30 de enero de 2016

Confiar en Cristo

Sábado III del tiempo ordinario

Mc 4,35-41

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Pasemos a la otra orilla’. Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ’Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’.

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’. Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: ‘Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?’”.

COMENTARIO

Como es bien sabido, a Jesús le seguía mucha gente. Por eso, y para predicar en otros sitios, no era nada extraño que subieran a una de las barcas, a lo mejor, de sus discípulos, y fueran a la otra orilla del lago. Pero otros lo seguían también en barca.

Cuando se levanta, de repente, una borrasca muy fuerte, aquellos que van en la barca de Jesús empiezan a temer por sus vidas. Saben, de todas formas, que en el Maestro tienen un seguro de vida. Y lo despiertan.

Jesús está la mar de tranquilo. Es más, lo que más le sorprende (aunque poco) es que aquellos que van con Él tenga tan poca confianza, precisamente, en Él. Por eso cuando calma a la tormenta los mismos que le piden ayuda se extrañan de que les ayude. Su fe, en verdad, era escasa.


JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en ti.



Eleuterio Fernández Guzmán

29 de enero de 2016

Parábolas santas

Viernes III del tiempo ordinario


Mc 4,26-34

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega’. 

Decía también: ‘¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra’. Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado”.

COMENTARIO

Jesús conoce más que bien las limitaciones del pueblo elegido por Dios para ser el suyo. Es bien cierto que había muchos de entre los suyos que eran buenos conocedores de la Ley de Dios pero la gran mayoría era tarda en el entendimiento. Por eso hace uso de ejemplos para dar a entender cuál es la voluntad de Dios.

Aquí pone unos cuantos. Así, por ejemplo, cuando nos dice que el Reino de Dios (Dios mismo) crece en el corazón del ser humano aunque este no haga nada para que crezca. Es como el devenir natural de quien ha sido hecho a imagen y semejanza del Todopoderoso.

Pero también es el Reino de Dios como algo muy pequeño. Es muy pequeño cuando es sembrado en el corazón. Sin embargo crece hasta que se hace tan grande que ocupa toda la existencia de quien lo posee. Así es el Reino de Dios; así es Dios mismo.


  

JESÚS, ayúdanos a comprender tus parábolas.



Eleuterio Fernández Guzmán

28 de enero de 2016

Ser fieles a Dios


Jueves III del tiempo ordinario

Mc 4,21-25

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga’. 

Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará’”.
                          

COMENTARIO

Cuando Jesús predica no puede querer que aquellos que le escuchan se vayan a sus casas gozosos con lo escuchado y ya está. Sabía que la única forma de que su santa Palabra y doctrina tuvieran eco en el mundo era que, precisamente, aquellos que le escuchaban hicieran todo lo posible para que se supiera lo que habían escuchado.

Lo que Cristo pide es que aquello que sabemos es bueno para nuestra vida para nuestra existencia de hijos de Dios lo comuniquemos a nuestro prójimo. Cada cual en la medida de sus posibilidades ha de ser apóstol del Hijo de Dios.

Es más, debemos tener muy en cuenta que aquel que crea que tiene fe pero, en realidad, no la aplica a su vida, será tratado por Dios como si no fuera hijo suyo. En realidad, no ha cumplido su voluntad y, por tanto, se ha apartado del Creador.



JESÚS,  ayúdanos a ser fieles a la Palabra y Voluntad de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán



27 de enero de 2016

Salió el sembrador…


Miércoles III del tiempo ordinario

Mc 4,1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: ‘Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga’.
Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: ‘A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone’. 
Y les dice: ‘¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento’.

COMENTARIO

Jesús, que conoce el corazón del hombre, sabe que, entre los suyos hay muchos que les cuesta entender lo que les está explicando. Por  eso hace uso de la parábola. Y ahora lo hace con una más que conocida: la del sembrador que bien podemos pensar que es Dios mismo.

Dios sale a sembrar la Palabra: la echa en el corazón del hombre y cada cual la recibe de una forma. Pero lo más importante no es, seguramente, cómo se reciba, sino lo que luego se haga con ella.

Jesús pone varios casos que vienen a explicitar qué es posible hacer con la Palabra de Dios y con la voluntad del Todopoderoso. Desde quien prácticamente no la acepta en su vida hasta quien la acepta y la acepta muy bien. Y así explicaba Jesús las cosas…


JESÚS, ayúdanos a ser terreno fértil donde la Palabra de Dios sea sembrada y fructifique.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de enero de 2016

Cumplir la voluntad de Dios

Martes III del tiempo ordinario
Mc 3,31-35

En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan’. Él les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’. Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’.

COMENTARIO

No es nada extraño que la Madre fuera a buscar al Hijo. Seguramente quería estar con Jesús cuando acudía a su pueblo, Nazaret. Por eso acuden donde se encuentra. Y los demás, que saben quién es María, no pueden hacer otra cosa que decírselo.

Jesús, sin embargo, ve las cosas de otra forma. Él, como Hijo de Dios que es tiene una misión que cumplir y, por eso, el acento lo pone en otra cosa muy distinta a lo que muchos otros creen.

Jesús pone el acento, como decimos, en, sí, escucharlo a Él pero, acto seguido, poner por obra eso que dice porque es palabra que viene de Dios mismo. Por eso entiende que son su madre y sus hermanos aquellos que cumplen la voluntad del Todopoderoso.


JESÚS,  ayúdanos a cumplir la voluntad de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

25 de enero de 2016

Quien crea…

Mc 16,15-18

“En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’”.

COMENTARIO

Cuando Jesús, que reconocía que era necesario que su misión continuara tras su subida a la Casa del Padre, escoge a sus apóstoles, sabe que ha de enviarlos al mundo. Ahora son once (judas ha muerto) pero los envía con el poder de Dios.

Hay que dice Jesús que es crucial. Para salvarse hay que cambiar el corazón, venir a ser una persona nueva con un corazón nuevo. Por eso les dice que quien crea se salvará y que quien no crea se condenará. Y cifra en eso la salvación eterna.

Jesús sabe que las señales son muy importante no sólo para sus apóstoles (eran judíos de nacimiento y discípulos de Cristo por voluntad propia) sino para todos aquellos que pudieran ver lo que decían acerca del Reino de Dios. Y les otorga una serie de dones con los que mostrar que lo que dicen es cierto.


JESÚS,  ayúdanos a ser apóstoles según los dones de tu Espíritu.


Eleuterio Fernández Guzmán

24 de enero de 2016

Confiar en la Palabra de Dios


 Domingo III (C) del tiempo ordinario
Lc 1,1-4; 4,14-21

Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor’. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy’”.

COMENTARIO

San Lucas, digámoslo así, le habla con franqueza a Teófilo. Él, claro está, no ha conocido a Jesús pero como es persona formada intelectualmente quiere que su labor sea lo más acertada posible. Ha investigado mucho y hablado con muchos testigos. Su Evangelio es, pues, modelo de cómo se debe hacer una cosa así si no se ha vivido con Cristo.

Y nos habla, precisamente, de Jesús. El Hijo de Dios no hacía cosas extraordinarias. Acude a la sinagoga como muchos judíos. Y allí lee las Escrituras Sagradas del pueblo elegido por el Creador. Pero aprovecha cada ocasión, también ésta, para enseñar, para predicar, para trasladar la Verdad a los que le escuchan.

Ahora lee un texto fundamental. En él se habla de que, cuando llegue el Mesías, muchas cosas van a cambiar. El caso es que cuando ha llegado Él, cuando empezó a revelarse como un Maestro sabio y poderoso en hechos y palabras, ha sido cuando, precisamente, se ha demostrado que lo que se escribió del Enviado de Dios se ha cumplido. Justo ahora.

JESÚS,  ayúdanos a confiar en las Sagradas Escrituras.

Eleuterio Fernández Guzmán