Dios. Y lo es con todas sus consecuencias: cosas buenas y malas que le pasan a lo largo de su vida mortal, situaciones por las que pasa todo ser humano que también le afectan. Así llora y ríe, sufre la pérdida de amigos como cualquier hijo de Dios.

Pero lo más importante es que este texto de san Mateo nos presenta al niño que pronto va a nacer y que tanto queremos que vuelva, otra vez, tras su partida a la Casa del Padre. Así, Jesús, quien tiene antecedentes muy humanos, es Dios hecho hombre. Y así nos lo recuerda aquel que lo dejó todo para, años después, seguirlo.



JESÚS, tienes antepasados como todos tenemos. Los tuyos, claro y por voluntad de Dios, son de linaje escogido por el Creador. Los hubo pecadores graves pero siempre atendiendo, en lo posible para ellos, a la voluntad de tu Padre. Ayúdanos a contemplar tu nueva venida con amor y esperanza.





Eleuterio Fernández Guzmán


16 de diciembre de 2013

La autoridad de Cristo viene de Dios






Lunes III de Adviento

Mt 21,23-27

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo. Mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: '¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?'. Jesús les respondió: 'También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?'. Ellos discurrían entre sí: 'Si decimos: ‘Del cielo’ , nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Y si decimos: ‘De los hombres’, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta'. Respondieron, pues, a Jesús: 'No sabemos'. Y Él les replicó asimismo: 'Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto'.


COMENTARIO

En una ocasión dijo Jesús que el mundo era más astuto que los hijos del cielo. Lo dijo porque sabía que aquellos que lo perseguían se las sabían todas. O, al menos, eso era lo que ellos creían. Sin embargo, a Jesús no era fácil engañarle.

Le pregunta por la autoridad que tiene aquel Maestro para hacer lo que hace y decir lo que dice. Pero Jesús, que en verdad sí lo sabe todo, tiene en su corazón la respuesta perfecta: ¿qué creían ellos de Juan el Bautista? Y ellos por miedo, no responden.

Jesús, ante una forma de actuar tan cicatera y tan tramposa sabe que a tales personas no puede revelar nada que sea importante o que pueda ser crucial. En realidad ellos no quiere saber nada bueno de su parte sino, en todo caso, hacer lo posible para que calle de una vez por todas.


JESÚS, los que te persiguen buscan la forma de cogerte en algún renuncio. En verdad, como más dirías más tarde, no saben lo que hacen. Ayúdanos a no ser como ellos.



Eleuterio Fernández Guzmán

15 de diciembre de 2013

Cristo era Quien tenía que venir





Domingo III (A) de Adviento


Mt 11,2-11


En aquel tiempo, Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: ‘¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’. Jesús les respondió: ‘Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!’.

Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: ‘¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Éste es de quien está escrito: ‘He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino’. En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él’”.

COMENTARIO

Quien había de venir

Los que pertenecían al pueblo elegido por Dios sabían que, según voluntad del Creador, tenía que venir al mundo un Mesías que serían el Salvador de tal pueblo. Por eso los discípulos del Bautista van a preguntarle a Jesús si era Él mismo.


Pruebas más que suficientes

A Jesús le basta con acudir a las Sagradas Escrituras hasta entonces conocidas para demostrar a Juan que, en efecto, Él era: los ciegos veían y los cojos, por ejemplo, andaban que era la forma de mostrar, quien eso pudiera hacer que había llegado el Enviado de Dios.



La primacía de Juan

Aunque a muchos aquel hombre que vestía con piel de camello y se alimentaba con lo poco que podía encontrar en el desierto era persona poco importante, Jesús sabía que había sido puesto allí por Dios para ser su Precursor, quien anunciara que había llegado el Cordero de Dios.

JESÚS, los que quieren saber de ti, Mesías, preguntan si eres el Enviado de Dios. Ayúdanos a no alejarte de nuestro corazón.



Eleuterio Fernández Guzmán