22 de agosto de 2020

Y dijo sí


Lc 1,26-38

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin’. 

María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’. El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios’. Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel dejándola se fue
”.
COMENTARIO


El anuncio del Ángel

Lo que había venido a anunciar el Ángel del Señor, Gabriel, era muy importante para la humanidad. Por eso se presenta a María llamándola “llena de gracia” porque, en verdad, Dios estaba con ella y, pronto, en ella.


La situación de María

No podemos negar que aquella virgen judía estaría atribulada ante la presentación de aquel Enviado de Dios. No duda, sin embargo, como había hecho Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Ella, sin embargo, sólo quiere saber cómo será lo que le ha dicho Gabriel.

La respuesta de María

Ciertamente María podía haber dicho que no al Ángel. Era una posibilidad. Sin embargo, para una joven entregada a Dios desde muy pequeña no podía haber nada mejor que responder sí a la santa voluntad de Dios. Y así nos salvó.


JESÚS, ayúdanos a alabar, en cuanto merece (que es mucho) la actitud de tu Madre, su santa Madre.

Eleuterio Fernández Guzmán


21 de agosto de 2020

Mandamientos de Dios

Mt 22,34-40

En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?’. Él le dijo: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas’”.


COMENTARIO

Muchos de los que vivían en tiempos de Jesús no lo querían para nada y buscaban siempre la ocasión para cogerlo en un renuncio. Sin embargo, lo de ahora es peor porque dudan de que conozca cuál es el primer mandamiento de la Ley de Dios.

De no ser porque actúan sin saber lo que hacen (como diría Jesús en la cruz) no se entiende esta pregunta. Jesús debió mirarlos con pena porque con todo lo que había hecho aún le preguntaban eso.

Jesús sabe más que bien lo que debe decir. Tener en cuenta lo que les dice es algo más que importante porque para nuestra vida ordinaria amar a Dios es esencial pero hacer lo propio con el prójimo es también importante pues es la voluntad del Creador que eso sea así.


JESÚS, lo que nos dices es fundamental para nuestra vida ordinaria. Ayúdame a no caer en la trampa del Maligno.

Eleuterio Fernández Guzmán


20 de agosto de 2020

Acudir cuando llama Dios

Mt 22,1-14
“En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía a otros siervos, con este encargo: ‘Decid a los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.

‘Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos’”.



COMENTARIO

Jesús, con esta parábola pretende alentarnos a la hora de aceptar, para lo que sea, la llamada de Dios. El Creador nos requiere en muchas ocasiones para llevar a cabo determinadas misiones y quiere, así, que nos sentemos en su banquete de gloria.

Nosotros, sin embargo, podemos poner muchas excusas porque somos especialistas en escurrir el bulto y mirar para otro lado. En este aspecto, el ser humano es muy imaginativo. Siempre tenemos algo que hacer, algo a lo que mirar antes que allí donde Dios quiere que miremos y actuemos.

Jesús, sin embargo, nos previene. Como es hermano nuestro y conoce más que bien la voluntad del Creador, sabe que debemos acudir a la llamada de Dios. Es más, sabe también que no debemos acudir de cualquier forma sino de la mejor posible: limpios de corazón y de alma.  Así acudimos bien vestidos.


JESÚS, quieres que aceptemos la llamada del Padre siempre que nos la haga. Y que lo hagamos de forma correcta y adecuada a su voluntad. Ayúdanos a no mirar para otro lado cuando eso suceda.


Eleuterio Fernández Guzmán


19 de agosto de 2020

Es mejor ser últimos

  
Mt 20, 1-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos esta parábola: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’. Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado’. Díceles: ‘Id también vosotros a la viña’.
‘Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros’. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos’”.


COMENTARIO

Dios llama a quien quiere para ser discípulo de Cristo. En realidad, podemos creer que somos nosotros quienes elegimos seguir al Hijo pero es el mismo Todopoderoso quien, en su voluntad, así actúa aunque no todo hijo responde bien a su Padre.

Es bien cierto que hay hermanos en la fe que creen tener más derechos ante el Creador. Como los hermanos Santiago y Juan querían estar a la derecha y a la izquierda de Cristo en su Reino. Y así actúan: quieren tener una retribución mejor.

Jesús, sin embargo, que es conocedor absoluto de la voluntad de Dios, sabe que para ser el primero en su definitivo Reino hay que ser el último en éste. Por eso conviene ser los últimos en cuanto a consideración del mundo; los últimos por ser los que más ayudan y se entregan a los demás; los últimos, en fin, por saber que así hay que proceder.



JESÚS, Dios tiene en cuenta la forma en la que actuamos en este mundo. Ayúdanos a ser, de verdad, los últimos y a gozar con ello.


Eleuterio Fernández Guzmán


18 de agosto de 2020

Cristo lo sabe todo: ser los últimos

Mt 19,23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos’. Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: ‘Entonces, ¿quién se podrá salvar?’. Jesús, mirándolos fijamente, dijo: ‘Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible’. 

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: ‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?’. Jesús les dijo: ‘Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros’”.


COMENTARIO

Como siempre, Jesús dice cosas muy importantes en este texto. Ahora se refiere a lo que ha de venir y de qué es lo que nos conviene hacer con respecto a nuestra vida futura, a nuestra vida eterna.

La salvación es cosa de Dios. Quiere decir el Hijo del Padre que es el Todopoderoso el que salva pero que también debemos poner de nuestra parte. Por eso dice que hay que ser el último y, más que nada, seguirlo a Él, Mesías y Enviado de Cristo.

Lo que obtendremos de hacer eso no es poca cosa sino, al contrario, lo más importante de nuestra pecadora existencia: la vida eterna que dura para siempre, siempre, siempre. Y, para eso, hay que dejarlo todo y seguir a Cristo. Así se sencillo.


JESÚS, los que te siguen queremos saber cómo estar siempre contigo. Tú nos dices que debemos seguirte y creer en Ti. Ayúdanos a cumplir siempre con tan gran verdad.


Eleuterio Fernández Guzmán


17 de agosto de 2020

El verdadero interés


Mt 19,16-22

“En aquel tiempo, un joven se acercó a Jesús y le dijo: ‘Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?’. Él le dijo: ‘¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos’. «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: ‘No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Dícele el joven: ‘Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?’. Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme’». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.”


COMENTARIO

Ciertamente, aquel joven, que era rico, había cumplido con todo lo que la ley decía que se había que cumplir. Seguramente tenía, en su corazón, la certeza bien asentada de que hasta entonces todo lo había hecho bien y que, bien poco, podría reprochársele.

Jesucristo, como suele ser habitual, da sorpresas y, por el hecho de serlo, no son esperadas. Y es que aquel joven, que tan orgulloso estaría de cómo se había comportado toda la vida, aún le faltaba algo que cumplir con lo que, a lo mejor, no podía.

Darlo todo, cuando se tiene mucho, a los pobres, no suele plato de buen comer de casi nadie. Por eso aquel joven se marchó, triste como nos dice el texto bíblico. Y es que riqueza le nublaba el corazón de donde salen las obras y aquella, al parecer, no quería salir.

JESÚS, gracias por decir las cosas bien dichas aunque puedan doler.

Eleuterio Fernández Guzmán


16 de agosto de 2020

La Fe mueve corazones


Mt 15, 21-28

21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. 22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: '¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.' 23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: 'Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.' 24 Respondió él: No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.' 25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: '¡Señor, socórreme!' 26 Él respondió: 'No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.' 27 'Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.' 28 Entonces Jesús le respondió: 'Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.' Y desde aquel momento quedó curada su hija.”


COMENTARIO

No son pocas las ocasiones en las que ocurre esto: a Jesucristo se le acerca alguien porque tiene una necesidad imperiosa o la tiene otra persona para la que pide intervención del Hijo de Dios. Y cuele concurrir otro elemento que tiene que ver con el resultado de todo lo que va a pasar: la fe.

Tener confianza en alguien, podemos pensar, suele ser un punto a favor de que tal alguien nos eche una mano pues lo contrario sería extraño. Y eso es lo que pasa en el caso de la mujer que pide a Cristo su intervención: ella confía, sabe que sólo el Maestro puede echarle una mano. Y así se lo pide.

Que Jesucristo eche una mano, como decimos, a aquella mujer, no es nada extraño ni es para que nadie se eche las manos a la cabeza. No. Es lo lógico que puede pasar cuando se pide a Dios algo y de pide con fe.



JESÚS,  gracias por comprender la fe de aquella mujer.


Eleuterio Fernández Guzmán