17 de abril de 2021

Reconocer a Cristo


Jn 6,16-21

 Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: ‘Soy yo. No temáis’. Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían”.

 

COMENTARIO

 

Los apóstoles-pescadores llevaban una vida relacionada con lo que era su vida ordinaria. En aquella ocasión, al parecer, no estaban pescando sino que, simplemente, habían subido a una barca para ir al otro lado del lago. Iban, en concreto, a Cafarnaúm.

 

Ellos quisieron acercarse a Jesús. En principio sintieron miedo pues no era lo más normal ver a nadie caminar sobre las aguas como lo hacía, en aquel momento, Jesús. Pero, luego, por sus palabras, quisieron recogerlo.

 

Jesús, que conocía la naturaleza de aquellos que había escogido como sus apóstoles, sabe que debe calmarles. Y se presenta: es Él, el Maestro, quien les estaba enseñando la santa doctrina del Amor de Dios. “No temáis” les dice sembrando en su corazón la paz que, luego, les daría en cierta casa en la que estarían escondidos por miedo a los judíos.

 

 

JESÚS, ayúdanos a descubrirte en todo lo mejor que nos pasa.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

16 de abril de 2021

Multiplicar por Amor de Dios

Jn 6, 1-15


"Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: 

`Dónde compraremos pan para darles de comer?'

Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.

Felipe le respondió: 'Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan'.

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 'Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?'

Jesús le respondió: 'Háganlos sentar'.

Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.

Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: 'Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada'. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.

Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: 'Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo'.

Jesús, sabiendo que querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña."



COMENTARIO

Hoy mismo, en este siglo XXI del que ya ha pasado su quinta parte, hay quien cree que aquello que hoy nos trae el Evangelio, la multiplicación de los panes y los peces (ésta porque, al parecer hubo otra que recoge el Evangelio de San Lucas) no fue más que un acto de solidaridad de muchos viendo lo que otros hacían.

Ciertamente, ver así las cosas es alejarse mucho del poder de Dios que, como sabemos, todo lo puede pues por eso es Todopoderoso. Y Jesucristo, antes de empezar el reparto de panes y de peces le dio gracias a su Padre del Cielo y, como podemos imaginar, no iba a hacer otra cosa que la que hizo el Creador.

Todos comieron hasta hartarse y, además, sobró. Y es que el Amor de Dios no sólo no se gasta sino que, al dar, crece.


JESÚS, gracias por ser tan misericordioso.


Eleuterio Fernández Guzmán

15 de abril de 2021

Dios ha enviado a Su Hijo

Jn 3, 31-36


"El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra.

El que vino del cielo está por encima de todo. Él da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.

El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.

El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él."


COMENTARIO

Bien se nos dice en este Evangelio de San Juan qué somos y a qué debemos atenernos. En realidad, no es que se nos diga nada nuevo que no sepamos pero, al parecer, es necesario que nos lo recuerden: nosotros estamos aquí, ahora, y ahora somos de la tierra aún siendo del Cielo.

Es cierto y verdad lo que aquí se nos dice. Y es que sólo Quien ha venido del Cielo puede dar testimonio, ser testigo, de qué es el Cielo y de Quién está en el Cielo. Y sólo Cristo, el Hijo de Dios, ha venido del Cielo y sabe de lo que habla, de lo que nos habla.

Y algo que aquí es fundamental: creer en el Hijo de Dios tiene, por así decirlo, un gran regalo: la vida eterna. Y se nos dice de forma que no podamos decir que no entendemos: creer o no creer, así de sencillo y de simple.



JESÚS, gracias por haber venido al mundo a salvarnos.



Eleuterio Fernández Guzmán

14 de abril de 2021

Ir a la luz

Jn 3, 16-21


"Dijo Jesús:

'Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.

En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.

Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.

En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.'"




COMENTARIO

Lo que dice el Hijo de Dios en este texto del Evangelio de San Juan es de tal importancia que no lo deberíamos olvidar nunca. Y es venir al mundo a que el mundo se salve y que sólo unos cuantos le sigan… en fin, que es cómo para hacerse ver…

En realidad, Jesucristo, que había venido al mundo a cumplir su misión salvadora, en muchas ocasiones advierte de qué pasa cuando se cree en él y qué cuando no se cree en el Enviado de Dios. Y lo hace, creemos, para advertirnos y ponernos en el buen camino.

Dios nos da libertad para hacer una cosa u otra. Es decir, podemos aceptar a Cristo como Dios hecho hombre y Mesías o no. Ahora bien, que eso no vaya a hacer creer a nadie que las cosas son igual o no tienen consecuencias porque sí las tienen...


JESÚS, gracias por ponernos, otra vez, sobre la pista de la vida eterna.



Eleuterio Fernández Guzmán

13 de abril de 2021

Cristo se ha de entregar por sus hermanos

Jn 3, 5a.7b-15

 “5 Respondió Jesús: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Tenéis que nacer de lo alto. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.’ 9 Respondió Nicodemo: ‘¿Cómo puede ser eso?’ 10 Jesús le respondió: ‘Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? 11 ‘En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. 12 Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, 15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.”

 

 

COMENTARIO

 

Cristo sigue de conversación con Nicodemo que, como discípulo del Hijo de Dios, quiere aprender todo lo que pueda. Y es que hay mucho que no acaba de comprender. Por eso pregunta.

 

Cristo le afea la conducta a Nicodemo pues, siendo maestro de Israel parece que no lo acaba de comprender lo que le dice su Maestro. Por eso continúa Jesucristo.

 

Al final de este texto bíblico, Jesucristo pone sobre la mesa una verdad que sólo Él sabe: va a morir de una forma bien determinada y, entonces, su muerte servirá para que todo aquel que crea en Él se salve.

 

JESÚS, gracias por ayudarnos a comprender.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

12 de abril de 2021

Queremos aprender como Nicodemo aprendió de Cristo


Jn 3, 1-8

 

 “1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío.2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: ‘Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.’ 3 Jesús le respondió: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.’ 4 Dícele Nicodemo: ‘¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?’ 5 Respondió Jesús: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Tenéis que nacer de lo alto. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.’”

 

 

COMENTARIO

 

Jesús dice mucho a Nicodemo en esta conversación. Creemos, de todas formas que, siendo persona formada, acabó entendiendo más que el común de sus contemporáneos, incluidos los Apóstoles.

 

Todo lo que dice el Hijo de Dios tiene importancia y, por eso, precisamente por eso, se lo dice a Nicodemo. Hay, pues, que nacer al hombre nuevo y abandonar el corazón antiguo. Así se llega al definitivo Reino de Dios y se goza de la vida eterna.

 

Es más, el Hijo de Dios avisa de su propia muerte al decir que será levantado. Sabemos, claro, que se refiere a la Cruz en la que fue colgado y levantado. Entonces, todo el que crea tendrá vida eterna.

 

JESÚS, ayúdanos a creer.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

11 de abril de 2021

No ser incrédulos

Jn 20, 19-31

 

“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió,  también yo os envío.’  22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» 24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ 25 Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.’ 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.» 27 Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’ 28 Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’ 29 Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.’ 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.’”

 

 

COMENTARIO

 

El caso del Apóstol Tomás es más común de lo que podemos imaginar. Y es que el buen hombre, como que no había visto al Hijo de Dios cuando se presentó ante sus hermanos en la fe… vamos, como que no cree lo que le estaba diciendo y dice eso de tener que meter las manos en las heridas de Cristo que es algo así como tentar a Dios…

 

Cuando se vuelve a aparecer Jesucristo le pide a Tomás que, ahora que lo podía ver, que hiciera eso de sus manos. Tomás, sin embargo, como está viendo a su Maestro, no necesita más que decir eso de “Señor mío y Dios mío”.

 

Cristo, en ese justo momento, define la fe en lo que la misma significa: creer sin ver.

 

 

JESÚS,  gracias por aleccionar a tus discípulos de una forma tan sencilla y profunda.

 

Eleuterio Fernández Guzmán