23 de enero de 2016

Ir tras Cristo


Sábado II del tiempo ordinario

Mc 3,20-21

En aquel tiempo, Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues decían: ‘Está fuera de sí’”.

COMENTARIO

Jesús, como podemos imaginar, volvería muchas veces a Nazaret donde se había criado en sabiduría y gracia de Dios. No nos extraña, para nada, que muchos de sus vecinos, en cuanto supieran que habían vuelto, quisieran escucharle.

El ansia por escuchar a Jesús sólo podía deberse a que había llegado hasta su pueblo la noticia según la cual aquel su vecino se había convertido en un Maestro que enseñaba con autoridad y no como otros que se consideraban sabios. Por eso querían escucharlo.

Su familia acude también. El caso es que el texto del evangelio de San Marcos nos dice que decían de Él que estaba fuera de sí. No era su familia la que eso decía sino aquellos que le escuchan porque, en efecto, debía predicar con una pasión desmedida y lo creían loco.


JESÚS,  ayúdanos a buscarte como aquellos que iban tras de ti.


Eleuterio Fernández Guzmán



22 de enero de 2016

Y los escogió…


Viernes II del tiempo ordinario
Mc 3,13-19

“En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó”.

COMENTARIO

Jesús era consciente de que debía escoger un grupo de personas para que transmitieran su mensaje, la doctrina santa de Dios. Y, en efecto, los escoge. Pero no lo hace de una forma cualquiera. Sube al monte, ora a Dios y, luego, con la inspiración del Espíritu Santo, los escoge.

Jesús escoge un grupo de personas que no destacaban por su formación acerca de los libros sagrados. Él quiere personas sencillas que sepan entender y aceptar lo que han de transmitir. Por escoge a los que escoge. Incluso escoge a quien iba a entregarlo a sus perseguidores.

Cuando Jesús los escoge no les dice algo así como “podéis ir por el mundo”. Bueno, eso se lo dice pero, además de enviarlos a predicar les da el poder de expulsar demonios que, como él mismo tenía, era uno que lo era del Todopoderoso que se le había entregado.


JESÚS,  ayúdanos a ser apóstoles tuyos.


Eleuterio Fernández Guzmán

21 de enero de 2016

La fe de los que siguen a Cristo


Mc 3, 7-12

“Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al  oír lo que hacía, acudió a él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: ‘Tú eres el Hijo de Dios.’ Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran”.
       
COMENTARIO

“Una gran muchedumbre”. Muchas veces, a lo largo de las Sagradas Escrituras, se dice que a Jesús lo seguía una gran muchedumbre. Y es que aquello que había hecho y dicho era más que importante. Por eso ahora son muchos los que lo buscan y siguen.

El caso es que la confianza que muchos tenían en Él hacía que sus dolencias quedaran curadas. Sin embargo, debemos tener en cuenta que le curaban tan sólo con acercársele. Eso fue, precisamente, lo que le pasaría a la mujer que sufría flujos de sangre.

Vemos, además, que los espíritus inmundos, que poseían a los seres humanos, conocían al Hijo de Dios. Por eso le temían y huían de ahí donde estaban. Jesús, sin embargo, no quería que se supiera tal realidad aunque bien sabía que era así.

JESÚS, ayúdanos a confiar en ti tanto como aquellos que te seguían.



Eleuterio Fernández Guzmán

20 de enero de 2016

La bondad de Dios

Miércoles II del tiempo ordinario

Mc  3,1-6

En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: ‘Levántate ahí en medio’. Y les dice: ‘¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?’. Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: ‘Extiende la mano’. Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle”.

COMENTARIO

Los que persiguen a Jesús esperan cualquiera ocasión para acusarle de incumplir lo establecido. Y aquella ocasión les iba a venir, según ellos, de maravilla. Y es que era sábado y lo que estaba a punto de pasar seguro que lo iban a utilizar en su contra.

Jesús sabía que estaban esperando algo así porque los conocía bien. Pero también sabía que era más importante hacer el bien y eso era lo que iba a hacer. Cura a aquel hombre que tantos años llevaban sufriendo a causa de su mano.

Los que perseguían a Jesús sabían que, según ellos, había hecho algo imperdonable. No extraña, para nada, que decidieran confabularse con aquellos que tampoco querían muy bien al Maestro. Y querían eliminarle.



JESÚS, ayúdanos a tener confianza en Ti.



Eleuterio Fernández Guzmán

19 de enero de 2016

La verdadera voluntad de Dios

Martes II del tiempo ordinario
Mc 2,23-28

”Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: ‘Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?’. Él les dice: ‘¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?’. Y les dijo: ‘El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado’”.

COMENTARIO

Que en sábado no se podían hacer ciertas cosas era una creencia muy arraigada en el pueblo judío. Mucho más, por cierto, en el corazón de ciertos judíos como eran los fariseos. Ellos no comprendían cómo era posible que los discípulos de un Maestro fuesen capaces de arrancar espigas cuando eso no estaba permitido.

Jesús les da de su propia medicina: el conocimiento de lo que llamamos Antiguo Testamento. Ellos, por tanto, debían conocer el caso de David cuando se vio obligado a comerse los panes de la presencia. Nada más y nada menos que tales panes.

Pero Jesús aprovecha la ocasión para dejar centrado algo que debería haber hecho pensar muchos a los que le escuchaban: Él era el Mesías y, por tanto, podía cambiar unas reglas que, además, no coincidían con la voluntad de Dios que tenía que ver mucho más con la misericordia y la satisfacción de las necesidades del necesitado.  


JESÚS,  ayúdanos a comprender lo que nos quieres decir.


Eleuterio Fernández Guzmán

18 de enero de 2016

Cambiar el corazón


Lunes II del tiempo ordinario

Mc 2,18-22

Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: ‘¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?’. Jesús les dijo: ‘¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día. 
‘Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos’”.

COMENTARIO

Este caso particular, bien concreto, referido al no ayuno de los discípulos, muestra el sentido tan diferente que tenían aquellos que perseguían a Jesús y el Hijo de Dios. Los primeros preferían seguir la ley mientras que el Emmanuel tenía en cuenta las necesidades del prójimo.

Pero lo mejor viene luego. Y es que Jesús no pierde ocasión para definir lo que es importante para quien quiera ser discípulo suyo. Y es que hacer uso del tema del vino y del paño demuestra que el Hijo de Dios sabía cómo transmitir lo importante.

El Reino de Dios requiere que el corazón cambie. Ya no valen los viejos corazones vacíos de misericordia. Es necesario que, para recibir la Palabra de Dios, el corazón venga a ser nuevo, que se olvide el que era viejo y no estaba preparado para recibir el vino nuevo del Agua Viva que es Cristo.


JESÚS, ayúdanos a cambiar el corazón de piedra por uno de carne.


Eleuterio Fernández Guzmán


17 de enero de 2016

El poder amoroso de María


Jn 2, 1-11

“Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: ‘No tienen vino.’  Jesús le responde: ‘¿Qué tengo yo contigo mujer?, Todavía no ha llegado mi hora.’ Dice su madre a los sirvientes: = ‘Haced lo que él os diga.’ = Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: ‘Llenad las tinajas de agua.’ Y las llenaron hasta arriba.  ‘Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.’ Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían  sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: ‘Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.’ Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.”

COMENTARIO

Nos podemos imaginar cómo quería Jesús a su Madre María. Seguramente cuando sucede este episodio de las bodas de Caná José ya habría muerto y se encontraba solo con ella. Además, sabía que su Madre era una verdadera seguidora de sí mismo.

A Jesús, al parecer, no le había llegado la hora de manifestar al mundo que era el Mesías. Sin embargo, María atiende a la necesidad del momento de aquellos novios atribulados por la situación que se les presentaba. Y recurre a Cristo porque sabe que es Quien es.

Jesús se resiste, en un principio pero sabe, perfectamente lo sabe que algún momento será el oportuno para presentarse al mundo. Y hace caso a María. Aquella señal, como dice el texto de este Evangelio, fue la primera y, como sabemos, no sería la última.

JESÚS, ayúdanos a ser perseverantes como María.



Eleuterio Fernández Guzmán