10 de agosto de 2019

Dar fruto

Jn 12, 24-24

24 ‘En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. 25 El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. 26 Si alguno me sirve, que me siga, y sonde yo esté, allí estará siempre mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.”

COMENTARIO

Este texto, corto, del Evangelio de San Juan contiene, sin embargo grandes verdades que nunca deberíamos olvidar. Y es que, por ejemplo, nos dice que debemos dar fruto muriendo al hombre viejo que no puede producirlo.

Pero, también, que debemos perder la vida de este mundo porque es la única forma de alcanzar la vida eterna. Y es que el Hijo de Dios sabe que en este mundo hay ladrones que quieren robar el alma y eso no nos conviene nada de nada.

Y, por si esto no fuera ya suficiente, Jesucristo nos dice que debemos seguirlo y servirlo. Y esto es algo más que un consejo porque supone poner las cosas en su sitio: nosotros somos, en todo caso, siervos malos, como bien sabemos; siervos, de todas formas, debemos ser.


JESÚS, gracias por ponérnoslo todo tan fácil con tu Palabra.

Eleuterio Fernández Guzmán

9 de agosto de 2019

Mucho mejor es no ser necios

Mt 25, 1-13
"1 'Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. 2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. 3 Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; 4 las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. 5 Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. 6 Mas a media noche se oyó un grito: '¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!' 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8 Y las necias dijeron a las prudentes: 'Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.' 9 Pero las prudentes replicaron: 'No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.'10 Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. 11 Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: '¡Señor, señor, ábrenos!'' 12 Pero él respondió: 'En verdad os digo que no os conozco.' 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.·

COMENTARIO

A veces pudiera dar la impresión de que el Hijo de Dios se dirige a sus discípulos, por medio de parábolas o de la forma que sea, para zaherirlos. Y el caso es que tiene mucha razón para hacerlo así porque ya sabemos lo duros de corazón y de mollera que podemos llegar a ser.

Aquellas mujeres habían llegado a un momento muy importante para sus vidas. Y es que iban a contraer matrimonio. Pero debían esperar y, para eso, no lo podían hacer de forma descuidada sino, al contrario, bien preparadas que es la misma forma que se nos pide a los hermanos de Jesucristo: estar preparados.

Muchas se prepararon para tal momento y muchos, hoy mismo, se preparan a conciencia para cuando llegue el momento para ser llamados por Dios. Otras, sin embargo, y otros hoy mismo, parece que se duermen en los laureles de ser hijos del Todopoderoso y no hacen lo que deben, no hacemos lo que debemos hacer...


JESÚS, gracias por decir, con toda claridad, lo que nos conviene escuchar.

Eleuterio Fernández Guzmán

7 de agosto de 2019

La fe grande de quien confía

Mt 15, 21-28
"21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. 22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: '¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada'. 23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: 'Concédeselo,
que viene gritando detrás de nosotros'. 24 Respondió él: 'No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel'. 25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: '¡Señor, socórreme!' 26 El respondió: 'No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos'. 27 'Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos'. 28 Entonces Jesús le respondió: 'Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas'. Y desde aquel momento quedó curada su hija."

COMENTARIO

Debemos darnos cuenta de la diferencia que había entre la mujer que imploraba la intervención de Jesucristo y sus Apóstoles. Es decir, cómo cada cual defendía sus intereses aunque los de aquella mujer eran bien diferentes que los de los discípulos más cercanos a Jesús.
La mujer quería ayuda no para ella. Y queremos decir con esto que era su hija quien estaba endemoniada. Y ella, como buena madre, sólo quiere lo mejor para su descendencia. Y se arriesga a que la llamen de todo porque va gritando tras el Maestro.
Los otros, aquellos que seguían más de cerca a Jesús, al parecer, les molesta que vaya gritando tras ellos. Y es que no comprendían la necesidad que tenían aquella mujer pero, sobre todo, no acababan de comprender el grado de confianza que tenía ella hacia su querido Maestro.

JESÚS, gracias por dar aquella lección de Amor en respuesta a la fe.

Eleuterio Fernández Guzmán

6 de agosto de 2019

Transfiguración

Lc 9, 28b-36
"28 Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, 30 y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33 Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. 34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: 'Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle'. 36 Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto."
COMENTARIO

En realidad, no es nada extraño que la cosa acabara de aquella manera: los Apóstoles allí presentes no se enteraron de nada de lo que estaba pasando pero, al parecer, estaba pasando algo muy bueno porque uno de ellos quería quedarse allí haciendo tres tiendas.

La Transfiguración del Señor es un episodio espiritual que debía significar mucho para los hombres escogidos por Jesucristo para presenciarlo. Y es que se aparecieran dos profetas y conversaran con su Maestro no era la cosa más natural del mundo. Ellos debían comprender.

Estamos seguros de que Pedro, Juan y Santiago guardaron aquello en su corazón. Y, es más, más seguros estamos todavía que sólo cuando vieron resucitado al Hijo de Dios hilaron lo suficientemente fino como para darse cuenta de que, en aquel monte, se les había dicho mucho.

JESÚS, gracias por haber tratado, al menos, que aquellos discípulos tuyos comprendiesen lo que tenía que venir.

Eleuterio Fernández Guzmán

5 de agosto de 2019

Confiar siempre en Cristo

Mt 14, 13-21

“13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó
a sus enfermos.
15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: ‘El lugar está
deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.’ 16 Mas Jesús les dijo: ‘No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.’ 17 Dícenle ellos: ‘No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.’ 18 Él dijo: ‘Traédmelos acá.’ 19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. 20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. 21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.”


COMENTARIO

Podemos imaginar que cuando Jesús se entera de la muerte de su primo Juan, El Bautista, sabe que había llegado un momento muy importante para Él. Se va a lugar desierto para orar y dirigirse a su Padre. Pero muchos se dan cuenta y le siguen.

Es bien cierto que le seguían miles y miles de personas. Nos dice San Matero que eran más de 5000 los que allí se encontraban. Ciertamente, un número tan importante de personas necesitan mucho para alimentarse.

Jesús prueba a sus Apóstoles. Ellos no atinan con la solución a lo que se les había planteado. Piensan como hombres y no lo hacen de forma espiritual. Jesús, en cambio, se dirige a Dios porque sabe que su prójimo está necesitado. Y todos se sacian de comida cumpliendo, así, su misión.

JESÚS,  ayúdanos a confiar siempre en tus fuerzas.


Eleuterio Fernández Guzmán