31 de diciembre de 2017

Lo que debía pasar... pasó

Lc 2, 22-40

“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23       como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor = 24  y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26    Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29      ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;        30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles  y gloria de tu pueblo Israel.’33     Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.         34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción – 35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos  corazones.’ 36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, 37 y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.  38 Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 39         Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40  El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”.


COMENTARIO

Todo lo que estaba escrito debía cumplirse palabra por palabra. Por eso llevan al recién nacido al Templo de Jerusalén. Es lo que dice la ley del pueblo judío y es lo que hace María y José. Lo llevan, aunque ellos no lo sepan aún, a la Casa de su Padre.

Aquellos dos ancianos tenían mucho que gozar y mucho que decir al mundo. Y Simeón profetiza, exactamente, lo que va a pasar con aquel Niño que sus padres llevan al Templo. Y él puede irse ya de este mundo: ha visto al Hijo de Dios.

Lo último de este texto de San Lucas es ejemplo de lo que ha de ser aquel Nilo: crecería y se fortalecería y, lo que es más importante, Dios estaba con Él. Vamos, nosotros sabemos muy bien que Dios era Él mismo.


JESÚS, gracias por haber cumplido tan a la perfección la Ley de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán


29 de diciembre de 2017

Y es presentado Cristo


Lc 2,22-35


"Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 'Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel'.

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: 'Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin
de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones'".


COMENTARIO

Tanto José como María se caracterizaron por cumplir las normas establecidas. Por eso llevan al Templo a Jesús, para ser presentado ante Dios. Pero, en esta ocasión particular, iba a tener unas consecuencias muy a tener en cuenta. 

Tanto María como José se sorprenden de aquello que les dice aquel anciano, Simeón, que tantas horas había pasado en la puerta del Templo a la espera de ver al Mesías. Y, cuando lo ve, no puede callar. Ha de anunciar al mundo lo que sabe ha pasado. 

Al final hay, sin embargo, algo más que triste para la Virgen María. Ella tendrá que soportar, cuando eso tenga que ser, que algo terrible pase en la vida de su hijo recién, casi, nacido. 


JESÚS,  gracias por haber querido ser hermano nuestro y Rey nuestro. 

Eleuterio Fernández Guzmán

28 de diciembre de 2017

Inocentes y Santos


Mt 2, 13-18


“13 Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.’
14 Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; 15 y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘De Egipto llamé a mi hijo.’ 16 Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. 17 Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: 18 ‘Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen. ‘“


COMENTARIO

No podemos negar que José, aquel hombre piadoso que había sabido responder a la llamada de Dios a través de su Ángel, estaba dispuesto a seguir cumpliendo con la voluntad de Dios. Ahora debe huir porque sabe que nada bueno le espera a Jesús.

Todo se estaba cumpliendo según la voluntad del Todopoderoso y según lo escrito en las Sagradas Escrituras. Todo iba según lo previsto por Dios y según la aceptación de los principales actores de la historia de la salvación.

Pero el Mal sigue su camino. Y Herodes pretende acabar con quien dice que es el Rey que ha nacido. Y ordena matar a los niños que pudieran tener la edad de Jesús. Y otra vez se cumple la escritura.

JESÚS, ayúdanos a pedir perdón por la parte que nos toca del genocidio del aborto, los nuevos inocentes.


Eleuterio Fernández Guzmán

27 de diciembre de 2017

Y creyó, Juan creyó

Jn 20,2-8

“El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.”

COMENTARIO

María Magdalena y las mujeres que la acompañan al sepulcro habían descubierto algo inaudito: no estaba el cuerpo del Señor. Y corren a decírselo al resto de discípulos que ya podemos imaginar lo que piensan de ellas.

Por lo que piensan de María Magdalena salen corriendo Simón y Pedro. Quieren comprobar con sus propios ojos eso de que el cuerpo del Maestro no está donde lo dejaron. Y, en efecto, entra primero Pedro y ve que no está.

Cuando entra Juan, el más joven de sus Apóstoles, también ve que es cierto: no está el cuerpo de Jesús sino que todo lo que le habían puesto para cubrir su cuerpo y su cabeza está en perfecto orden. Entonces comprende que ha resucitado. Y cree, entonces ve y cree.

JESÚS, gracias por haber resucitado.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de diciembre de 2017

El Espíritu de Dios está con nosotros


Mt 10, 17-22

“17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; 18 y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. 19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. 20 Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. 21 ‘Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.  22 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.”


COMENTARIO

Lo que dice aquí el Hijo de Dios es terrible porque supone una verdadera guerra civil espiritual. Y es que cuando dice lo que dice no lo hace como quien dijera lo que se antoja. No. Jesucristo sabe lo que va a pasar porque conoce a sus contemporáneos.

En su predicación, Jesucristo había dicho que el Espíritu Santo era una Persona más que importante. Ahora, junto con aquello que diría acerca de que eran bienaventurados los que fueran perseguidos en su nombre, que el Espíritu Santo va a ayudar a los hijos de Dios, deja sentado el auxilio que iba a prestar a la humanidad el que era de Dios Padre.

Pero había algo más. La persecución de los hijos de Dios lo ha de ser no sólo por sus enemigos espirituales sino por la propia familia de los discípulos del Hijo de Dios. Sin embargo, quien no se deje vencer por el Mal vencerá.

JESÚS, gracias por haber venido al mundo a salvarnos.


Eleuterio Fernández Guzmán

25 de diciembre de 2017

¡Ha nacido el Salvador!



“1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. 2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. 3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. 4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, 5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.  6 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, 7 y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. 8 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. 9 Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. 10 El ángel les dijo: ‘No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: 11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; 12 y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.’ 13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: 14 ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.’”


COMENTARIO


A lo largo de su vida, tanto María como José se caracterizaron por cumplir siempre las leyes humanas. Por eso, cuando se dice que deben empadronarse, acuden a Belén que es el lugar originario del esposo José, para hacer lo propio con aquella Ley.

Lo más curioso de este episodio es que se narra el nacimiento del Mesías como la cosa más normal del mundo. Y es que, en efecto, fue un niño, al nacer, como otro cualquiera pero era, a su vez, Alguien muy distinto.

Todo lo demás es puro misterio divino: el Ángel del Señor apareciéndose a unos pastores, el aviso de que había nacido el Salvador y, en fin, aquel canto del ejército celestial alabando a Dios y dando glorias al Eterno Padre Todopoderoso. Todo, pues, es pura manifestación de la santísima Voluntad del Creador.
JESÚS, gracias por haber venido al mundo a salvarnos.



Eleuterio Fernández Guzmán

24 de diciembre de 2017

La esclava del Señor


  
Lc 1, 26-38

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. 

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin’.

María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’. El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios’. Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el ángel dejándola se fue
”.


COMENTARIO

La llena de gracia

El enviado de Dios, su Ángel, Gabriel, se presenta ante María alagándola. Le dice la “llena de gracia” porque había encontrado gracia ante Dios y el Creador la había llenado de la suya. Inmaculada, así, la define aquel Ángel.



La turbación de María

María se turba. No entiende cómo puede ser que se haga lo que le dice el Ángel porque ella no ha mantenido relaciones sexuales con ningún hombre y, en verdad, es lo que ha querido hacer por su entrega a Dios. Pero aquella turbación no le hace perder el juicio y no la hace dudar.


La esclava del Señor

La juventud de María, apenas una niña, le hace comprender algo que es esencial en este caso: ella se entregó a Dios cuando era el momento oportuno y ahora había llegado el momento de hacerlo para siempre. Es la esclava del Señor y lo sabe.



JESÚS, ayúdanos a amar siempre a tu Madre.


Eleuterio Fernández Guzmán

23 de diciembre de 2017

Nace Juan, el Bautista


Lc 1, 57-66

" 57 Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. 58 Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. 59 Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían  ponerle el nombre de su padre, Zacarías, 60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: 'No; se ha de llamar Juan.'
61 Le decían: 'No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.'
62 Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. 63 El pidió una tablilla y escribió: 'Juan es su nombre.' Y todos quedaron admirados. 64 Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.
65 Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de
Judea se comentaban todas estas cosas; 66 todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: 'Pues ¿qué será este niño?' Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él."




COMENTARIO

Todo debía cumplirse según lo había establecido Dios. Por eso, Isabel iba a traer al mundo a su hijo, a su único hijo. La que llamaban estéril iba a dar a la humanidad al último profeta de la Antigua Alianza, quien sería el Precursor del Mesías.

Zacarías debía estar, primero, preocupado por su propia situación pero, luego, debía estar esperanzado porque sabía que lo que le había dicho el Ángel iba a suceder como había sucedido todo lo que le había dicho. Y recupera la voz cuando hace Juan dándose cuenta de que aquel hijo suyo era un enviado de Dios.

No es de extrañar, para nada, que todos los presentes se preguntaran qué sería de aquel niño. Y no era nada extraño porque, desde su propia concepción hasta el nacimiento, todo lo sucedido había sido un hecho, verdaderamente, extraordinario y propio, sólo, del poder Dios.


DIOS NUESTRO, PADRE NUESTRO, gracias por darnos un testigo tan fiel como fue Juan el Bautista.

Eleuterio Fernández Guzmán


22 de diciembre de 2017

Magnificat



Lc 1, 46-56

46 Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor 47 y mi espíritu = se alegra en Dios mi salvador = 48 porque = ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, = por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49 porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, = Santo es su nombre = 50 = y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. = 51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. 52 = Derribó a los potentados = de sus tronos = y exaltó a los humildes. = 53 = A los hambrientos colmó de bienes = y despidió a los ricos sin nada.
54 = Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia = 55 - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»
56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
55 - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham  y de su linaje por los siglos.»
56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

COMENTARIO

Cuando María, aquella joven que, pocos días antes, se había manifestado como la esclava del Señor, se encuentra con su prima Isabel y se da cuenta de que sabía lo que había pasado por inspiración del Espíritu Santo, proclama el Magnificat.

Aquella oración, podemos así considerarla, es, sobre todo, de agradecimiento a Dios. Agradece María todo lo que el Todopoderoso ha hecho por la humanidad y cómo ha actuado siempre en su beneficio.

Y lo último también es importante. Y es que María se queda con su prima Isabel, ayudándola, hasta que da a luz a quien sería llamado Juan, de labor Bautista que sería. Y es que María había comprendido muy bien qué suponía ser esclava del Señor.

JESÚS, gracias por tener una Madre tan juiciosa y fiel como María.

Eleuterio Fernández Guzmán


21 de diciembre de 2017

Bendita entre las mujeres


Lc 1, 39-45

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.

COMENTARIO

Cuando el Ángel Gabriel deja a María ella sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Una vez conoce que la Encarnación se ha producido en ella sabe que su prima Isabel, allí en Aim Karem, la necesita porque va a tener un hijo y es mujer de edad avanzada. Y acude donde está.

A Isabel le debió soplar al corazón el Espíritu Santo que su prima María venía y que lo hacía acompañada, en su vientre, nada más y nada menos que por el Hijo de Dios. Muy pocas personas sabían que eso era así.

Isabel sabe que su prima María ha sido escogida por Dios para llevar a cabo una misión muy importante. También sabe que María ha creído y que, por eso, todo se va a cumplir.

JESÚS, gracias por tu santísima Madre.



Eleuterio Fernández Guzmán

19 de diciembre de 2017

Cuidado con las dudas de fe


Lc 1,5-25

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. 

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los just, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’. 

Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad’. El ángel le respondió: ‘Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo’. 

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: ‘Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres
’”.

  
COMENTARIO

Aquel hombre era uno que lo era de fe. Sacerdote como era también era considerado justo. Y eso, junto a la voluntad de Dios de hacer que la historia de la salvación diese un paso decisivo, hizo que el Ángel Gabriel le comunicase la buena nueva del embarazo de su esposa Isabel, a la que tenían por estéril.

Pero Aquel hombre, sabio, duda de la palabra del Ángel. No es extraño que así hiciese si su fe no era tan acendrada como él creía. ¿Cómo iba a concebir Isabel siendo él tan viejo y ella tan vieja? En realidad, ¿Había perdido la confianza en Dios aquel hombre sabio?

Y le castiga. De parte de Dios le castiga Gabriel. Y queda mudo porque había dudado de lo que le dijera el Ángel, enviado de Dios. Y los demás saben, se dan cuenta, por el rostro con el que debió aparecer ante ellos, que ha tenido una visión. Y él comprendió que, en lo sucesivo, no dudaría más de Dios.


JESÚS, ayúdanos a no dudar como dudó, en su día, el padre de Juan el Bautista.


Eleuterio Fernández Guzmán

18 de diciembre de 2017

José, el fiel


Mt 1,18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. 

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados’. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’”. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer
”.


COMENTARIO

El evangelista que fuera recaudador de impuestos escribe acerca de un momento muy importante de la historia de la salvación y que tiene mucho que ver con la fe y con la confianza del creyente: José, que se había desposado con María, acepta la voluntad de Dios.

José había decidido repudiar en secreto a María pero el Ángel del Señor se le apareció para hacerle ver lo inconveniente de lo que quería hacer. Y le explica lo mismo que le había dicho a María acerca del Espíritu Santo que iba a poner en el seno de su desposada mujer la semilla divina.

José debió quedar más que impresionado porque ante aquello que le dice el Ángel del Señor, cambia de idea y acepta a María como su esposa. En realidad, aquel enviado de Dios le hizo confirmar aquello que tenía pensado acerca de la mujer con la que había decidido vivir en castidad el resto de su vida.


JESÚS, ayúdanos a tener tanta fe como tuvo José, padre nuestro en la fe.

Eleuterio Fernández Guzmán


17 de diciembre de 2017

Precursor Juan


Jn 1, 6-8. 19-28


Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.  Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’  El confesó, y no negó; confesó: ‘Yo no soy el Cristo.’ Y le preguntaron: ‘¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?’ El dijo: ‘No lo soy.’ – ‘¿Eres tú el profeta?’ Respondió: ‘No.’   Entonces le dijeron: ‘¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?’ Dijo él: ‘Yo soy = voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, =  como dijo el profeta Isaías.’  Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: ‘¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?’ Juan les respondió: ‘Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis,  que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.’ Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando”.


COMENTARIO

Muchos temían la venida del Mesías. La temían porque sabían, los poderosos y conocedores de las Santas Escrituras sí lo sabían, estaban más que seguros que les iba a cantar las cuarenta al respecto de la utilización que habían hecho de la Ley de Dios.

Cuando preguntan al Bautista si es el Cristo esperan que lo sea. Al menos tendrían a alguien a quien perseguir. Sin embargo se quedan con las ganas de echarle mano, entonces, pues bien sabe Juan que no es el Enviado de Dios sino quien lo ha de preceder. Eso también lo sabe.

Juan se sabe nada ante Quien ha de venir. Aquella actitud humilde, profundamente humilde, le vale la admiración de muchos pero también le odian por eso. Pero él, que sabe a qué ha venido al mundo, debió gozar mucho en aquel momento.


JESÚS, ayúdanos a ser humildes como el Bautista.

Eleuterio Fernández Guzmán


16 de diciembre de 2017

Vino para padecer


Mt 17,10-13
Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: ‘¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?’. Respondió Él: ‘Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos’. Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista”.

COMENTARIO

Los discípulos de Jesús a lo mejor no conocían muy bien las Santas Escrituras. Por eso preguntan a Jesús por algo que saben sí que conoce el Maestro. Y Él les contesta de acuerdo a lo que ya estaba escrito y que sí conocían los escribas.

Jesús se refiere no a Elías como si se hubiera reencarnado. Se refería al espíritu de aquel profeta que iba a estar en Juan el Bautista. Y en aquel hombre que bautizaba con agua en el Jordán se iban a cebar sus perseguidores.

Pero Jesús no se queda ahí. Sabe lo que le tienen preparado como profeta que era. Pero era, claro, mucho más. Y aquel mucho más (ser Hijo de Dios, ser el Mesías, ser Dios mismo hecho hombre) era lo que le iba a llevar a una muerte terrible y en cruz.



JESÚS, ayúdanos a comprender siempre tu entrega.

Eleuterio Fernández Guzmán


15 de diciembre de 2017

La cruda verdad


Mt 11, 16-19

“'16 ¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: 17 'Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado'. 18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: 'Demonio tiene'. 19 vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras'”.


COMENTARIO

No podemos negar, porque sería mentir, que las palabras, muchas de las palabras, dichas por Jesucristo, eran muy duras. Y que estaban destinadas a enseñar y no podía andarse con comportamientos políticamente correctos.

Jesucristo sabía, y no por ser Dios hecho hombre sino, simplemente, por lo que veía como hombre, cómo era la generación a la que había sido enviado: caprichosa y poco convencida de su propia fe. Es más, tenía por malos a los buenos de verdad como era el caso de Juan el Bautista.

De todas formas, lo mejor de todo viene escrito al final de este texto del Evangelio de San Mateo. Es que a Cristo se le tenía, eso sí, por una persona sabia. Sin embargo, era mucho más que eso porque era el Hijo de Dios, el Enviado del Todopoderoso que había venido, por decirlo pronto, a leer la cartilla a más de uno, a poner las cosas en su sitio.

JESÚS, ayúdanos a comprenderte.

Eleuterio Fernández Guzmán


14 de diciembre de 2017

El Bautista Juan


Mt 11,11-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: ‘En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga’”.


COMENTARIO

La verdad es que Jesús hacía todo lo posible para que se comprendiese que Él era el Enviado de Dios. Por eso habla de Juan, que le había bautizado, en términos tan elogiosos y, a la vez, tan característicos de quien siéndolo aquí todo en el definitivo Reino de Dios no lo es tanto.

Jesús sabe que todo se está cumpliendo. Como estaba escrito desde hacía muchos siglos, palabra por palabra y circunstancia por circunstancia, todo aquello que Dios tenía previsto para el hombre está llevándose a cabo.

Pero Jesús insiste en algo muy importante: Juan el Bautista, quien en el Jordán con agua perdonaba los pecados por mandato de Dios, era quien todos estaban esperando desde hacía siglos: el Precursor. Y muchos no lo quisieron.


JESÚS, ayúdanos a reconocer en Juan a quien Dios había enviado para ser su palabra recta y camino certero hacia su definitivo Reino.

Eleuterio Fernández Guzmán


13 de diciembre de 2017

Santa carga de Cristo


Mt 11,28-30

En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera’”.


COMENTARIO

Jesús gusta de consolar a los corazones atribulados que en el mundo han sido, son y serán. En tiempos de su primera venida ya lo hacía porque sabía que necesitaban tal ayuda y tal auxilio y gozaba con ello porque conocía perfectamente la situación de sus hermanos los hombres.

Es crucial acudir a Cristo en nuestras muchas necesidades. Eso lo recomienda el Hijo de Dios porque tiene un corazón grande donde cabemos todos. Acudir, pues, al alma del Hijo resulta muy beneficioso para nosotros, hermanos muy necesitados, tantas veces, de consuelo.

A lo mejor podemos pensar que acudir de tal manera a Jesucristo puede acarrearnos muchos problemas. Lo bien cierto es que, por eso mismo, no lo hacemos las veces que deberíamos hacerlo. Sin embargo Jesús no pone sobre la pista de la verdad: su carga es ligera y su yugo suave…

JESÚS, ayúdanos a llevar tu carga y tu yugo.


Eleuterio Fernández Guzmán

12 de diciembre de 2017

Es mejor no perderse


Mt 18, 12-14

12“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? 13 Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las 99 no descarriadas. 14 De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños. “


COMENTARIO

La parábola que el Hijo de Dios pone sobre la mesa tiene que ver, no por casualidad, con la voluntad de Dios de que sus hijos, la creación que consideró muy buena, no se pierda de su lado y vuelva a su seno.

Es bien cierto que muchas veces tendemos a salirnos del camino que Dios ha trazado para nosotros y que nos lleva a su definitivo Reino. Sin embargo, ha enviado a su Hijo para que, como Buen Pastor, busque a cada oveja que se haya descarriado, tantas veces, nosotros mismos.

Ciertamente, podemos perdernos pero no nos conviene para nada porque nuestro Padre del Cielo manifiesta su querer estar con nosotros siempre, en el para siempre que es la vida eterna. Por eso se vio obligado a enviar a su Hijo engendrado y no creado para que nos diésemos cuenta de lo que suponía hacer según qué cosas.


JESÚS, ayúdanos a no perdernos nunca y estar siempre a tu lado y a al de Dios, que es lo mismo.

Eleuterio Fernández Guzmán


11 de diciembre de 2017

Todo se ha cumplido



Lc 5, 17-26

“17 Y lo que se decía de él, se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina. 18 Sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias. Entonces él, llamando a dos de ellos, 19 los envió a decir al Señor: ‘¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’ 20 Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: ‘Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’ 21 En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. 22 Y les respondió: ‘Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; 23 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!’ 24 Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: ‘¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
25 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios. 26 Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.’”

COMENTARIO

La labor que llevaba a cabo Juan el Bautista estaba dejando huella en muchas personas. Por eso acudían a él desde lugares lejanos. Y es que se le tenía por un profeta grande y querían recibir el perdón de los pecados.

Juan, sin embargo, quiere sabe si aquel Maestro que enseña de forma sabia, Jesús, es el que Dios iba a enviar al mundo, su Mesías. Y esto lo hace porque sabe que él no lo es pues sólo bautiza con agua y no Espíritu Santo.

La respuesta de Jesús es clara: los enviados del Bautista deben decirle a su maestro que ahora los ciegos ven, los cojos andan y los muertos resucitan que es lo que se decía en las Sagradas Escrituras acerca de la venida del Mesías.


JESÚS, ayúdanos a comprender que eres, Tú, el Hijo de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

10 de diciembre de 2017

Enderezar nuestro camino



Mc 1-1-8

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Conforme está escrito en Isaías el profeta: = Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. =  = Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas, =  apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.  Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.      Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa  de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’”


COMENTARIO

El comienzo del evangelio de San Mateo lo dedica el discípulo de Cristo a tener en cuenta a quien era el Precursor, quien debía presentar a Cristo al mundo. Juan, primo de Jesús, era aquel a quien había elegido Dios, y lo había puesto en el mundo para eso, para cumplir tan importante misión.

Aquel hombre era muy austero y vivía de lo que encontraba. No anhelaba nada mundano ni material sino que sabía que tenía que hacer o que hacía: bautizar. Para eso había sido puesto ahí por Dios y es lo que haría cuando Jesús se le acercara.

Juan el Bautista sabe que Quien viene detrás de él es mucho más que él mismo. Él bautiza con agua pero Quien viene, a quien no tiene, siquiera dignidad para desatarle las sandalias, lo hará con fuego y Espíritu Santo. Y eso, que suponía mucho, era perfectamente conocido por Juan.




JESÚS, ayúdanos a seguir el camino recto que lleva al definitivo Reino de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

9 de diciembre de 2017

Dar gratis lo recibido


Mt 9,35—10,1.6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: ‘La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies’. 
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: ‘Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis’”.

COMENTARIO

Jesús evangeliza allá por donde camina. Su evangelización es de palabra y es de obra porque la misión encomendada por Dios abarca todo lo que, humanamente, sea posible. Y eso hace Cristo cumpliendo con la misma a la perfección. Y cura las dolencias físicas y espirituales pidiendo, además, que Dios envíe muchos que hagan lo mismo.

Pero Jesús hace algo más: envía a los suyos, a sus discípulos más allegados para que hagan lo mismo que Él estaba haciendo. Y lo hace dando una instrucción: primero deberán ir a aquellos judíos que hayan equivocado el camino que lleva a Dios. Procuraran, pues, que conozcan la Palabra de Dios y lo que eso significa.

Pero Jesús dice algo que es muy importante y que no debían olvidar aquellos que le seguían: habían recibido mucho bien del Mesías y eso era lo que debían dar a los demás.



JESÚS, ayúdanos a dar lo que hemos recibido y a darlo sin pedir nada a cambio.

Eleuterio Fernández Guzmán