31 de agosto de 2013

Sobre los talentos






Sábado XXI del tiempo ordinario

Mt 25,14-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

‘Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’. Llegándose también el de los dos talentos dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’. 
‘Llegándose también el que había recibido un talento dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo’. Mas su señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes’”.


COMENTARIO

La parábola de los talentos es una forma que tiene Jesús de darnos a entender, de dar a entender a los que entonces le escuchaban, que la voluntad de Dios no puede ser aquella que quiere lo peor para nosotros sino, al contrario, lo mejor.

Dios nos entrega, a  cada uno de nosotros, una serie de dones, de gracias, de talentos. Espera que hagamos lo mejor con ellos pues, de otra forma, no tendría, siquiera, que molestarse en hacer tal cosa con sus hijos. Pero, como quiere lo mejor, eso hace.

Unos hacen rendir los talentos mucho pero otros, ¡Ay!, por vagancia o, simplemente, por no creer en tal entrega de parte de Dios, nada hacen con ellos. Así, en primer lugar, traicionan al Creador y, en segundo lugar, se perjudican a sí mismos y a quienes pudieran beneficiarse con ellos.




JESÚS, ayúdanos a hacer rendir los talentos que el Padre nos entregó para no desairar al Creador y cumplir su voluntad.





Eleuterio Fernández Guzmán

30 de agosto de 2013

Nos conviene estar preparados





Viernes XXI del tiempo ordinario
Mt 25,1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: ‘El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora’”.


COMENTARIO


Saber qué somos

Aquellas personas que estamos bautizadas sabemos que somos hijos de Dios y que, por eso mismo, no podemos actuar como quien dice que no lo es o como quien está convencido de que no lo es.

Tener en cuenta lo que nos conviene

Antes que nada, aquello que sabemos es nuestro afán es encontrarnos, cuando Dios quiera, en su definitivo Reino y gozar de la vida eterna. Otra cosa no debería interesarnos y, por tanto, deberíamos olvidarnos de acumular en este mundo donde, como sabemos, muchas clases de polillas lo corroen todo.


Estar preparados

Jesús sabe que en cualquier momento podemos ser llamados por Dios para comparecer ante su tribunal. Por eso debemos estar preparados y no hacer como aquellas mujeres necias que confiaron su realidad a la situación de otras mujeres. A cada cual nos corresponde cuidar nuestro corazón y nuestra alma.



JESÚS,  sabes que es muy importante que estemos preparados para alcanzar la vida eterna. Ayúdanos a no caer en la tentación de creer que eso no es importante para nosotros.





Eleuterio Fernández Guzmán


29 de agosto de 2013

Juan, el Precursor



Mc 6,17-29

En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. 

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: ‘Pídeme lo que quieras y te lo daré’. Y le juró: ‘Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino’. Salió la muchacha y preguntó a su madre: ‘¿Qué voy a pedir?’. Y ella le dijo: ‘La cabeza de Juan el Bautista’. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: ‘Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista’. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.”

COMENTARIO

La vida de Juan el Bautista estaba destinada a ser objeto de mucho escarnio y de mucho escándalo de parte de los poderosos de su tiempo. Como profeta no decía lo querían escuchar aquellos que, entonces, tenían el poder. Y eso le costó la vida.

Juan había anunciado al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y lo hizo en aquel lugar donde bautizaba con agua pero avisaba que Quien tenía que venir lo haría con fuego. Y se refería a su primo Jesús, hijo de María, hermana de su madre Isabel.

El pueblo judía había cumplido, otra vez, con la muerte de Juan, con una trágica tradición: matar, enviar al cielo de forma precipitada, a los que Dios había suscitado de entre ellos para darles aviso de qué era lo que no hacían bien y qué era lo que tenían que hacer Y eso, como suele ser ordinario, no gusta a los que hacen, exactamente, lo contrario de lo que tienen que hacer.


JESÚS, tu primo Juan te bautizó en el Jordán y luego dio su vida por la Ley de  Dios. Ayúdanos a tenerlo como ejemplo de cómo debemos actuar en todas las circunstancias de nuestra vida.





Eleuterio Fernández Guzmán


28 de agosto de 2013

No ser hipócritas

Miércoles XXI del tiempo ordinario

Mt 23,27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!’.”


COMENTARIO


Jesús tenía en mente y en su corazón algo muy importante: desenmascarar a los que llevaban una vida aparente religiosa pero que, en verdad, actuaban muy en contra de la verdadera Ley de Dios y de su santa voluntad. Y contra aquellos, contra los que hacían lo que debían, lanza estas palabras.

Jesús no lo hacía contra todos sino contra aquellos que eran hipócritas y no hacían como decían que hacían. Los corazones los tenían podridos mientras que presentaban, en el exterior de su corazón, una apariencia de fe que era, en realidad, más que falsa.

El caso es que Jesús sabía qué le iba a pasar a lo largo del tiempo y cuál sería su final. Por eso les recuerda que personas como ellos, sus propios padres –por antepasados- habían matado a los profetas que Dios había suscitado entre su pueblo elegido. Y eso era, fue, una verdadera profecía.


JESÚS,  no te gusta nada de nada que se actúe hipócritamente. Por eso acudes en aviso de aquellos que así actúan. Ayúdanos a ser fieles con Dios y francos con nuestra fe.





Eleuterio Fernández Guzmán



No ser hipócritas





Miércoles XXI del tiempo ordinario

Mt 23,27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!’.”


COMENTARIO


Jesús tenía en mente y en su corazón algo muy importante: desenmascarar a los que llevaban una vida aparente religiosa pero que, en verdad, actuaban muy en contra de la verdadera Ley de Dios y de su santa voluntad. Y contra aquellos, contra los que hacían lo que debían, lanza estas palabras.

Jesús no lo hacía contra todos sino contra aquellos que eran hipócritas y no hacían como decían que hacían. Los corazones los tenían podridos mientras que presentaban, en el exterior de su corazón, una apariencia de fe que era, en realidad, más que falsa.

El caso es que Jesús sabía qué le iba a pasar a lo largo del tiempo y cuál sería su final. Por eso les recuerda que personas como ellos, sus propios padres –por antepasados- habían matado a los profetas que Dios había suscitado entre su pueblo elegido. Y eso era, fue, una verdadera profecía.


JESÚS,  no te gusta nada de nada que se actúe hipócritamente. Por eso acudes en aviso de aquellos que así actúan. Ayúdanos a ser fieles con Dios y francos con nuestra fe.





Eleuterio Fernández Guzmán


27 de agosto de 2013

Lo que, de verdad, es importante

Martes XXI del tiempo ordinario



Mt 23,23-26


“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!’”.


COMENTARIO

Jesús sabía que la misión que le había sido encomendada consistía, sobre todo, en hacer cumplir la Ley de dios. Por eso se enfrenta a los que, debiendo hacer lo mismo, se desvían por caminos egoísta puramente mundanos.


Había que tener en cuenta, en efecto, tanto al justicia divina como la misericordia y la fe. Tales realidades espirituales tenían que ser cumplidas por los hijos de dios y, más que nada, por aquellos que debían dar ejemplo al resto de la sociedad. Si ellos se equivocaban, harían lo mismo con el resto.


Jesús les advierte sobre algo que es muy importante: lo que, de verdad, ha 
de estar limpio, es el interior del hombre, su corazón. Sólo así el resto, lo de fuera, se manifestará de forma, también, limpia. Sin embargo, había muchos que el interior lo cuidaban poco y mucho, en exceso, el exterior.


JESÚS, determinadas cosas las dices en bien de las personas que te escuchan porque sabes cuál es la voluntad del Padre. Ayúdanos a no tergiversar la Ley de dios y a ponerla en nuestra vida tal como es.
Eleuterio Fernández Guzmán

26 de agosto de 2013

Lo que es verdaderamente importante



  

Lunes XXI del tiempo ordinario


Mt 23,13-22

“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él’.”

COMENTARIO

Jesús sabía que muchos de los que eran tenidos por sabios y conocedores de la Ley de Dios estaban haciendo muy mal su labor. Actuaban de forma tal que podían hacer creer a los que les escuchaban y seguían que lo que hacían estaba bien cuando no lo estaba.

Seguramente era muy común en tiempos de Jesús que le dieran a las realidades espirituales un sentido que, para ellos, era correcto pero, para Dios, totalmente equivocado. Se hacían las cosas en según intereses egoístas y según las conveniencias de aquellos que tenían el poder.

Lo sagrado es sagrado y siempre ha de ser sagrado. No se puede, por lo tanto, poner por delante de lo que es sagrado a lo que es puramente mundano (ejemplo, el oro o la ofrenda del altar) y que nunca puede ser tenido por más importante que aquello que está relacionado con Dios.


JESÚS, muchos de tus contemporáneos estaban muy equivocados en cuanto a lo que era importante para ellos refiriéndose a lo sagrado. Algo parecido nos pasa a nosotros, hoy día. Ayúdanos a comprender lo que, verdaderamente, es importante.


Eleuterio Fernández Guzmán


25 de agosto de 2013

Entrar en la vida eterna

 

Domingo XXI (C) del tiempo ordinario


Lc 13,22-30


En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: ‘Señor, ¿son pocos los que se salvan?’. Él les dijo: ‘Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’; y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos’”.


COMENTARIO


Cuando Jesús habla de la vida eterna y, claro, de cómo se entra en ella, sabe perfectamente lo que dice y a qué se refiere. No habla, por lo tanto, de oídas sino que ha visto cómo es y,  por tanto, cuál es la voluntad de Dios al respecto.

Entrar por la puerta estrecha en la vida eterna supone, para nosotros, una vida de lucha continua y de entrega por la causa de Dios y, así, por la nuestra. De otra forma, nos quedaremos en las puertas del cielo sin poder entrar nunca porque, para entonces, ya nada tendrá remedio. Es ahora cuando nos ganaremos nuestra entrada en el definitivo Reino de Dios.

Pero la recomendación general para esto la da Jesús cuando dice que los últimos serán los primeros, algunos, y que los primeros, aquí, serán los últimos. Y esto porque algunos habrán, esperemos poder decir habremos, entendido de qué habla Jesús y otros, para su desgracia, no.


JESÚS, entrar en la vida eterna es lo único que deberíamos tener en mente y en el corazón. Ayúdanos a conseguirlo, hermano y Padre.




Eleuterio Fernández Guzmán