1 de octubre de 2014

Seguir a Cristo sin mirar atrás


 Miércoles XXVI del tiempo ordinario


Lc 9,57-62


En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: ‘Te seguiré adondequiera que vayas’. Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. A otro dijo: ‘Sígueme’. El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre’. Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa’. Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios’.

COMENTARIO


Era cierto que seguir a Jesús tenía que hacerse de forma radical, de raíz. Pero era normal que aquellos que querían hacer eso no olvidaran, de golpe y porrazo, lo que había sido su vida hasta tal momento.

Jesús sabe a qué atenerse. Sabe que no es fácil seguirle porque, en realidad, no tiene nada. Nada de nada aunque sabe que sólo le basta el Amor del Padre y su santa voluntad.

El Hijo de Dios dice algo muy grave (para los oídos de según qué personas): hay que dejarlo todo, no mirar atrás… para seguirle. En realidad, se trata, de querer hacer eso, de cambiar el corazón y, para eso, deben cambiar muchas cosas.





JESÚS, quieres que te sigamos pero que lo hagamos con todas las consecuencias. Ayúdanos a hacer eso.

Eleuterio Fernández Guzmán


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