16 de noviembre de 2013

Que Cristo encuentre fe




Sábado XXXII del tiempo ordinario

Lc 18,1-8

“En aquel tiempo, Jesús les propuso una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’.

Dijo, pues, el Señor: ‘Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?’.

COMENTARIO

Era muy común y lo es, también, hoy día, dirigirnos a Dios sólo cuando nos conviene por tener alguna que otra necesidad e, incluso, por saber que las tienen nuestros prójimos. Acudimos al Padre como remediador de nuestros problemas. Sin embargo, Jesús sabe que eso no puede ser.

Dios siempre nos escucha pero es más que cierto que nuestra oración ha de ser perseverante. En muchas ocasiones, desfallecemos en la oración porque creemos que no hemos sido escuchados cuando, en verdad, el problema es que no parece que tuviéramos muchas ganas de orar ante el Padre y enseguida nos hemos venido abajo.

Fe. Cristo pide fe para cuando vuelva. Lo dice con toda claridad que ha de volver a venir. En su Parusía, el Hijo de Dios vendrá a juzgar a vivos y muertos y espera, para entonces, encontrar hermanos suyos que tengan fe. ¿Será así?


JESÚS, sabes que al Padre no podemos orar con prisa ni con prisa querer que nos conceda lo que queremos. A lo mejor no nos conviene o, a lo mejor no tenemos tanta fe como creemos.



Eleuterio Fernández Guzmán

15 de noviembre de 2013

Saber lo que no hay que hacer




Viernes XXXII del tiempo ordinario


Lc 17,26-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.

‘Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada’. Y le dijeron: ‘¿Dónde, Señor?’. Él les respondió: ‘Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres’”.

COMENTARIO

Es bien cierto que la Palabra de Cristo, Palabra de  Dios, vale y sirve para todos los tiempos. Por eso también lo que les dice a los que le escuchan acerca de que hay muchas personas que viven pensando sólo, o exclusivamente, en lo material, en lo mundano, también vale para hoy mismo.

Es un error actuar como si no hubiera una vida mejor que esta que nos ha tocado vivir. Hacerlo de tal forma es mostrar, en primer lugar, una gran desconfianza hacia Dios y, en segundo lugar, es mantener una actitud de ceguera ante lo que, de verdad, nos importa o debería importarnos.

Lo que, de verdad, importa, es el espíritu. Nuestro cuerpo se pudrirá, será polvo como el polvo vino al mundo pero nuestra alma no morirá nunca sino que será destinada a donde Dios crea que debe ser destinada. Y para no morir eternamente en el infierno debemos tener en cuenta que lo que aquí hacemos, en este mundo, tendrá repercusión en el otro.


JESÚS, nos adviertes muchas veces que no debemos acumular en este mundo sino, en todo caso, para el que tiene que venir. Ayúdanos a no olvidar una verdad tan trascendental como ésta.






Eleuterio Fernández Guzmán

14 de noviembre de 2013

Profeta Cristo



Jueves XXXII del tiempo ordinario




Lc 17,20-25



“En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: ‘El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros’. 



Dijo a sus discípulos: ‘Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación’”.


COMENTARIO

El ansia por el Reino de Dios era grande entre los hijos del pueblo elegido por el Creador. Por eso Jesús ha de advertir acerca de que es posible que venga algunos que les digan o quieran hacerles ver que son ellos el Reino de Dios. En realidad, el Reino de Dios es Cristo mismo.

Jesús habla acerca de cómo será el momento en el que vuelva a venir del Hijo de Dios, Él mismo. No debemos correr tras el primero que diga que lo es porque Cristo llegará de forma que, indudablemente, se sepa que es Él quien ha venido.

Jesús profetiza acerca de lo que ha de pasar Él mismo. Antes de que pase lo do lo que tiene que pasar tendrá que sufrir mucho y morir de una forma terrible. Y, además, se muy duramente criticado por los suyos.


JESÚS, nos adviertes de que no sigamos al primero que diga que eres Tú y que ya has vuelto. Ayúdanos a reconocerte cuando vuelvas.



Eleuterio Fernández Guzmán

13 de noviembre de 2013

Las gracias de Cristo




Miércoles XXXII del tiempo ordinario

Lc 17,11-19

“Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’. Al verlos, les dijo: ‘Id y presentaos a los sacerdotes’.

Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ‘¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?’. Y le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha salvado’’”.

COMENTARIO

La fama de santidad se adelantaba a los lugares por donde iba pasando Jesús. Por eso era de lo más normal que, cuando llegaba a un lugar ya había personas esperando para pedir por sus necesidades.

Aquellos leprosos lo pasaban muy mal. No se trataba, que ya era suficiente, de una enfermedad muy grave e incurable sino que la misma los incapacitaba para vivir en sociedad. Y eso los mataba, literalmente, de hambre y de otras muchas necesidades.

Pero no todos los que quedaron curados agradecieron a Jesús el gran favor que había hecho por ellos. Sólo uno, y además extranjero, se volvió para dar gracias. Y es que Jesús sabía que su llamada no era, en exclusiva, para el pueblo judío sino para toda la humanidad.




JESÚS, tus beneficios para nosotros, tus hermanos e hijos de Dios, son innumerables. También el mucho desagradecimiento que muchas veces te mostramos. Ayúdanos a no caer en tal tentación.





Eleuterio Fernández Guzmán


12 de noviembre de 2013

Somos siervos inútiles

Martes XXXII del tiempo ordinario
Lc 17,7-10

"En aquel tiempo, el Señor dijo: ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’.


COMENTARIO

Jesús acierta siempre con lo que hace y, sobre todo, con lo que dice. Cuando pone ejemplos no se anda con chiquitas ni con disimulos. Sabe que nos conviene lo que nos dice y no calla nada de lo que debe decir. 

El Señor llegará cuando menos lo esperemos. Nos llamará en el momento menos esperado porque, francamente, nadie espera ser llamado todavía porque tenemos tanto que hacer...

Hacer la voluntad de Dios. Es el objetivo de nuestra vida, el destino que tenemos reservado si es que somos hijos que amamos a nuestro Padre. Y después de cumplir con la misma saber que lo hemos hecho aunque sepamos que no somos nada ante Dios. 



JESÚS, ayúdanos a ser humildes y a reconocer que somos, en efecto, siervos inútiles. Inútiles...



Eleuterio Fernández Guzmán

11 de noviembre de 2013

Palabra de Dios





Lc 17,1-6

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.

‘Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás’.

Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe’. El Señor dijo: ‘Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido’”.


COMENTARIO

Jesús siempre hablaba diciendo aquello que era muy importante para sus discípulos. Por ejemplo, cuando habla de lo que no puede hacerse en lo referido a confundir en la fe a los que menos conocen de ella, quiere decir que debemos tener cuidado con llevar a confusión a tales personas o que otros nos lleven a confusión a nosotros.

Jesús recomienda el perdón. Como Dios misericordioso que es, Dios hecho hombre entre hombres, sabe que perdonar es el mejor camino para ir juntos al encuentro del Creador en su definitivo Reino. Por eso de perdonar siempre, siempre, siempre.

Por otra parte, los que querían que Jesús les aumentase la fe lo hacían porque, a lo mejor, querían poner poco de su parte. Por eso dice que si tuvieran fe como un pequeño grano de mostaza…





JESÚS,  los que quieren escucharte saben siempre que escucharán lo que les convienen. Ayúdanos a tener siempre en cuenta tus palabras.



Eleuterio Fernández Guzmán


10 de noviembre de 2013

Dios de vivos




Domingo XXXII (C) del tiempo ordinario

Lc 20,27-38

En aquel tiempo, acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: ‘Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer’.
Jesús les dijo:’Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven’”.

COMENTARIO

Aquellos que no estaban de acuerdo con Jesús ni, claro, con lo que decía y hacía, procuraban, en la medida de lo que eso era posible, cogerlo en algún fallo teológico. Lo hacían para denunciarlo e intentar, así, callar su santa voz.

Le pregunta por aquel caso de la mujer casada varias veces. Sin embargo ellos no comprenden ni entiende que en el cielo, en la vida eterna, las cosas no son como en la tierra donde peregrinamos. Jesús lo dice con toda claridad: seremos como ángeles.
Jesús les hace ver, nos hace ver, que Dios es, en efecto, un Dios de vivos porque está vivo y porque quiere que todos lo estemos tras nuestro paso por este mundo. Vivos en el Cielo a su lado para siempre, siempre, siempre.


JESÚS, muchos no comprenden que el Padre nos ama y nos quiere con Él, que es un Dios de vivos y no de muertos. Ayúdanos a tenerlo siempre bien presente.



Eleuterio Fernández Guzmán