5 de noviembre de 2011

Servir a Dios


 

Sábado XXXI del tiempo ordinario






Lc 16,9-15






“En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: ‘Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero’.






Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de Él. Y les dijo: ‘Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios’.








COMENTARIO






La justicia de Dios no es, gracias al Creador, la misma que tiene el ser humano ni significa lo mismo lo que quiere decir. Para Dios es justo lo que para muchos es injusto porque responde a un sentido amoroso y misericordioso de lo que sucede.






Lo justo divino es, por ejemplo, ser fiel a Dios y no comportarse como si sólo nos interesase serlo cuando tenemos algo que ganar en el interés por el Creador. Sin embargo no se puede ser fiel al dinero, mundo, y a Dios porque se preferirá, seguramente, al primero frente al Padre. Tenemos que escoger, con toda seguridad, la fidelidad a Dios.






Algo muy importante dice Jesús: Dios conoce nuestros corazones y, por eso mismo, no podemos hacer de nuestra capa un sayo a nuestro capricho creyendo que no seremos vistos por el Creador. Entonces… sólo podemos llevar a cabo aquello que agrada a Dios porque sólo así no nos tomará por personas abominables.








JESÚS, sabes que no se puede estar con el mundo y, a la vez, con Dios porque quien ama en exceso lo mundano se aleja, por fuerza, de su Padre y Creador. Recomiendas, por eso mismo, amar a Dios sobre todas las cosas y dejar al mundo que siga su camino. Sin embargo, a nosotros no nos interesa, en demasiadas ocasiones hacer tal cosa y olvidamos a Dios por estar con el mundo.











Servir a Dios






Sábado, 5 de noviembre de 2011






Sábado XXXI del tiempo ordinario






Lc 16,9-15






“En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: ‘Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero’.






Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de Él. Y les dijo: ‘Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios’.








COMENTARIO






La justicia de Dios no es, gracias al Creador, la misma que tiene el ser humano ni significa lo mismo lo que quiere decir. Para Dios es justo lo que para muchos es injusto porque responde a un sentido amoroso y misericordioso de lo que sucede.






Lo justo divino es, por ejemplo, ser fiel a Dios y no comportarse como si sólo nos interesase serlo cuando tenemos algo que ganar en el interés por el Creador. Sin embargo no se puede ser fiel al dinero, mundo, y a Dios porque se preferirá, seguramente, al primero frente al Padre. Tenemos que escoger, con toda seguridad, la fidelidad a Dios.






Algo muy importante dice Jesús: Dios conoce nuestros corazones y, por eso mismo, no podemos hacer de nuestra capa un sayo a nuestro capricho creyendo que no seremos vistos por el Creador. Entonces… sólo podemos llevar a cabo aquello que agrada a Dios porque sólo así no nos tomará por personas abominables.








JESÚS, sabes que no se puede estar con el mundo y, a la vez, con Dios porque quien ama en exceso lo mundano se aleja, por fuerza, de su Padre y Creador. Recomiendas, por eso mismo, amar a Dios sobre todas las cosas y dejar al mundo que siga su camino. Sin embargo, a nosotros no nos interesa, en demasiadas ocasiones hacer tal cosa y olvidamos a Dios por estar con el mundo.



















Eleuterio Fernández Guzmán











Eleuterio Fernández Guzmán






4 de noviembre de 2011

Ser astutos


 




Viernes XXXI del tiempo ordinario





Lc 16,1-8





“En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: ‘Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. Se dijo a sí mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’.





‘Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’. Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.





‘El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz’”.







COMENTARIO





A lo mejor puede pensarse que Jesús, al contar aquello del administrador y del trabajador astuto, nos está diciendo que tenemos que mentir en nuestra vida ordinaria y que así podremos salir vencedores de muchas malas situaciones. Sin embargo, como es lógico pensar, eso no puede ser así.





Aquel administrador se mostró astuto ante su propia necesidad porque otra cosa no podía hacer si quería, al menos, salir algo beneficiado de la situación por la que estaba pasando. Actuó como suelen actuar las personas que, de forma mundana viven en la tierra: mintió para salir ganando.





Jesús, sin embargo, bien dice que los hijos del mundo son más astutos que los hijos de Dios que así se consideran y que, por lo tanto, no se debe utilizar tal tipo de astucia sino la que proviene de la sabiduría divina que es, precisamente, la que Él mismo utilizaba cuando era preguntado por los que le querían mal.







JESÚS, los que son del mundo y no de Dios actúan de forma violenta contra la verdad y mienten siempre que les conviene. Tus discípulos, muy al contrario, deben utilizar una forma distinta de astucia que es la que procede de saber comportarse de acuerdo a la voluntad de Dios. Nosotros, sin embargo, no siempre somos capaces de hacer como deberíamos hacer y nos dejamos dominar por el mundo y sus necesidades.









Eleuterio Fernández Guzmán





3 de noviembre de 2011

Obispos y elecciones; fieles y votos





Como suele suceder cada cuatro años, otra vez se ha llamado a los españoles a acudir a las urnas para manifestar cuál es su voluntad al respecto de su voto. Pero, para un católico las cosas no pueden ser exactamente igual a como lo son para quien no se diga hijo de Dios ni para quien no crea en Dios o que, creyendo, tenga otra religión.



Los católicos, por eso mismo, tenemos la obligación de escuchar a nuestros pastores porque por eso lo son y, por tanto, tienen, también ellos, obligación de decir, en determinadas ocasiones, lo que es importante sepamos sus ovejas. Y por eso han dicho, en una Nota referida a las próximas elecciones generales del 20 de noviembre y emitida por la Conferencia Episcopal Española, que “Es nuestra obligación de pastores de la Iglesia orientar el discernimiento moral para la justa toma de decisiones que afectan a la realización del bien común y al reconocimiento y la tutela de los derechos fundamentales, como es el caso de las elecciones generales”. Y la han cumplido a la perfección.



Muchos temas han tratado en la citada nota porque no es poca cosa que los católicos sepamos lo que tenemos que saber al respecto de determinados temas. Sin embargo, hay tres que destacan sobremanera sobre los demás porque son fundamentales para la doctrina católica.



Por ejemplo, dicen que “hemos de llamar de nuevo la atención sobre el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que en realidad constituye un atentado contra el derecho a la vida” porque saben que es más que importante que no olvidemos lo que corresponde saber sobre el derecho a la vida y, aquí, por ejemplo, sobre el aborto, sobre la posible eutanasia por venir y sobre los intentos, más que conseguidos como puede cualquiera darse cuenta, de que se acepte, por ejemplo, el aborto como algo ordinario a lo que ya no hay que prestar atención.



Por ejemplo, también refieren que “Son también peligrosos y nocivos para el bien común ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos. Es necesario promover nuevas leyes que reconozcan y tutelen mejor el derecho de todos a la vida, así como el derecho de los españoles a ser tratados por la ley específicamente como ‘esposo’ y ‘esposa’, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes” porque no podemos permitir que, por medio de manipulaciones de ingeniería social, se quiera desvirtuar el sentido del matrimonio entre un hombre y una mujer y se intente imponer el gaymonio o imposible matrimonio entre personas del mismo sexo.



Y, por último, “Debe evitar imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. En cambio, ha de ser facilitada la justa iniciativa social en este campo” porque los católicos no podemos mirar para otro lado cuando se pretende manipular ideológicamente a nuestros hijos con asignaturas adoctrinadoras como Educación para la Ciudadanía y cuando se pretende, además, arrinconar a la asignatura de Religión católica con el fin de que los alumnos no reciban una educación moral que les permita darse cuenta de la aberración que se está cometiendo con ellos.



No es, sin embargo, como hemos dicho arriba, lo único que han escrito nuestros obispos y nuestra jerarquía. Sin embargo, debería ser más que suficiente como para saber qué tenemos que hacer y para no dejarnos llevar por pensamientos políticamente correctos o por supuestos votos útiles que, bien mirados, pueden ser los más inútiles de todos porque no sirven a nuestra doctrina y a lo que, como católicos, tenemos que defender.


Eleuterio Fernández Guzmán



Publicado en Acción Digital



Ser ovejas de Dios




Jueves XXXI del tiempo ordinario







Lc 15,1-10





“En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Éste acoge a los pecadores y come con ellos’.





Entonces les dijo esta parábola. ‘¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.





‘O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta’”.







COMENTARIO





Suele ser frecuente que, como hijos de Dios, tengamos la tendencia a evadirnos de su redil y a hacer con nuestra vida lo que creemos que es conveniente para nosotros. Nos perdemos y nos alejamos de Quien nos creó.





Jesús sabe que para Dios nada hay mejor que un hijo suyo vuelva porque se fue. Y, no siendo necesario para el Creador que le creamos o no, lo bien cierto es que nos busca siempre para que volvamos a Él nos ama y siempre nos quiere a su lado.





Dice el texto del Evangelio de San Lucas que en el cielo hay gran alegría, entre los ángeles, por el hecho de que una persona que se había alejado de Dios vuelva a su redil porque tener juntas a las ovejas del Padre ha de ser lo que más ame Aquel que todo lo creó y todo lo mantiene. Por eso nos busca Cristo.









JESÚS, nos buscas porque es misión que Dios te encargó cuando viniste por primera vez a estar entre tus hermanos. No cejas en llamarnos como aquel pastor que hace lo mismo con la oveja perdida. El caso es que nosotros, muchas veces, no queremos escucharte y hacemos como si no te oyéramos.













Eleuterio Fernández Guzmán





2 de noviembre de 2011

Estar en su Reino




2 de Noviembre: Conmemoración de todos los fieles difuntos

Lc 23,33.39-43

“Cuando los soldados llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’. Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho’. Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino. Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso’”.

COMENTARIO

Jesús murió para salvar a toda la humanidad que, sin embargo, daba la impresión de no querer ser salvada ni tener nada que ver con aquella persona que tanta revolución espiritual, cumpliendo su misión, había llevado al pueblo elegido.

Reconocer nuestra situación con relación a Dios es importante para nosotros porque nos pone ante el Creador según somos y no según queremos aparentar que somos. Por eso, como aquel ladrón que reconoció la inocencia de Cristo también nosotros tenemos que nos merecemos más de una advertencia de parte del Creador.

Pedir, rogar a Dios estar en su definitivo Reino y ocupar una de las estancias que Jesús nos está preparando es el anhelo de todo creyente. Temer a Dios no supone, por lo tanto, tener miedo por tenerlo sino saber que ante Él nada somos y que le debemos la misma vida. 


JESÚS,  cuando en la cruz estabas a punto de morir e ir a tu Padre aquel ladrón comprendió que eras inocente de toda culpa y que él sí era culpable de aquello que lo acusaban. Nosotros, en demasiadas ocasiones, no somos capaces de reconocer lo que somos.


Eleuterio Fernández Guzmán



1 de noviembre de 2011

Bienaventurados



  
1 de Noviembre: Todos los Santos

Mt 5,1-12a

“En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos’”.

COMENTARIO

El mensaje de Jesús se encierra en aquello que les dijo a quien le escuchaba en el monte. El Sermón del monte es, por eso mismo, un mandato porque lo dijo el Hijo de Dios en un momento muy importante de su vida.

Son bienaventuradas, digamos, unas personas muy extrañas para el mundo y lo mundano. Por eso Jesús hace hincapié en decir los casos a partir de los que una persona puede considerarse bienaventurada: ser pobre de espíritu, ser misericordioso, trabajar por la paz, tener limpio el corazón…

Jesús quiere nos dice que, con tales comportamientos, alcanzaremos la vida eterna y seremos agradables al Padre quien quiere que sus hijos cumplan su voluntad de misericordia y de amor. Además, seguramente, la persecución ha de caer sobre aquellos mismos bienaventurados que es, por eso, un timbre de gloria.



JESÚS, sabías que eran bienaventuradas aquellas personas a las que haces referencia. Para el mundo no son las más venturosas ni las mejores para una sociedad en la que es más importante tener que ser. Sin embargo, sabes que amando así seremos buenos hijos de Dios aunque, a veces, nosotros, hagamos todo lo contrario y necesitemos, otra vez, el perdón del Padre.





Eleuterio Fernández Guzmán

31 de octubre de 2011

Con quien te necesita



Lunes XXXI del tiempo ordinario

Lc 14,12-14

“En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos’”.


COMENTARIO

Suele ser común que tengamos en cuenta a los que son de nuestra familia. Eso, que es natural porque es propio del ser humano tener en cuenta a los suyos, no suele estar de acuerdo con la voluntad de Dios por muy fuerte que esto pueda parecer.

En alguna ocasión Jesús tuvo que decir que no había mérito alguno en hacer el bien a los nuestros porque eso también lo hacían los paganos o que quedar bien con un conocido tenía el mismo mérito que lo hiciera un pecador o, lo que es lo mismo, ninguno.

Estar a bien, ayudar a quien lo necesita, ser misericordioso con aquella persona que, en un momento determinado, quiere ser ayudada... ahí está la verdadera posición del discípulo de Cristo. No agasajar a los propios sino ir en busca de quien, siendo prójimo, a lo mejor nos necesita.


JESÚS,  el afán de estar a bien con los nuestros es, sin duda, algo que siempre debe esperar cualquiera. Sin embargo, lo más dificultoso es hacer lo mismo con los prójimos que no son tan prójimos sino que están bastante alejados de nosotros.


Eleuterio Fernández Guzmán


30 de octubre de 2011

Otro Halloween







La fe se puede manifestar de muchas formas. Una de ellas es, sin duda alguna, la de aceptar (o no) determinados comportamientos que, en apariencia, tienen relación con la cristiandad.

Así, en determinadas ocasiones, se aceptan costumbres que, viniendo allende del espíritu católico, tienen relación, al unísono, con alguna festividad que en nuestra fe tenemos como importante.
Por experiencia propia o, lo que es lo mismo, por haberlo visto y vivido, cuando se acerca el día 1 de noviembre, tradicionalmente dedicado al recuerdo de Todos los Santos y el 2 del undécimo mes del año dedicado a la Conmemoración de todos los Difuntos, siempre acude a las pantallas de nuestra vida una costumbre que trata de sustituir a las festividades citadas arriba: Halloween.
Es más que conocida la costumbre que encierra tal fiesta. Por tanto, no se trata aquí de hacer exposición alguna del contenido de la misma porque cualquier lector de este artículo sabe y conoce, seguramente más que de sobra, en qué consiste la tal festividad fantasmagórica.

Sin embargo, a mí me gustaría, mejor, hacer hincapié en algo que, para el esto escribe, es bastante peor que la fiesta misma: la aceptación católica de Halloween.

Sabemos, a este respecto, que, para no causarse excesivos problemas de convivencia, los seres humanos tenemos la tendencia a mimetizarnos con el terreno (“Donde fueres, haz lo que vieres”, se dice) Es decir, aceptar todo aquello que nos venga dado para que no se pueda decir eso, precisamente, de “qué dirán” es lo que, en general, se hace. Y eso es equivalente, exactamente, al comportamiento políticamente correcto y hacer efectivo el respeto humano del que debe huir el católico como del mismo Satanás.
Tendríamos que preguntarnos cómo ha sido posible que, siendo una fiesta eminentemente foránea haya ido calando en la sociedad española de tal forma que parece, ahora mismo, inseparable de las fechas en las que estamos.

Así, de haber empezando siendo, en exclusiva, una forma de festividad para los niños en la que se disfrazaban imitando los modelos televisivos, ha acabado por invadir (impulsada la misma por el desconocimiento de su origen o, lo que es peor, por el resultado de aquel principio) cada uno de los centros públicos de enseñanza que no pueden pasar, como así parece, sin su fiesta de Halloween.

¿Qué decir de los mismos en los que la gran mayoría de padres optan, para sus hijos, por la asignatura de Religión Católica?
Oponiéndose el catolicismo al sentido que ha adoptado la tal fiesta ¿Qué nivel de culpabilidad tenemos los padres por no oponernos a que pasen tales cosas? Seguramente, bastante grande.
Se trata, entre otras cosas, de una concesión al paganismo que debería ser impropia del católico cuando, además, de ninguna manera nos hace falta el recuerdo, así, de los muertos. Para tal memoria ya tenemos la celebración de Todos los Fieles Difuntos (el 2 de noviembre) y también, antes, la de Todos los Santos.

Nos debemos acoger, por tanto, no a la banalización de nuestros muertos sino, muy al contrario, a darles honra. Muy al contrario se hace en Halloween donde se hace mofa del que murió cuando no se le tiene como enemigo que ataca.

De otra forma nos dejaremos vencer por el mundo, por el siglo, por esa tibieza que hace de nosotros meros peleles en manos de los vencedores de la nada y el vacío y habremos caído en ese esoterismo y ese paganismo tan antiguo como el hombre y que, ahora, quieren que sea presente para dar al traste, seguro que es así, con la Verdad.

A esto lo podemos llamar de muchas formas: relativismo o, simplemente, comportarse de una forma políticamente correcta como hemos dicho antes pero lo que no podemos decir, de ninguna de las maneras, es que sea una actitud muy católica la aceptación de Halloween como algo que, dentro de la normalidad espiritual, pueda sustituir a alguna fecha importante para la Iglesia de Cristo.


Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Acción Digital

Lecciones de humildad




Domingo XXXI (A) del tiempo ordinario


Mt 23,1-12

“En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: ‘En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.

‘Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Directores”, porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado’”.


COMENTARIO

Trata siempre, Jesús, de que comprendamos qué es lo importante en la vida de un discípulo suyo y  de un hijo que se sabe de Dios. No se trata de hacer grandes cosas ni de ir caminando para que se vea lo que se hace como aquellos fariseos que preferían ser vistos y aplaudidos.

Servir a los demás es el principal mensaje que Cristo nos dejó en la Última Cena. Cuando se ciñó la toalla y lavó los pies a sus apóstoles lo hizo para que comprendiesen que ahí mismo estaba el hecho importante: entregarse a los demás de la forma que sea para su vida sea más llevadera y sufran menos.

Ser humilde y manso son dos virtudes que puso en práctica Jesucristo a lo largo de la vida que conocemos como “pública”. La humildad exalta al hombre porque lo hace dócil a la voluntad de Dios y, al contrario, la soberbia y el querer parecer lo que no se es lo pone en una situación peligrosa de cara al Creador que ama a quien se humilla porque ha comprendido, el humillado, que es poco ante el Padre.


JESÚS, frente a los que querían extraer de su especial situación social una serie de privilegios tú ofreces la humillación y el servicio y frente a los que pretenden ser más tú enseñas que hay que ser menos. Sin embargo, ¡cuántas veces somos como los fariseos! y no como tú quieres que seamos.


Eleuterio Fernández Guzmán