3 de noviembre de 2011

Obispos y elecciones; fieles y votos





Como suele suceder cada cuatro años, otra vez se ha llamado a los españoles a acudir a las urnas para manifestar cuál es su voluntad al respecto de su voto. Pero, para un católico las cosas no pueden ser exactamente igual a como lo son para quien no se diga hijo de Dios ni para quien no crea en Dios o que, creyendo, tenga otra religión.



Los católicos, por eso mismo, tenemos la obligación de escuchar a nuestros pastores porque por eso lo son y, por tanto, tienen, también ellos, obligación de decir, en determinadas ocasiones, lo que es importante sepamos sus ovejas. Y por eso han dicho, en una Nota referida a las próximas elecciones generales del 20 de noviembre y emitida por la Conferencia Episcopal Española, que “Es nuestra obligación de pastores de la Iglesia orientar el discernimiento moral para la justa toma de decisiones que afectan a la realización del bien común y al reconocimiento y la tutela de los derechos fundamentales, como es el caso de las elecciones generales”. Y la han cumplido a la perfección.



Muchos temas han tratado en la citada nota porque no es poca cosa que los católicos sepamos lo que tenemos que saber al respecto de determinados temas. Sin embargo, hay tres que destacan sobremanera sobre los demás porque son fundamentales para la doctrina católica.



Por ejemplo, dicen que “hemos de llamar de nuevo la atención sobre el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que en realidad constituye un atentado contra el derecho a la vida” porque saben que es más que importante que no olvidemos lo que corresponde saber sobre el derecho a la vida y, aquí, por ejemplo, sobre el aborto, sobre la posible eutanasia por venir y sobre los intentos, más que conseguidos como puede cualquiera darse cuenta, de que se acepte, por ejemplo, el aborto como algo ordinario a lo que ya no hay que prestar atención.



Por ejemplo, también refieren que “Son también peligrosos y nocivos para el bien común ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos. Es necesario promover nuevas leyes que reconozcan y tutelen mejor el derecho de todos a la vida, así como el derecho de los españoles a ser tratados por la ley específicamente como ‘esposo’ y ‘esposa’, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes” porque no podemos permitir que, por medio de manipulaciones de ingeniería social, se quiera desvirtuar el sentido del matrimonio entre un hombre y una mujer y se intente imponer el gaymonio o imposible matrimonio entre personas del mismo sexo.



Y, por último, “Debe evitar imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. En cambio, ha de ser facilitada la justa iniciativa social en este campo” porque los católicos no podemos mirar para otro lado cuando se pretende manipular ideológicamente a nuestros hijos con asignaturas adoctrinadoras como Educación para la Ciudadanía y cuando se pretende, además, arrinconar a la asignatura de Religión católica con el fin de que los alumnos no reciban una educación moral que les permita darse cuenta de la aberración que se está cometiendo con ellos.



No es, sin embargo, como hemos dicho arriba, lo único que han escrito nuestros obispos y nuestra jerarquía. Sin embargo, debería ser más que suficiente como para saber qué tenemos que hacer y para no dejarnos llevar por pensamientos políticamente correctos o por supuestos votos útiles que, bien mirados, pueden ser los más inútiles de todos porque no sirven a nuestra doctrina y a lo que, como católicos, tenemos que defender.


Eleuterio Fernández Guzmán



Publicado en Acción Digital



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