4 de octubre de 2014

Saber ver a Cristo

Sábado XXVI del tiempo ordinario




Lc 10,17-24


En aquel tiempo, regresaron alegres los setenta y dos, diciendo: 'Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre'. Él les dijo: 'Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos'

En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: 'Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar'

Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: '¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron'”.


COMENTARIO


En el libro de los Cielos

Dios nos escoge para que estemos con Él en su definitivo Reino, el Cielo. Por eso debemos hacer su voluntad y no por otro tipo de interés. Lo bueno llega de la mano de la Verdad.


Las cosas importantes

Lo que de verdad nos conviene lo revela a Dios a quienes le siguen, a quienes creen en Él. Los demás, aquellos que se creen sabios del mundo no son más que ignorantes de la verdadera voluntad de Dios.


Saber ver a Cristo

Ahora no podemos ver físicamente a Cristo. Sin embargo, lo encontramos en el prójimo, en el corazón de los que sufren, en los necesitados. Ahí podemos ver al Hijo de Dios y ahí es donde debemos buscarlo.




JESÚS, quieres que cumplamos la voluntad de Tu Padre. Ayúdanos a no mirar para otro lado a tal respecto.



Eleuterio Fernández Guzmán

3 de octubre de 2014

Escuchar a Cristo


Viernes XXVI del tiempo ordinario



Lc 10,13-16

En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado’”.


COMENTARIO


Jesús, mientras llevó una vida pública de predicación y, por tanto, de transmisión de la Palabra de Dios, hizo muchos milagros. Hechos extraordinarios jalonaron un caminar que hacía gozar a los que veían aquello que hacía. Pero no todos le creían.

Había muchos que, sin embargo, parecía no entender la misión que estaba cumpliendo el Maestro. No se arrepentían de sus pecados y, además, pretendían ser justos. Y Jesús sabe que tal no es, precisamente, la voluntad de Dios.

Jesús dice algo que es muy importante: escucharlo a Él es de una importancia tal que otra cosa mejor no hay. Hay que seguir lo que Cristo dice pues, siendo Dios hecho hombre, nada malo puede querer para nosotros. Y hacer otra cosa, además, tiene negativas consecuencias que no deberíamos olvidar.




JESÚS, quien a Ti te escucha hace lo propio con Dios. Ayúdanos a tenerte siempre presente en nuestro corazón y a acariciar tus palabras porque son Palabra de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán


2 de octubre de 2014

Todos han de conocer la Palabra de Dios


Jueves XXVI del tiempo ordinario

Lc 10,1-12

En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: ‘La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. 

‘En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. 

‘En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad’”.


COMENTARIO


Jesús sabe que es muy importante que su labor evangelizadora se difunda allá por donde eso sea posible. Por eso escoge a setenta y dos discípulos y los envía predicar. Y les da las oportunas instrucciones a tal efecto.

No han de contar salvo que con la Palabra de Dios. Nada han de llevar consigo pues Dios ha de proveer para los trabajadores de su mies. Pero, a la vez, han de rogar a Dios para que envíe a más trabajadores a su mies porque es grande y ha de ser labrada con la savia de su Palabra.

No obliga, sin embargo, Jesús a aceptar la Palabra de Dios y su doctrina. El ser humano es libre. Sin embargo, no deja de reconocer que Dios es justo y que, cuando sea el momento oportuno, se apartará de los que antes se apartaron de Él.




JESÚS, quieres que todos conozcan la Palabra de Dios. Ayúdanos a ser modernos apóstoles tuyos.

Eleuterio Fernández Guzmán


1 de octubre de 2014

Seguir a Cristo sin mirar atrás


 Miércoles XXVI del tiempo ordinario


Lc 9,57-62


En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: ‘Te seguiré adondequiera que vayas’. Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. A otro dijo: ‘Sígueme’. El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre’. Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa’. Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios’.

COMENTARIO


Era cierto que seguir a Jesús tenía que hacerse de forma radical, de raíz. Pero era normal que aquellos que querían hacer eso no olvidaran, de golpe y porrazo, lo que había sido su vida hasta tal momento.

Jesús sabe a qué atenerse. Sabe que no es fácil seguirle porque, en realidad, no tiene nada. Nada de nada aunque sabe que sólo le basta el Amor del Padre y su santa voluntad.

El Hijo de Dios dice algo muy grave (para los oídos de según qué personas): hay que dejarlo todo, no mirar atrás… para seguirle. En realidad, se trata, de querer hacer eso, de cambiar el corazón y, para eso, deben cambiar muchas cosas.





JESÚS, quieres que te sigamos pero que lo hagamos con todas las consecuencias. Ayúdanos a hacer eso.

Eleuterio Fernández Guzmán


30 de septiembre de 2014

Sobra la ira y la rabia


Martes XXVI del tiempo ordinario


Lc 9,51-56

Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.”


COMENTARIO


Jesús, a pesar de los intentos de Satanás (en boca de Pedro) para que evitar aquello que, por voluntad de Dios, debía sucederle, sabía que nada podía hacer para oponerse a la misma. En realidad, podía pero, como hijo fiel, no quería.

Jesús quiere ir a Jesuralén porque sabe que allí le darán muerte y que la misma será para bien de la humanidad. Y algunos de sus discípulos, que al parecer, no entendían lo que estaba pasando, manifiestan una ira y una rabia que no era la propia del Reino de  Dios.

Jesús no puede permitir que se utilice el poder de Dios para hacer daño. Él, portavoz de la paz verdadera no estaba dispuesto que en nombre del Creador se pudiera dañar al prójimo. Y los reprende.


JESÚS, algunos de los tuyos manifiesta una ira y una rabia que no puedes permitir. Ayúdanos a tener un corazón blando, limpio, puro jovial y no vengativo.

Eleuterio Fernández Guzmán


29 de septiembre de 2014

Dios lo conoce todo

Jn 1,47-51


En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: 'Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño'. Le dice Natanael: '¿De qué me conoces?'. Le respondió Jesús: 'Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi'. Le respondió Natanael: 'Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel'. Jesús le contestó: '¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores'. Y le añadió: 'En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre'.


COMENTARIO


Es bien cierto que, en muchas ocasiones, Jesús hacía que lo que era normal, para Él, pareciera extraordinario. En el caso de Natanael pasa algo parecido. Y como para Dios nada hay imposible no le fue difícil a Cristo ver a aquel hombre allí, debajo de aquella higuera.

Para Natanael aquello le parece algo extraordinario. No sabía, en realidad, que Jesús era Dios pero algo le había soplado el Espíritu Santo cuando proclamó que aquel Maestro sólo podía ser el Hijo de Dios y, por tanto, el Rey de Israel.

Jesús debió sonreir por dentro. ¿Con sólo aquello ya le parecía tanto a aquel hombre? En realidad, no sabía lo que tenían que ver y aquello era, sin duda, una simple y sencilla manifestación del poder de Dios. Pero llegarían, como sabemos, tiempos aún más extraordinarios.

JESÚS, Natanael se extraña del poder de Dios. Sin embargo, tan sólo era una pequeña manifestación del mismo. Ayúdanos a aceptar la verdad como es.

Eleuterio Fernández Guzmán


28 de septiembre de 2014

Cumplir con la voluntad de Dios




 Domingo XXVI (A) del tiempo ordinario
Mt 20,28-32


En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes: '¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue.

'¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?'. 'El primero', le dicen. Díceles Jesús: 'En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él'.


COMENTARIO

Quienes nos consideramos hijos de Dios sabemos que el Padre, de una manera o de otra, se dirige a nosotros para hacernos indicación de cuál es nuestra misión y qué es lo que debemos hacer conb nuestra vida de hijos suyos.

Podemos adoptar la decisión de seguir aquello que nos dice pero lo podemos hacer de una forma mentirosa. Es decir podemos decir que no seguimos sus indicaciones pero, al final, dándonos cuenta de lo que significa eso, seguirlas. Al fin... cuenta lo que hagamos.

Pero también podemos tratar de disimular y hacer como que sí... siendo no. Tal forma de actuar, además de mostrar una forma de ser falsa demuestra que no conocemos que Dios conoce, a su vez, neustros corazones y nuestras verdaderas intenciones.


JESÚS, quieres que cumplamos la voluntad de tu Padre y que lo hagamos directamente, sin subterfugios. Ayúdanos a ser como debemos ser: hijos de Dios.




Eleuterio Fernández Guzmán