10 de noviembre de 2018

Ser fiel siempre



Lc 16,9-15

En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: ‘Yo os digo: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero’. 

Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de Él. Y les dijo: ‘Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios
’”.


COMENTARIO

Jesús, al predicar, busca que aquellos que lo escuchan, comprendan que lo que es importante no es, muchas veces, lo que ellos creían que eran.  Y todo lo relacionado con el dinero era, para algunos de ellos, más que importante.

Jesús sabe que en el Reino de Dios importan otras cosas. Que, por ejemplo, lo que es pequeño resulta fundamental en las praderas del definitivo Reino de Dios. Por eso predica acerca de lo que, aparentemente es pequeño pero es muy importante.

Queda, sin embargo, algo muy importante: Dios conoce nuestros corazones y, por eso mismo, nada de lo que pretendamos esconder conseguiremos esconder.




JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de lo que, en verdad, importa.

Eleuterio Fernández Guzmán


8 de noviembre de 2018

Dios salva a los que necesitan ser salvados



Lc 15,1-10

En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Éste acoge a los pecadores y come con ellos’. 

Entonces les dijo esta parábola. ‘¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión. 

O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta’”.


COMENTARIO

Es muy cierto que, en tiempos de Jesús, había muchos que se decían maestros y gustaban de ser escuchados por otros como ellos. Sin embargo, Jesús no había venido al mundo a ser llamado bueno sin serlo sino, al contrario, a ser bueno y así ser llamado.

A Jesús, sin embargo, muchos no creían en lo que predicaba. Y murmuraban porque veían como se acercaba mucho a los considerados pecadores. El caso es que Jesús había venido a salvar a los que muchos consideraban perdidos.

Jesús pone ejemplos. Aquella manera de enseñar era la que comprendían los hombres de su tiempo. Y los ejemplos que pone les dicen algo muy importante: hay que salvar lo que está perdido pues, de otra manera, ¿qué mérito se tiene?




JESÚS, ayúdanos  tener en cuenta lo que, de verdad, importa en nuestra vida.

Eleuterio Fernández Guzmán


7 de noviembre de 2018

Seguir a Cristo



Lc 14,25-33

"En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: 'Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

'Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío'".

COMENTARIO

Jesús sabe que es muy importante seguirle pero también reconoce que es muy difícil. Sin embargo, propone el seguimiento total y sin tener en cuenta lo que se ha sido hasta entonces.

Es lógico y humano pensar que nosotros tenemos apego a lo que es nuestro. Por eso, no sólo nuestra familia sino también nuestros bienes nos atraen y, muchas veces, nos alejan de Dios. Jesús no quiere que eso siga siendo así si es que queremos ser sus discípulos.

Jesús, en esto, es totalmente radical porque sabe que no hacerlo así supondría estar engañándolo y eso es lo mismo que hacerlo con Dios. Tal radicalidad es, además, garantía de ganancia de la vida eterna.

JESÚS, ayúdanos a seguirte de la forma que Tú demandas.


Eleuterio Fernández Guzmán


6 de noviembre de 2018

Saber a quiénes debemos tener en cuenta



Lc 14,15-24

"En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: ''Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!'. Él le respondió: Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’.

'Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena
'".


COMENTARIO

Dios Padre quiere a todos sus hijos consigo. Es, en tal sentido, propio del Señor que nos ama que estemos con Él porque quiere que gocemos de la vida eterna.

Nos invita a estar en su Reino, en su definitivo Reino. Y nos llama como ha hecho a lo largo de los siglos con todos sus hijos. Pero muchos no han aceptado tal llamada y se han dedicado a mirar para otro lado como si eso no tuviera consecuencias para sí mismos.

En este texto hay un claro aviso que nunca deberíamos tener por no dicho por Dios. Nos dice el Creador  que quien no acepte la invitación que le envía el Todopoderoso no entrará en su Reino. Y eso debería preocuparnos mucho.


JESÚS, mucho y bueno nos dice aquí Dios. Ayúdanos a tenerlo siempre en cuenta.


Eleuterio Fernández Guzmán


5 de noviembre de 2018

Saber lo que nos conviene


Lc 14, 12-14


“12 Dijo también al que le había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. 13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; 14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos”.


COMENTARIO

Podemos imaginar y creer que, quien invita a otros a comer, es que tiene un corazón generoso. Pero la generosidad la entiende Cristo de forma muy diferente. Y es que no es lo mismo el corazón de Dios que el de los hombres.

Está bien ser generoso pero debemos saber con quién podemos y deberlo serlo. Y en esto, el Hijo de Dios lo deja todo dicho de una forma que no se pueda entender otra cosa. Debemos tener cuidado con tener en cuenta, en nuestra vida, sólo a los que nos son conocidos.

¿Es que no es importante agasajar a los nuestros? Sí. Sin duda lo es pero lo es más aún tener en cuenta a los necesitados y a los que, por decirlo así, no va a devolverte el regalo porque sólo esos son los Dios mira con ojos buenos y magníficos.

JESÚS, ayúdanos a devolver bien por bien.

4 de noviembre de 2018

Estar cerca del Reino de Dios



Lc 12, 28b-34


“'¿Cuál  es el primero de todos los mandamientos?' Jesús le contestó: 'El primero es:  'Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor,   y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y  con todas tus fuerzas. El segundo es: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  No existe otro mandamiento mayor que éstos.' Le dijo el escriba: 'Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que  Él es único y que no hay otro fuera de Él,  y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.' Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: 'No estás lejos del Reino de Dios.' Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.”
       
COMENTARIO

No podemos negar que, aunque había muchos que no querían, para nada, al Hijo de Dios, había, sí, quien quería conocer de verdad lo que enseñaba por si podía aprender algo.

La pregunta acerca de cuál es Mandamiento más importante quiere cerciorarse de que lo que se ha estado creyendo es lo cierto. Y lo es porque Jesucristo no enseña otra cosa que no sea que hay que amar a Dios sobre todas las cosas y sobre todas las circunstancias de la vida.

Resulta curioso que, tras haber respondido de la forma que lo hace, nadie más quiera preguntar nada. Bien sería porque veían en aquel Maestro al verdadero Mesías que respondía con sabiduría verdadera o bien podía ser porque alguno de los presentes lo que quería era no darse a conocer como no discípulo suyo.

JESÚS, ayúdanos a comprender el verdadero sentido de la Ley de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán