8 de diciembre de 2018

Gracias damos a Dios por su Madre

COMENTARIO

Celebramos, con alegría agradecida
que Dios quiso que su Madre
al mundo viniera sin pecado concebida.

Celebramos que una niña,
llamada por sus padres María
viniera a ver la luz de aquel
su primer día
y, sin saber aún lo que hacer debía
seguro estamos que alcanzó a conocer,
con el saber de una criatura
que su mundo era el de Dios,
que su esperanza se la entregaba a vos.

Celebramos que hoy día, el ocho
del mes décimo segundo,
podemos dar gracias al Padre
por haber creado y hecho venir
a su Madre, para el mundo.

Gracias, damos a Dios,
por un don tan esperado,
de ver a su Madre Inmaculada
porque quiso Él tal regalo.

Amén. 


JESÚS, gracias por tu Madre y la nuestra.

Eleuterio Fernández Guzmán

7 de diciembre de 2018

Ver, poder ver






Mt 9,27-31

“Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: ‘¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!’. Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: ‘¿Creéis que puedo hacer eso?’. Dícenle: ‘Sí, Señor’. Entonces les tocó los ojos diciendo: ‘Hágase en vosotros según vuestra fe’. Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: ‘¡Mirad que nadie lo sepa!’. Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.



COMENTARIO


Aquellos hombres que seguían a Jesús eran ciegos. Eso, hoy día, pudiera no significar mucho por la consideración que se tienen de tales personas pero en tiempos de Jesús era lo mismo que condenarlos a una lenta muerte social.

Aquellos hombres que eran ciegos confiaban mucho en Jesús. Seguramente habrían escuchado lo que hacía y estaban más que seguros que sólo el Maestro podría curarlos. Y tal es su confianza que lo llaman Hijo de David que es lo mismo que decir que era el Mesías.

Y Jesús, que nunca se puede resistir a quien tiene fe los cura. Pero les pide un imposible: que no digan nada. Ellos, al contrario, sólo puede agradecer tal merced y tan gran gracia proclamando a los cuatro vientos qué había pasado y Quién los había curado.




JESÚS, ayúdanos a ver, sé Tú nuestros ojos del corazón.

Eleuterio Fernández Guzmán


6 de diciembre de 2018

Cumplir con la voluntad de Dios



Mt 7,21.24-27

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina’”.


COMENTARIO

S bien cierto que tanto en tiempos de Jesucristo como ahora mismo, aquellos que le seguían, sus discípulos, podían tener por buenas sus oraciones y sus invocaciones a Dios Padre. Sin embargo, como bien dice el Hijo de Dios eso no es suficiente pues hay que cumplir la voluntad del Todopoderoso.

Jesús abunda en ejemplos para que eso se entienda. Está la actitud de quien cree que hace las cosas bien y construye su espíritu sobre material poco resistente, con oraciones que creen llegar a Dios pero que, por ejemplo, están faltas de verdadera caridad. Tales personas no triunfarán en cuanto a su relación con Dios.

Hay, sin embargo, otra forma de actuar: hacer las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios y construir nuestra vida sobre la Roca que es Cristo. Así añadiremos, al Señor, Señor, el cumplimiento de la voluntad del Creador.


JESÚS,  ayúdanos a construir sobre Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán


5 de diciembre de 2018

Multiplicación de la gracia



Mt 15,29-37
En aquel tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel. 

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino’. Le dicen los discípulos: ‘¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?’. Díceles Jesús: ‘¿Cuántos panes tenéis?’. Ellos dijeron: ‘Siete, y unos pocos pececillos’. El mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.”


COMENTARIO

Muchos seguían a Jesús. En algunas ocasiones lo hacían por curiosidad de conocer al Maestro del que mucho se hablaba. En otras ocasiones porque, de verdad, creían en Él. El caso es que era lógico que se quedaran, digamos, en descampado sin nada que comer o que beber.

Jesús siempre ayuda a quien lo necesita. Por eso cura a los enfermos. Lo hace porque sabe, en primer lugar, que necesitan ser curados y, en segundo lugar, porque con tal acción los incorpora a la sociedad de la que estaban apartados.

Cuando, con la ayuda de Dios, multiplica aquella comida que era bien poca, lo hace porque sabe que para el Creador nada hay imposible. Por eso, incluso antes de que se multipliquen, da las gracias a su Padre. Y es que Jesús sabe, muy bien, ser agradecido.


JESÚS, cuando ayudas a quien lo necesita sólo estás cumpliendo, muy bien, con la misión que te encomendó tu Padre. Ayúdanos a tener por Dios mismo hecho hombre y a reconocer tu poder sobre nosotros, humildes hijos.






Eleuterio Fernández Guzmán


4 de diciembre de 2018

Querer ser de los pequeños


Lc 10, 21-24

“21 En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: 'Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.' 22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar'.
23 Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: '¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron'”.

COMENTARIO

Lo que dice aquí Jesucristo podía parecer muy grave. Y es que, según sabía el Hijo de Dios, su Padre había ocultado las cosas más importantes a los que se creían sabios y las había comunicado a los más sencillos lo cual mostraba, claramente, una preferencia que era lo que Dios quería se supiese para que nadie se llevase a engaño sobre lo que, de verdad, tiene el Creador por importante. El caso es que sólo Dios conocía al Hijo y, hasta entonces, nadie había visto a Dios porque sólo el Hijo había salido del Padre. Es más, Dios le había entregado todo a su Hijo para que cumpliera la misión más importante de la historia de la humanidad: salvar a la descendencia del Todopoderoso porque Quien todo lo ha creado y mantiene no puede querer que su semejanza se pierda como ya pasó en otro tiempo y lugar. Por eso, el Hijo de Dios quiere que aquellos que le escuchan gocen de lo que están viendo y viviendo.

JESÚS, ayúdanos a conocer al Padre.

Eleuterio Fernández Guzmán


3 de diciembre de 2018

Tener fe como aquel la tenía

Mt 8, 5-11

“5 Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó 6 diciendo: ‘Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos’. 7 Dícele Jesús: ‘Yo iré a curarle’. 8 Replicó el centurión: ‘Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. 9 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace’. 10 Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: ‘Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. 11 Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos.”

COMENTARIO

Aquel hombre, en principio pagano, debía formar parte del grupo de los llamados “temerosos de la ley” que suponía un estadio previo a poder ser judío. Y lo decimos porque, en otro texto, se nos dice que había muchos que, escuchando lo que le pedía aquel hombre al Maestro, le dicen a este que le eche una mano porque ha ayudado a sufragar un templo. Por eso Jesús le echa una mano. Y es que sabe que aquel soldado romano ha de tener fe al confiar de tal forma en Jesucristo. Y es que el Hijo de Dios, como podemos ver muchas veces a lo largo de su tiempo de predicación, tiene especial predilección por aquellos que muestran confianza en su persona, no obstante dijo otras tantas veces que quien eso hiciera se salvaría-


JESÚS,  ayúdanos a tener fe como aquel hombre romano.

Eleuterio Fernández Guzmán

2 de diciembre de 2018

Confianza en Dios es esto



Lc 21, 25-28.34-36

“'Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrar ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.”

Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, 35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. 36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”


COMENTARIO

Así como en el día de ayer el Hijo de Dios nos echaba una mano bien grande al decirnos lo que debíamos hacer y, claro, al contrario, lo que no, hoy avisa de qué va a suceder justo antes de que vuelva, en su Parusía.

Ciertamente, se puede decir que no sabemos cuándo va a llegar tan gozoso momento y eso es lo malo para nosotros. Y es que solemos dejar las cosas para luego y, en este caso, luego será seguramente tarde.

Todo lo que nos anuncia Jesucristo es bien terrible. Y es que, como sabemos, antes habrá la humanidad por un tiempo de dominación por parte del Maligno y llegará Dios hecho hombre, otra vez. Pero ahora será la definitiva y final. Y juzgará a vivos y a muertos.


JESÚS,  ayúdanos a tener el corazón preparado siempre para el bien.

Eleuterio Fernández Guzmán